«Quiero recuperarme para disfrutar de la vida»

Ariel Ortega reconoció su grave crisis personal. No jugará ante Boca ni sabe cuándo volverá.

Encerrado en su laberinto, Ariel Ortega agudizó el malestar interno en el Mundo River en la semana previa al Superclásico. Su desaparición del entrenamiento del martes sin aviso colmó la paciencia. La situación se tornó insostenible y, esta vez, nadie lo justificó públicamente. Entonces, el propio el jugador decidió acercarse ayer hasta al predio de Ezeiza para charlar con Daniel Passarella y, luego, con la prensa.

«Hablé con Daniel y más adelante nos juntaremos nuevamente para ver cómo podemos salir adelante. Tengo un problema personal y quiero estar bien para ser el que fui. Quiero que me respeten y nada más. Es una situación muy delicada para mí», expresó el jujeño, sin querer puntualizar sobre su problemática. «Pido respeto. No quiero fallarle a mucha gente que confió en mí, como Passarella. En la forma que estoy no le sirvo al grupo», confesó.

Ortega se hizo cargo y pidió disculpas: «Hay mucha gente que me quiere y que le estoy haciendo daño sin querer». Todas las declaraciones del Burrito fueron en el mismo tono: asumiendo su responsabilidad y hablando de «un problema personal delicado».

 

Qué hacer con el crack

 

El Burrito acepta sus horas difíciles. Su «problema personal» (que no lo acompaña hace varios años) provoca que llegue tarde o que falte a los entrenamientos, algo que se repitió a lo largo de toda su carrera. Al tanto de esta situación, los dirigentes de River incluyeron una cláusula en el contrato de Ortega por la cual sería multado ante cada llegada tarde a un entrenamiento o por un acto de indisciplina.

El martes por la mañana, mientras el plantel entrenaba en Ezeiza, nadie pudo ubicar telefónicamente al Burrito. Con el correr de las horas, los dirigentes se fueron enterando, pero nadie se esforzó para respaldarlo. Y en la intimidad, Ortega pensó en dejar el fútbol. Al menos hasta la tarde de ayer, no lo hará.

Hay bronca y desconcierto en la dirigencia porque no saben cómo ayudar al jugador. Hasta el momento lo cubrieron, pero esta última vez lo dejaron más expuesto. «Es un tema personal pero no podemos cubrirlo eternamente», le dijo un dirigente a «Río Negro». La idea sería que el jugador enfrente su problema.

 

Los antecedentes

 

El mal estado que mostró Ortega en el entrenamiento del martes de la semana pasada provocó que Passarella lo sacara del equipo y lo mandara al banco de suplentes contra Paranaense, por la Copa Sudamericana, y frente a Belgrano, por el torneo local. Más atrás, el 16 del mes pasado, Ortega llegó tarde a una práctica. Dijo que fue por un problema de tránsito. Pocos le creyeron. Y, se comenta, que tuvo problemas en una salida nocturna. «No lo podemos controlar», acepta un dirigente, que teme que River se termine perjudicando. Públicamente, no se defiende ni se lo critica a Ortega. En la intimidad, varios dirigentes dicen estar «hartos».

El año pasado, Ortega fue denunciado en la comisaría 4º de San Isidro por su esposa, Danesa, quien acusó haber sido golpeada por el jugador. Luego se reconciliaron y ambos fueron juntos al casamiento del ex volante de River, Andrés D'Alessandro. Ayer, en declaraciones a Estudio Fútbol, Ortega dijo: «Quiero recuperarme para disfrutar de la vida y de mis hijos».


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