Se develó el misterio de la cabeza sumergida en el lago Mari Menuco

Hay buceadores que la vieron con sus propios ojos y otros que leyeron su historia en las redes sociales. Se tejieron muchas explicaciones, como que estaba en el lugar mucho antes que la zona se inunde.

El lago Mari Menuco tiene en sus profundidades muchos misterios, pero uno que varios buzos pudieron ver con sus propios ojos fue el de una cabeza que yace en las profundidades. La historia también navegó las redes sociales, entre expresiones de sorpresa de quienes son de la zona y no conocían su existencia u otros que ensayaron explicaciones, como que estaba en la zona antes que fuera inundada para crear el embalse. Finalmente, «Vos A Diario» (RN RADIO 89.3) logró develar el misterio y saber la verdad detrás de esta figura.

Quien contó la historia de la cabeza fue Guillermo Spira, presidente del Centro de Actividades Subacuáticas del Limay (CASAL). Explicó que el club funciona hace más de 40 años y que cuenta con una escuela. Uno de sus instructores fue quien «aflojó» y les contó que el creador de la cabeza fue uno de los buzos, José Luis Aringoli.

Hace 30 años, el buzo la hizo en cemento y le pidió ayuda a un colega, Raúl Lledo, para sumergirla en un lugar especial, al que es difícil llegar. «Por eso se genera el tema de dónde está, cómo está, por qué, si la orientaron hacia el oeste por algo mitológico», pero la respuesta no es tan mística.

En el mundo de buceo hay otras cosas sumergidas, que sirven de referencia y entretenimiento a la hora de realizar la actividad. Por ejemplo, hay una cruz de hierro, manos de cemento, un auto antiguo. Un club vecino quiso hundir un avión sanitario, pero el proyecto no prosperó. Uno de los más famosos era el «petrolero», un maniquí con un overol que sorprendía a más de uno porque parecía una persona parada en las profundidades. Pero la cabeza, era la más misteriosa y cada tantos años resurgen las consultas sobre su origen.

Aringoli, su escultor, ahora es médico y vive en Comodoro Rivadavia. Se fue de Neuquén dejando el misterio detrás, pero siendo la máxima autoridad sobre la cabeza. Cuando los nuevos buzos la fueron a buscar, la encontraron recostada sobre el fondo, de costado, por la presión hídrica y le pidieron permiso al escultor para volver a pararla.

CASAL permite que cualquiera pueda aprender a bucear, solo hay que tener ganas. Los cursos duran tres meses y en septiembre comienza uno nuevo. Los equipos se consiguen a través del club, que también organiza las salidas grupales, mientras la que clases teóricas se brindan en su sede de Catriel 62 y las prácticas en una pileta que les prestan. Sobre todo esto, también dio detalles Spira. Escuchalo en la nota:


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