Señales para Vaca Muerta y el MPN

Como era de suponer, la campaña electoral para la gobernación en Neuquén se esfuma en un abrir y cerrar de ojos. Técnicamente quedan tres semanas pero, entre feriados de Carnaval y veda electoral, la cuenta se reduce a no más de 10 días hábiles. El camino proselitista, que aún puede guardar sobresaltos, no mostró hasta acá nada del clima de una contienda electoral que tiene de premio, como se dice entre los pasillos petroleros, el sillón del “gobernador de Vaca Muerta”. Sin embargo, la doctrina fiscal de Nación que guiaron a los recortes en el Plan Gas trajo una tormenta a Neuquén que no estaba en los planes del oficialismo.


Con el paso de los días el clima mejoró, pero dejó algunos momentos curiosos. La tijera que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, pasó a los subsidios para la producción de gas fue una definición inesperada para el gobernador Omar Gutiérrez, quien semanas atrás había conseguido el compromiso del funcionario y el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, de resolver un problema que lo preocupaba. El tema: el ingreso de todos los planes de inversión aprobados por Provincia al programa de subsidios. La respuesta llegó en tiempo, pero no como lo esperaba.
La decisión de Nación, que incluso afectó a quienes estaban adentro del plan, causó una estampida en Vaca Muerta. YPF y Tecpetrol, la petrolera del empresario Paolo Rocca, anunciaron pérdidas millonarias y la revisión de sus planes de inversión en la Cuenca Neuquina.

La doctrina fiscal de Nación que guió los recortes en Vaca Muerta trajo una tormenta a Neuquén que no estaba en los planes del oficialismo.


El titular del sindicato de Petroleros y senador en campaña, Guillermo Pereyra, tomó nota de la advertencia patronal y convocó a la asamblea más multitudinaria de la que se tenga registro en los últimos cinco años. Más de 15 mil petroleros se reunieron en Añelo y se declararon en estado de alerta. Minutos después Tecpetrol anunció la baja de tres equipos, que equivalen a la suspensión de 300 operarios.


En un puñado de días Neuquén parecía encaminarse de una próspera tierra de inversiones a un terreno de conflictos. Así por lo menos lo plantearon algunos de los candidatos a la gobernación como Ramón Rioseco. La campaña del MPN, enfocada en sus militantes y de corte introspectiva, se enfrentó con un posible cambio de rumbo.
Pereyra le bajó el tono a la situación porque entendió que enfocaba la tormenta hacia el frente interno. Salió a aclarar que la discusión por los subsidios era un problema entre las petroleras y Nación. “Una pelea entre Macri y Rocca”, sintetizó. Agregó que no había crisis, pero que igual no iban a permitir despidos. Pareció algo incongruente la advertencia del sindicalista ante lo que analizaba como un escenario sin conflictos. Sin embargo, jugó fuerte y sentó a Lopetegui y las empresas para que le garantizaran –por lo menos de palabra– que no habría conflictos laborales en Vaca Muerta.

Ni a propios ni ajenos les convenía que el gran proyecto de país, como se le exige a la formación no convencional, muestre señales de crisis.


Claro que ni a propios ni ajenos les convenía que el gran proyecto de país, como se le exige a la formación no convencional, muestre señales de crisis. El gas fue el motor de los desarrollos y la firma de concesiones –muchas de ellas atadas al Plan Gas– de los últimos años en Neuquén. Con un recorte a los incentivos, un mercado con precios controlados por dos compañías y un valor del petróleo casi al límite de la rentabilidad, hacen bien quienes sospechan que no será un gran año para el sector. Pero por ahora es muy apresurado plantearlo.


La estrategia, que podría resumirse en la frase “no pasa nada, pero la culpa es de Nación”, tuvo un efecto. No es que el gobierno nacional venga celebrando aciertos en materia energética, pero con la última medida tomada, la renegociación del contrato de gas a Bolivia, ratificó su apuesta a Vaca Muerta. Incluso el achique de aquel contrato generará más mercado y divisas para el nuevo plan de incentivos solo por el invierno.


La medida, que parece una decisión macro, no solo tiene un impacto positivo para el partido gobernante sino que además arroja tierra encima de uno de sus competidores, Horacio Quiroga, quien pese a ser oficialista ve capitalizar las buenas noticias nacionales por los socios políticos de Macri.


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