Receta con historia: un goulash y un viaje por Bariloche con amigas

Mientras recuerda un viaje a Bariloche, con dos amigas, la lectora comparte la preparación de este delicioso plato, ideal para los días fríos por venir. Un historia que es celebración de la amistad y de la buena comida.

Ana María Marinozzi

Decir Bariloche es una invitación a soñar, perderse en los laberintos de la imaginación de lo posible: pasear en sus bosques, jugar con la nieve, descubrir el “Nahuelito”. Miles de jóvenes en sus calles, caminar de la mano de un amor …


Cada vez que puedo viajo y todo se vuelve mágico. “Los Duendes existen” afirman los pobladores del bosque que van y vienen por sus senderos. Junto al lago Gutiérrez hay un Camping precioso, cerquita de la cascada. La encargada nos relató que su hijo, pudo verlos en el bosque. Por primera vez me quedé sin poder decir nada, sólo imaginando aquel dichoso encuentro. Hay leyendas y creencias que se tejen en torno a los bosques y lagos. Por las dudas cumplo con todos los rituales que me enseñaron: abrazos los árboles y siento su energía, pedir permiso a la madre tierra, beber el agua del Nahuel para regresar. Hasta ahora la naturaleza me cumplió.


La comida es otro gran atractivo: truchas, ahumados, ciervo y Goulash. Delicioso si se comparte con amigos, entre risas y aventuras. El Goulash requiere de una cocción lenta y prolongada, pero vale la pena probar.

***
Para prepararlo utilizo algún corte de carne fibrosa al que le voy quitando toda la grasa para trozarla en pequeños cubitos. La preparación es simple, pero requiere ciertos cuidados y mucho amor. Pico las cebollas ,el ajo puerro y el morrón . Coloco todo en la olla de barro con un chorrito de aceite, sal y pimienta negra. Fuego lento, tapado. Agrego el tomate y pimentón ahumado. Revuelvo apenas mi cocción. Casi no agrego líquido, la olla de barro no lo requiere por su forma de cocción. Es un noble material, que ayuda al preparado de guisos y estofados. Regalos de la madre tierra.

***
El 2018 fue un año de mucha nieve. Viajé con Érica y Mónica por trabajo a Bariloche. El colectivo se abría paso en la ruta lentamente. A sus orillas altos bordes de nieve acumulada durante días, nos acompañaban. Moni sacaba fotos y más fotos; Érica con los apuntes de trabajo entre mate y mate.
La nieve nos sorprendió una noche. Nos abrazamos y caminamos las tres muy juntitas, mientras reíamos. Érica mirando al cielo repetía:” gracias, gracias, gracias”. Los copos de nieve se acumulaban, alguno que otro se posaba en la ropa, guantes y gorros. Precioso tesoro, regalo del cielo. Sintiéndonos como niñas traviesas que jugaron con un trozo de cielo, mirábamos nuestro alrededor otros viajeros, reían y festejaban también el bello momento.

***
Destapo con cuidado la olla. Su tapa es muy pesada. Controlo la cocción. Le coloco un vaso de un buen vino blanco seco y una hoja del laurel de mi patio.


El sol parece más radiante y nítido por las mañanas. La brisa fría nos envuelve. El Nahuel domina el paisaje y ofrece su azul intenso. Su oleaje cantarino nos habla de viejos tiempos, animales míticos, amantes solitarios, viajeros incansables. Nos sentamos en su orilla. Mónica saca fotos de su azul profundo, Érica se detiene a escuchar su oleaje. El tiempo parece detenerse. Un bosque frondoso lo enmarca a lo lejos, enigmático y solitario. Alguna que otra gaviota rompe el arrullo, cantarino del imponente Nahuel. La tarde se adueña del paisaje y Érica propone comer “algo rico, quiero probar Goulash”.
En la Esquina de la calle O”conor y Palacios hay un Restaurante que pertenece a la Familia Weis,dónde entre sus variadas propuestas preparan un delicioso Goulash.
Cuando llegamos a la puerta del Restorán Mónica, sorprendida y entre grandes gestos , expresa: “y yo voy a entrar así, al restorán más paquete de Bariloche, mirá cómo me vine con pantubotas”. Nos abrazábamos y no podíamos dejar de reírnos. Lo peor de todo es que eso no la privó de sacarse fotos con los mozos, adornos del Salón y en la puerta del Restaurante.

Nos sirvieron el Goulash rodeado de spaetzles. Una delicia de sabores y aroma y cada bocado una explosión de sensaciones. Compartimos un hermoso momento donde el plato es la conjugación de muchas manos que hacen posible ese disfrute.
Los spaetzle son como pequeños ñoquis que acompañan el guisado. Muy fáciles de hacer.
No tengo el instrumento, pero me lo armé: un recipiente de plástico, descartable de crema de leche al que le hice en el fondo agujeritos grandes.
El preparado es muy fácil: unir los huevos, con la leche, soda, sal, nuez moscada y harina. Tiene que adquirir una consistencia que pase por los pequeños orificios. No muy líquido. Se deja caer sobre el agua hirviendo con sal y así adquieren la forma típica del Spaetzle.
Con mis amigas compartimos muchos días de trabajo, pero nunca faltaron risas, música y buenos momentos. Una tardecita esperábamos el remis en la puerta del colegio para regresar al hotel, se demoraba más de lo habitual. Moni llama a la base y expresa: “Hola, somos nosotras, estamos aquí”. Para su sorpresa le cortaron. Érica y yo no podíamos respirar de tanto reír. Hubo que esperar un buen rato para tomar aire y volver a llamar al taxi. El broche de oro: al subir al móvil, cada una hablaba de temas diferentes. El chofer nos miraba sorprendido, las risas estallaron nuevamente.


La vida nos ofrece regalos sólo hay que saber recibirlos: volver al lugar de mis sueños una y otra vez, sintiendo la misma emoción en el alma. Dos amigas del corazón Érica y Mónica con quien compartí vida, alegría y trabajo.
La cocción del Goulash debe quedar con líquido, cremoso y la carne bien cocida. Es hora de los Spaetzles. Después de cocinarlos en abundante agua hirviendo con sal, los salteamos con un poquito de manteca y agregamos queso rallado o crema. Coloco el Goulash y los Spaetzles en el mismo plato, todo bien caliente y acompaño con un buen vino de un pequeño lugar del Alto Valle (en la próxima historia les voy a contar de esta Bodega Artesal ).


Me tomo un momento saboreo el Gulasch y brindo por los momentos vivido con amor y por los que faltan vivir. En mis oídos resuena lo que se transformó en nuestro lema: “somos nosotras, estamos acá”. Buena vida queridas amigas: Érica y Mónica.

Ingredientes

Carne cortada en trozos, cuadrados 1 kg
Cebollas 4 unidades
Morrón rojo 1 unidad
Morrón verde 1 unidad
Ajo puerro 1 unidad
Vino blanco seco 1 vaso
Pimenton rojo (ahumado) , pimienta negra, laurel
Caldo o agua c/n

Para hacer los spaetzle
Agua o soda 100 cc
Leche liquida 100 cc
Harina 200 gramos
Sal, pimienta, nuez moscada
Huevos 2 unidades

Sgregados

CREMA DE LECHE/ QUESO RALLADO


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios