Baños secos en altura en el volcán Lanín: ya está lista la primera tanda de abono para incorporar al suelo
Con el aumento de visitantes en los últimos años, se definió modificar el tratamiento de la materia fecal, eliminando los pozos, con la idea de tender al compostaje.
“Saber que, después de dos temporadas, tenemos nuestra primera tanda de abono para incorporar al suelo es satisfactorio”. De esta forma, Bibiana Chavez, del Departamento de Conservación y Manejo en el parque nacional Lanín, definió el proyecto de Baños Secos implementado en las áreas de pernocte del volcán, a 2.300 y 2.600 metros, a fin de minimizar el impacto ambiental en un entorno de alta fragilidad.
La preocupación surgió ante el incremento notable de visitantes al volcán Lanín a partir de la pandemia. La tendencia promedio era de 3.000 personas por temporada, pero a partir de 2021, se superaron las 4.000 y en la última, se llegaron a registrar 4.600.
Hay dos sectores de alojamiento camino al volcán. A unos 2.300 metros de altura, dos prestadores -la Asociación de Guías de Montaña y Alquimia en Altura- tienen domos que montan y desmontan al inicio y final de la temporada de verano. En esa zona, un refugio del Ejército funciona como tercer lugar de pernocte (uso exclusivo de la institución). Y un poco más arriba, a 2.600 metros, se encuentra el refugio Caja, del Club Andino de Junín de los Andes.
En ambas zonas de pernocte, hasta la pandemia funcionaban los baños de letrina -pozos en el suelo- con un equipamiento muy rudimentario. “Con el incremento de la visitación, esos pozos de materia fecal colapsaron. No pudieron sostener la materia prima que contenían. Hubo que habilitar otro pozo. Pero fue una luz roja que nos llevó a pensar cómo podíamos hacer para revertir esta situación”, recordó Chavez.
Yaqueline Curruhuinca, otra trabajadora del parque Lanín, recordó que esas letrinas tenían “una pirca de 80 centímetros de altura. De modo que ese ‘baño’ daba algo privacidad a la hora de hacer necesidades, aunque no lo suficiente. Se armó entonces una infraestructura de sanitarios que, al menos, protegía del viento”.
Poco después, se decidió modificar el tratamiento de la materia fecal, eliminando los pozos y con el objetivo de tender al compostaje. De esta forma, las letrinas se transformaron en baños secos. Pero se definió que la descomposición no se realice bajo la estructura del sanitario sino que todo se traslada a una compostera ubicada a pocos metros, donde se lleva a cabo el proceso.
Lo que evalúan los especialistas hoy es, de acuerdo al volumen de la materia fecal que se acumula, es en cuánto tiempo se logra la descomposición y de esta forma, disminuyen los patógenos.
Curruhuinca comentó que la Asociación de Guías instaló “un balde de 20 litros debajo del inodoro que recepciona cada deposición. Se coloca viruta. Y luego, el guía vacía ese tacho en la compostera ubicada a 20 metros del sanitario. Por otro lado, la orina va a un capo de infiltración”.
Alquimia en Altura, por su parte, durante dos temporadas juntó materia fecal en recipientes de 200 litros. “La primera temporada juntaron dos baldes de 200 y la última, uno de 300 litros. En ese momento, se hizo una prueba y tratamos la materia fecal con hidróxido de calcio, conocida como cal muerta, que se incorporó en un pozo en la base luego de tomar muestras de suelo para analizar PH y conductividad eléctrica. Esos parámetros se continúan monitoreando», explicó.
«Esta última temporada -agregó-, toda la materia fecal va al proceso de compostaje con la aplicación de viruta de madera, lo cual aporta carbono, aplaca olores y genera espacios de aire en la pila, favoreciendo el proceso de compostaje”.
En la zona, el Club Andino también impulsó el uso del “caca tubo”. “Muchos refugios en Mendoza lo han implementado. Se trata de un caño de PVC que tiene dos tapitas. En su interior guardas la bolsa compostable donde colocas la materia fecal. Se deposita en la base”, comentó.
E este proceso, desde el parque Lanín indagaron experiencias en refugios aledaños de áreas protegidas. “Lo cierto -añadió Chavez- es que no hay mucho antecedente de cómo responder a este problema en la montaña a nivel mundial. Solo hay experiencias a modo de prueba piloto a fin de mitigar el impacto instalando baños secos”, señaló.
Los referentes del Centro Regional Universitario de San Martín de los Andes llevaron adelante estudios de suelo en las áreas del refugio a 2.300 metros en diversas situaciones: antes y después del funcionamiento de la letrina. “Vimos que hay un suelo incipiente en proceso de formación. Se trata un suelo ‘joven’ con una gran cantidad de rocas expuestas a la erosión natural, pero aún así hay actividad biológica, es decir que hay presencia de fauna propia del suelo, principalmente microartrópodos. Ahí nos animamos a colocar una compostera”, subrayó Curruhuinca.
Otra de las composteras se colocó en la base donde el suelo “es más profundo”. Se trata de una zona boscosa, lo que «implica una constante y mayor incorporación de materia orgánica al suelo y mayor presencia de actividad biológica, dada por la cantidad y diversidad de especies de la edafofauna (fauna del suelo)».
En marzo se tomaron muestras de ambos sectores para saber si hay patógenos, que fueron analizadas por un laboratorio de Mar del Plata con sede en Bariloche. La idea es incorporar ese compost -que alcanza el medio metro cúbico- al suelo en primavera.
“Este volumen se condice con la primera etapa del proyecto. Queda evaluar el compost a 2.300 metros porque solo pasó una temporada. Hay que darle más tiempo de maduración para luego mandarlo a analizar”, señaló Chavez al tiempo que resaltó el trabajo en el proyecto interdisciplinario de Educación Ambiental, Guardaparques, Uso Público, entre otras áreas del parque, junto a los prestadores de servicio presentes en ambas áreas de pernocte.
“Constantemente, se hacen monitoreos y subimos una vez por mes en temporada alta. El resto es educación para que los baños se usen de manera adecuada. La persona debe entender que ese baño seco funciona de manera distinto a los cotidianos”, concluyó Chavez.
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