Así logré 120.000 kilos de maíz para silo por hectárea
La reciente nota de Río Negro Rural sobre mi campo y mi casa en el Valle Medio ha generado gran repercusión. Acepté la invitación y les cuento aquí cómo logré ese hito con el cultivo.
En esta columna quiero compartir con ustedes una experiencia que tuvimos con la siembra de un maíz para silo, con la cual logramos un rendimiento excepcional: aproximadamente 120.000 kg de materia verde por hectárea durante la temporada 2007-2008.
Mi experiencia para lograr 120.000 kilogramos de maíz para silo
Todo comenzó en un lote de 5 hectáreas. Veníamos de una pastura de casi cinco años, compuesta por alfalfa, pasto ovillo, cebadilla criolla y trébol rojo, que había sido mantenida con pastoreo rotativo. El suelo era franco arenoso, con muy buena receptividad de agua y, fundamental, muy buen drenaje.
El primer desafío fue que, después de tantos años de pastura, el lote había quedado bastante desparejo. Así que nos pusimos a trabajar en la roturación: dimos una pasada de rastra de discos, seguida de una de cincel, y luego dos pasadas más de rastra de disco. El paso clave fue usar el láser para poder emparejar el suelo perfectamente.
Una vez nivelado, dimos un riego pre-siembra. La variedad que usamos en ese momento fue “Mega Silo” de la firma SPS; una semilla excelente que, por lo menos yo, no pude volver a conseguir. Sembramos buscando una alta densidad, logrando entre 105.000 y 110.000 plantas por hectárea.
Junto con la siembra, aplicamos 100 kg de fósforo. Como en esa época la semilla no era resistente a glifosato, tuvimos que aplicar atrazina para el control de malezas.
El manejo durante el crecimiento fue intensivo. Esperamos el nacimiento y, aproximadamente a la sexta hoja, hicimos una fuerte aplicación de urea: unos 500 kg por hectárea.
El riego fue constante. Cada 10 días le dábamos un riego. En total, calculamos que fueron unos 10 riegos en la temporada, sumando aproximadamente 1.000 mm de agua.
Otto Garbers, productor agropecuario.
El resultado fue una planta espectacular. Muy linda, de gran tallo, mucha hoja y, lo más notable, la mayoría de las plantas tenían dos espigas grandes. La altura era impresionante; les digo que el maíz era más alto que la propia máquina de picar.
Por supuesto, el riego fue constante. Cada 10 días le dábamos un riego. En total, calculamos que fueron unos 10 riegos en la temporada, sumando aproximadamente 1.000 mm de agua. La gran ventaja que tenemos acá en Río Negro es esa: poder darle a la planta la cantidad de milímetros que necesita, en el momento indicado.
Ese gran rendimiento fue lo que nos permitió empezar a darle de comer a los animales en invierno, mezclado con alimento balanceado, y marcó el inicio de lo que fue la era del feedlot en nuestro establecimiento.
Esa fue mi experiencia, y espero que le sirva a algún colega. Yo sigo acá, en la chacra, trabajando con pasturas, con maíz y con todo lo que signifique mejorar la calidad de vida de nuestros animales.
(*) Productor agropecuario. Email: ottogarbers2155@gmail.com
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