Alud en Bariloche: «Se vino una montaña de tierra que me volteó», relató una sobreviviente

Natalia Pozzaglio es la turista de Chaco que estuvo internada por heridas que le provocó el desprendimiento de tierra y ramas que afectó al hotel Huinid. Hoy ya caminaba con su familia por las calles y relató a RÍO NEGRO su experiencia.

“Primero sentí algo raro, como una vibración fuerte, pensé que era una máquina. Después una explosión. Y de golpe se vino una montaña de tierra que me volteó. Todo fue un instante”. El relato de primera mano de Natalia Pozzaglio describe con crudeza lo que vivió en la tarde del lunes cuando una tromba de barro y piedras entró por las ventanas del primer piso al hotel Bustillo del complejo Huinid y dejó tres víctimas fatales.

Su esposo Alfredo Blanco la esperaba en la recepción y al ver la escena no dudó en subir las escaleras con el lodo por las rodillas para prestarle auxilio, hasta que la sirena del hotel lo paralizó. Hoy no duda en señalar que si no sufrieron mayores consecuencias fue “un verdadero milagro”. Confiesa también que ese alivio se mezcla con la “tristeza y la angustia” de saber que a pocos metros había tres turistas uruguayos perdieron la vida.

Cuando logró ponerse de pie, llena de barro y con sangre en la frente, Natalia pudo comprobar que no tenía heridas graves y recuerda que los primeros en brindarle ayuda y contención fueron “Francisco, el cocinero, y Fidel, otro empleado del hotel, que se portaron bárbaro”.

Natalia Pozzaglio y su esposo Alfredo Blanco contaron a RÍO NEGRO lo vivido por el alud en el hotel. Foto: Chino Leiva

La familia Blanco-Pozzaglio está compuesta también por dos hijos Gonzalo (16) y Selene (21). Los cuatro llegaron a Bariloche el viernes 3 acompañados también por una sobrina. Son oriundos de Resistencia, Chaco, donde Alfredo se dedica al comercio y Natalia trabaja como empleada de Pami.

A pesar de la lluvia y el mal tiempo, en sus primeros tres días de estadía en la ciudad (que solo Alfredo conocia) pudieron recorrer Circuito Chico y fueron dos veces al cerro Catedral. El lunes, cuando ya caía la noche y Bariloche estaba envuelta en un diluvio que parecía interminable, se preparaban para ir a pasear al centro de la ciudad, donde tenían que devolver también una ropa de nieve que habían alquilado.

El mal tiempo estuvo a punto de disuadirlos, pero se decidieron. “Fue por Gonzalo, que rompió las bolas para salir, eso nos salvó”, reconoce ahora Alfredo. Mientras se preparaban, Natalia dijo que subía a la habitación a buscar un teléfono y una campera, cuando todo cambió en segundos.

Natalia sufrió golpes en la cabeza por el impacto del alud. Fue derivada a un sanatorio y hoy ya caminaba nuevamente por Bariloche. Foto: Chino Leiva

El impacto del alud de barro sólo le provocó al a mujer golpes en la cabeza, incluido un corte menor en la frente, y también escoriaciones en las rodillas y en un hombro. Dijo que en un primer momento el barro era espeso, y lo describió como “tierra húmeda”, pero atrás bajó agua que aceleró la irrupción del material, que invadió el pasillo y la escalera. “Había raíces, piedras grandes que uno no entendía cómo llegaron hasta ahí”, recuerda Alfredo.

Al sentir la explosión la mujer se cayó y pensaba que en cualquier momento llegaba un impacto todavía mayor. “Me di cuenta de que estaba realmente en peligro” señala, pero de pronto todo se detuvo. No escuchó gritos, ni tampoco la sirena, que aturdió a todos. “Seguro fue por el estado de shock”, acota su marido.

Minutos después, cuando se puso en marcha el operativo de rescate, Natalia fue trasladada al sanatorio San Carlos, donde la atendieron por las contusiones, todas de escasa gravedad, y recibió el alta el martes.

Rodolfo explicó que las habitaciones más afectadas, donde se produjeron las muertes, fueron la 105 y la 107, ubicadas en el ala este del edificio. La de ellos era la 109, la primera desde allí hacia el oeste.

Según refiere, la habitación que ocupaban quedó cubierta de barro hasta la mitad”. Allí mismo Natalia un rato antes tomaba mate y miraba el talud de tierra, la vegetación y la lluvia persistente, sin sospechar la tragedia que se avecinaba. La habitación 111, donde estaban los chicos, no resultó afectada.

La conmoción los afectó a todos, pero no al punto de frustrar las vacaciones. “Nos ofrecieron ir a otro hotel, o gestionar un adelantamiento del viaje de vuelta. Pero decidimos que lo mejor es quedarnos y disfrutar el tiempo que nos queda”, dice Alfredo. Tienen pasajes para el viernes.

Agradecen la atención recibida en el hotel, “sobre todo por parte del personal” y subrayan que todos fueron muy amables. Según observa Alfredo, la calidad de la atención es de lo mejor que se llevan. “Si bien todas las ciudades turísticas están preparadas para atender lo mejor posible, nos sorprendió la amabilidad y la cordialidad de la gente -asegura-. Sin estar obligados, en el hotel, en el sanatorio, nos preguntan todo el tiempo cómo estamos, qué necesitamos”.

Sobre el incidente en el hotel consideran sin embargo que el derrumbe de las toneladas de tierra y escombros no fue simple casualidad. “No tenemos ningún conocimiento técnico, pero nos parece que alguna responsabilidad debe haber, no es solo un tema de la naturaleza”, opinan los turistas chaqueños.


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