Reglas de convivencia
Buenos Aires
Las personas viven en un país, una provincia, una ciudad y en su casa. Ese es su hábitat y lo cuida. El Estado es el que administra, protege a esos ciudadanos de que sean agredidos.
Quienes no respetan las reglas de convivencia son separados de los demás. Las personas no permiten el ingreso de cualquiera a su casa, sino a quienes ellos asumen son decentes y honrados. Entonces caemos en una incongruencia, ¿por qué a nuestra casa no y a la ciudad, provincia o país sí?
Hoy contemplamos con indignación a los países europeos que segregan a los inmigrantes y solo aceptan a aquellos que ellos desean. O sea que se protegen y seleccionan lo que necesitan. Si eso lo hiciera un país del tercer mundo, se levantarían gritos de protesta vía la violación de los Derechos Humanos.
Pero lo que ellos hacen es actuar con coherencia.
Limitan a los habitantes, a fin de no tener sobreoferta de gente, con lo que la mano de obra autóctona se vea perjudicada.
En la ciudad recibimos a cualquiera que desee instalarse, tenga o no trabajo. Luego entre todos los ciudadanos, se les debe dar casa, comida y servicios.
Así que la delincuencia aumenta en todos lados ya que el Estado está ocupado en pelear hasta con la sombra, pero no estimula las fuentes de trabajo.
¿Se quiere terminar con la delincuencia? Aparentemente, no. Cada ciudad debería saber quiénes son sus residentes y quiénes no tienen ingresos; deberían regresar a sus lugares de origen.
No sería violación de derechos, sino defensa de todos los ciudadanos.
Muy atentos.
Gloria Alonso
DNI 837.742
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