Presidentes de Latinoamérica reclaman más representación

NACIONES UNIDAS (Reuters-DPA).- Los presidentes de América Latina aprovecharon el inicio de la Cumbre del Milenio para pedir una reforma de la Organización de las Naciones Unidas que permita mayor representación mundial.

«El punto de partida más obvio para este proceso es la reforma del Consejo de Seguridad», dijo a la cumbre el presidente de Guatemala, Alfonso Portillo. Portillo dijo que su país fue beneficiario directo de la misión pacificadora de la ONU que contribuyó a poner fin a la guerra civil guatemalteca. Pero sostuvo que la ONU debe adecuarse a la mayor internacionalización del siglo veintiuno.

Los estados miembros de la ONU, que ahora suman 189, vienen debatiendo cómo reformar el Consejo de Seguridad, que tiene 15 miembros, aunque sólo cinco de ellos son permanentes y tienen poder de veto: Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Gran Bretaña.

Alemania, junto a Japón, son candidatos para ingresar al consejo permanente. Los países en desarrollo se oponen a la ampliación del consejo para incluir solamente a dos naciones industrializadas y algunos proponen que se incluya un asiento permanente cada uno para Africa, Asia y América Latina.

Parafraseando al poeta chileno Pablo Neruda, el presidente de Chile, Ricardo Lagos, afirmó ante la cumbre: «Vengo de un país pequeño que ha estado en la periferia del poder mundial». «La definición de las normas e instituciones no puede ser adoptada por un grupo pequeño y exclusivo de naciones, dejando al margen al resto de los países», afirmó

Por su parte, el presidente de Cuba, Fidel Castro, acusó a «tres decenas de países desarrollados» de querer ofrecer al mundo «más de las mismas recetas» que han servido sólo para «hacernos cada vez más pobres, más explotados y más dependientes». Castro dijo que esas «leyes ciegas son presentadas como normas divinas que traerán la paz, el orden y el bienestar y la seguridad que tanto necesita nuestro planeta». «Eso quieren hacernos creer», enfatizó. Refiriéndose a la ONU, indicó que «no se habla ni siquiera de reformar radicalmente esta vetusta institución» y convertirla en un órgano que represente verdaderamente «los intereses de todos los pueblos del mundo sin que exista para nadie el irritante y antidemocrático derecho de veto».


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