¿Qué puedo hacer yo?

Uno de los cambios más trascendentales que trajo la pandemia fue la necesidad de ser protagonistas de nuestras vidas. Exigir, reclamar, presentar nuestro punto de vista. Hacernos presentes en sociedad.

Años revolucionados estos si los hay. Nada está en el mismo lugar que en el lejano 2019. Vínculos, formas de pensar, de sentir, de trabajar, de estudiar, la familia… todo cambió. En nuestro país incluso los precios nos instalan esta sensación. Difícil encontrar un precio igual a otro al término de 15 días. No es un juicio de valor: simplemente sucede.


¿Cómo hacer para que algo quede estable en medio de tanto cambio? Algo que hacemos en forma consciente o inconsciente es aferramos es a los afectos, a la rutina. A encontrar el placer simplemente en trabajar y regresar a casa. En un rato con amigos. Nos nutrimos de lo inalterable. Nos sostiene. Después de padecer tanto miedo, tantas pérdidas, necesitamos la seguridad. Las pequeñas salidas, las caminatas, mirar a los ojos, al cuerpo entero. La expresión de los cuerpos empieza a desplegarse y buscamos retomar con ansias lo placentero de la vida. Los viajes, la libertad de una visita sin sentirse tan agobiado por el terror. Mientras las fronteras se abren, los vuelos de micro y de avión se saturan, las promociones de compras llueven… ¿Qué pasa con el estudio?

Nos vemos afectados como sociedad a esta nueva violencia que implicó e implica la no presencialidad en la educación.

Sepamos que los niños y adolescentes siguen sufriendo. Que esta pandemia para la educación recién comienza a verse. Dejar quieto y sin educación a millones de argentinos implica la muerte de profesiones, oficios, desarrollo emocional, intelectual, violencia doméstica, abuso.

Los adolescentes que atraviesan la Universidad se sienten frustrados. Hay falta de estímulo, cuentan que nada les provoca entusiasmo para estudiar. Los exámenes realizados en forma virtual no pueden llegar a dar cuenta del proceso de aprendizaje. Gestos decaídos, casi insulsos. Excluidos del sistema. ¡No los dejan estudiar con una modalidad significativa! ¿Se entiende la magnitud de esto? ¡Cuando las canchas están llenas de gente! Este no es el país que quiero. Pero a no confundir. No estoy hablando de política partidaria. Claramente sí de política. Porque esto lo ejercemos todos. Cada uno en nuestro lugar. La resignación, mirar para otro lado, decir que eso pasa afuera o decir frases que nos vienen 10 puntos para cerrar el tema y hacernos los distraídos. “Yo, argentino”. Eso que resumía tan bien el lavado de manos como nos contaron de Poncio Pilatos, dejar la responsabilidad en otros.


“¿Qué puedo hacer yo?” se escucha. Mi respuesta es ¡mucho! Existen los reclamos posibles a través de las redes, sin insultos ni agravios. Juntarse en grupos para hacer reclamos formales, sin piquetes ni acciones violentas. Acceder a medios de comunicación con distintos puntos de vista.

Salgamos del modo “vista ombligo” que no nos ayudó a crecer. Es menester ser protagonistas de nuestra vida, del lugar que ocupamos en la sociedad.

Claro que hablo en relación a los niños y adolescentes porque es el tema que me ocupa. Es inconcebible que se crezca sin mirar en forma presente a la educación. Hacer foco en cómo se estudia, cuál es la formación docente, cómo se trabaja la inclusión, qué metodología de trabajo hay en cada nivel, por qué, para qué. ¿Cuáles son los contenidos que se abordan? ¿Son adecuados?

¿Cómo están las escuelas? ¿Por qué muchas suspenden las clases sin razón? ¿Cómo se está manejando el sistema de protocolos en este momento y la suspensión de clases por Covid? ¿Cómo se recuperan los contenidos? ¿Cómo se piensan los procesos de aprendizaje? ¿Las universidades abrirán en forma presencial totalmente en el 2022? ¿Cómo se hará para poner en condiciones edilicias a todas las escuelas? ¿Cómo se harán los actos de entregas de cierre para los estudiantes de séptimo grado y quinto año? Porque recordemos que las cervecerías y los salones de eventos están abiertos.


Hay más preguntas, claro. Pero hasta acá tenemos mucha tarea para ocuparnos.

Parece que esta pandemia nos trajo el cambio, la necesidad de activarnos, de protagonizar, de hablar en forma clara, sabiendo que la opinión, el reclamo y los debates no son necesariamente insultos ni peleas. Son formas de comunicación que acompañan a la evolución.

Yo, Argentina. A toda honra.

Por Laura Collavini.-


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