Comer carne vacuna es un «lujo»: la baja en el consumo ronda el 30% en Río Negro y Neuquén
Las ventas se desploman y aunque las carnicerías facturan, cambiaron los hábitos. La carne vacuna se extinguió en la mesa de cientos de familias de la región. El crítico panorama desde la mirada de carniceros, clientes y restaurantes.
El consumo de carne vacuna se desplomó y está en niveles mínimos históricos, según dicen los diarios y las estadísticas en el país del asado y las milanesas. La carne pasó a ser un bien preciado, un «lujo» en la mayoría de las mesas e inalcanzable para millones de familias, en medio de la caída del poder adquisitivo de la población.
En marzo, el consumo per cápita fue de 42,6 kilos promedio a nivel nacional, cifra que marca una caída del 18,5% interanual, comparado con el mismo mes del 2023. En la región, si bien el panorama es complejo y dispar, carniceros rionegrinos, hablan de una baja aún más abrupta en el consumo entre enero y marzo.
La caída en las ventas de carne vacuna superó el 30% a nivel regional, en el corredor económico de cámaras que va de Regina a Plottier, incluyendo Neuquén; según los datos que aportó a Diario RIO NEGRO José Luis Bunter, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Cipolletti y vicepresidente primero de la Federación de Entidades Empresarias de Río Negro (Feern).
En el 2023, el consumo per cápita, 49 kilos por persona y ahora se está consumiendo en estos últimos tres meses, enero, febrero, marzo y lo que va de abril, 44 kilos, bajó 5 puntos, 5 kilos en consumo per cápita, eso es algo que a nosotros nos preocupa y muchísimo»
José Luis Bunter, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Cipolletti
Los hábitos de consumo cambiaron ahora se buscan alternativas y lo más barato, «porque la gente no está llegando a fin de mes», aseguró el empresario que viene del rubro carnicerías.
“La baja en ventas de carne ha sido muy notable, diría un 60% a comparación de el año pasado”, opinó Mario Arias, carnicero de Roca y dueño de un reparto de carnes que abastece a un vasto sector y negocios en todo el Alto Valle, desde Chichinales hasta Catriel.
Sus datos muestran la realidad que intenta graficar: en diciembre de 2022 vendieron entre navidad y año nuevo 50 medias reses, 5.000 kilos y en diciembre de 2023 no llegaron a comercializar ni la mitad: 20 medias reses, 2.000 kg.
“La venta ya venía en baja, pero después de que cambio el gobierno en diciembre es como que todo se cayó, mal”
Mario Arias, dueño de carnicería en Roca con repartos en Alto Valle
El comerciante conoce de primera mano el panorama actual ya que día a día recorre todo el Alto Valle de Río Negro, desde pequeñas y medianas carnicerías, con todo tipo de clientela.
En el rubro, la mayoría coincide en que los precios de los cortes en relación con los sueldos constituyen el factor determinante y quienes pueden bajar los precios lo hacen para garantizar ventas.
Es el caso de Eduardo Gorosito, dueño de una carnicería céntrica de Roca, quien contó que la clave para sostenerse es sostener calidad, precios y la fidelidad de su clientela. “Es el capital más grande que podés tener porque la compra no es un número y nada más”, dijo. Sus clientes son mayoritariamente de una buena posición social y que no percibió una merma en el consumo.
“Ante la situación traté de bajar un poco los precios, mantener la calidad, mis clientes compran lo mismo y un poquito más”, dijo. Lo cierto es que algunos colegas están vendiendo 10 media res por semana y otros, llegan a 12 o 14 dos semanas. A su negocio, llegan clientes de Neuquén, Regina y Huergo buscando precios.
Gorosito advirtió también que hubo casos de decomiso de carne de caballo y guanaco en carnicerías pequeñas. “Pedís picada y no sabes que es. Que te cobren un kilo de picada a 3200 pesos da para pensar”, comentó. Es que la situación crítica llega a los barrios y algunos para poder “abaratar” están vendiendo mercadería que no pasa por el frigorífico.
Algunos hace dos meses «no ven carne»
“Está súper cara, es un lujo comer carne”, contó Ayelén, una empleada pública de Roca y madre de familia. Solo el pollo es parte de algunos de sus menús semanales y admitió que al tener una familia numerosa, en lo que va de abril no comieron ni un gramo de carne vacuna.
“Antes siempre comprábamos carne picada o bife, lo fraccionábamos y al freezer para hacerlo durar, pero este mes no pudimos comprar carne ni una sola vez”, relató la mujer.
“Yo comía carne todos los días en el almuerzo o en la cena. Ahora, compro mucho menos, reduje el consumo de carne por lo menos un 30%, dejé el tradicional asado y milanesas”, contó Esteban, un docente universitario de Cinco Saltos.
Los testimonios son de trabajadores asalariados que cobran un sueldo mes a mes y han tenido que restringir o reducir la carne vacuna de sus dietas. En los sectores más carenciados, la carne ya casi no existe en las mesas.
“La gente hace dos meses no ve carne en un plato de comida, está muy cara ya no donan carne”, lanzó Florencia, referente de un comedor barrial de Roca que abastece a un centenar de familias a diario. Quienes donaban, si logran comprar ahora es poco y es para el propio consumo, ya no alcanza para donar. La misma situación se replica en todos los comedores comunitarios y no es nueva, viene en escalada.
En la calle se siente en todos lados. Los pequeños emprendedores dan fe de lo que está sucediendo. “En la década del 90, el corte de pelo lo cobraba 5 pesos. Me compraba un kilo de carne y me sobraba plata. Con los años fue subiendo y ahora con lo que cobro el corte de pelo no llego ni la mitad de lo que cuesta el kilo de carne”, reflexionó un peluquero de Roca con más de 40 años de trayectoria en el oficio.
Cambios de hábito, cortes y el asado “alternativo”
Para Mario Arias, dueño de carnicería de Roca, la gente busca seguir consumiendo carne vacuna en la medida de sus posibilidades y lo que hace es comprar lo que puede en menor cantidad o reemplazar cortes.
“La gente de muy bajos recursos que antes compraba marucha, aguja, puchero o picada ha vuelto a comprar huesitos para sopa, o un chorizo o 200 gramos de picada”
Mario Arias, dueño de carnicería y reparto de carne
Los carniceros hoy ofrecen paleta con hueso cortada en tiras para asado y cortes como falda o tapa de asado que vuelven a tener protagonismo en la parrilla de los argentinos. El asado con hueso quedó en segundo o tercer plano por el precio y por el rendimiento, porque en 4 kilos hay unos 600 gramos de hueso, en cambio con los otros cortes, es todo carne. En precios, puede llegar a ser hasta 2.500 pesos menos entre el asado tradicional y el alternativo.
“La gente quiere comer carne y ya no se fija más si es el asado tradicional. Busca el rendimiento en su mesa”, explicó Arias y agregó que los clientes compran lo que le alcanzan los sueldos.
Según planteó Eduardo Gorosito de la carnicería céntrica de Roca, lo que más se consumen son milanesas preparadas y a partir del miércoles ya empieza a haber demanda de asado, vacío y matambre. “Las tapitas de asado son baratas (4.800 pesos el kilo) y ya vienen los clientes buscándolas. El asado se llevan por pieza que queda a $7,990″, ejemplificó.
La joyita de los restaurantes que ya no es
En los restaurantes, la carne vacuna también cae en picada. Antes era la “joyita” de los platos más buscados, pero hoy ya no está entre los más elegidos por los precios. Así lo precisó Mario López, dueño de un local céntrico de Roca.
“La carne que lideraba siempre las ventas y era el plato más vendido, pasó a estar en el promedio. La gente se está inclinando por consumos un poco más económicos, las pastas, los risottos”, detalló López, aunque dijo que la baja está inmersa dentro de una baja global en el rubro gastronómico.
“Hay una baja en el consumo y los restaurantes hemos sufrido de diciembre a esta parte, de las PASO a esta parte, una caída importante. En enero se agravó más. La caída del consumo al mediodía es del 30% y la noche llegó al 50%”, contó.
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