Cómo sostener los hábitos saludables en las fiestas de fin de año: la regla 1 a 1

Los nutricionistas recomiendan, para evitar los “atracones”, aplicar la regla 1 a 1. Un pan dulce y una fruta. Que no falte el agua ni las ensaladas de hojas verdes.

Diciembre es el mes en el que descarrilan todas las dietas. Despedidas de año con amigos o compañeros de trabajo. Luego Nochebuena, Navidad y Año Nuevo y el hígado se pone en estado de alerta. Es que la ingesta de alimentos altamente calóricos, con gran concentración de grasas, sodio y azúcares y las porciones “extremas”, luego de un año de control, ponen en riesgo todo el aparato digestivo y a los hábitos saludables, según afirman los especialistas.

Como para entender la magnitud de semejante “orgía gastronómica”, los nutricionistas del programa Punto Saludable del ministerio de Salud de Neuquén, aportaron un “datazo”. Una mujer promedio consume por día 1.800 calorías y un varón promedio unas 2.200 diarias. En una cena de Nochebuena o Año Nuevo, se llega a ingerir entre 5.000 y 12.000 calorías.

Todas las comidas tradicionales de las fiestas son altas en calorías, desde el vitel toné hasta el pan dulce, ninguna zafa y ni hablar de la ingesta de bebidas alcohólicas. A esto hay que sumarle, según los profesionales, que es muy difícil encontrar una mesa que incorpore alimentos más saludables. “Llegamos a diciembre agotados, angustiados, estresados y buscamos en los momentos de festejos la satisfacción que se encuentra indudablemente en la comida. Uno busca el placer inmediato”, explicó el coordinador del programa Punto Saludable, Samuel García.

¿Qué le pasa al cuerpo luego de estos excesos en tan corto tiempo? En primer lugar el pobre hígado, que acostumbrado a tener su tiempo para hacer su trabajo, le obligan a hacer horas extras. Su capacidad para procesar y eliminar desechos se ve sobrepasada. Y ni hablar de las personas que tienen hipertensión o diabetes, allí todo se complica mucho más. “Hay una falta de disfrute de la comida. Somos totalizadores, así lo describe la psicología, hasta no ver el plato vacío no paramos. Tenemos que rescatar la alimentación consciente. Luego de los atracones de las fiestas uno se siente pesado, con resaca, con pesadez estomacal y ni hablar de lo que sufre el cuerpo”, dijo García.

El descontrol en números

1.800
calorías consume por día una mujer promedio. Un varón promedio tiene una ingesta de 2.200 calorías diarias

5.000
a 12.000 calorías se consumen durante una cena de Navidad o Año Nuevo, según los datos aportados por nutricionistas.

Frente a esto el plan para contrarrestar las comilonas de fin de año no es prohibirse alimentos ricos en calorías, pero sí aplicar la regla del 1 a 1. “El problema no es lo que comemos, sino lo que no comemos”, dicen los nutricionistas.

El primer consejo que dan los profesionales es que en la mesa de Navidad y Año Nuevo no puede faltar el agua, nunca. Recomiendan intercalar un vaso de agua y una copa de la bebida alcohólica que se elija, para evitar la deshidratación. Los jugos de frutas hechos en casa aportan gran cantidad de vitaminas que pueden ser disfrutados con el lechón y el vitel toné.

Cuando se pasa a la mesa, el chivito, el asado siempre viene acompañado de la ensalada de papa, huevo y mayonesa. “Incorporemos una de verduras frescas; tomate y albahaca, rúcula y lechuga. Una ensalada de verduras crudas para no perder el poder nutriente es fundamental”, dijo Samuel García.

Llega el brindis con el pan dulce, la garrapiñada, el turrón, el budín y la sidra. Es momento de sumar a la mesa dulce una buena bandeja de frutas frescas. “Cortar en rodajas la fruta que se tenga en casa y ponerla al lado del turrón es una buena manera de equilibrar calorías. Incluso con creatividad pueden adornar la mesa. Lo importante, insisto, es la alimentación consciente”, agregó el nutricionista.
Disfrutar de la comida, pero sabiendo que a pesar de que el cuerpo es resistente, un día pasa factura por el maltrato, es lo que recomiendan los médicos.


El verano nos interpela: Churros y helados ¿se cancelan?


Después de las fiestas, se viene el verano y las vacaciones, etapas del año que también requieren de un cambio de hábitos para mantenerse saludable.

Los nutricionistas parten de la premisa que las personas se alimentan diferente en verano que en invierno. Por eso se requieren modificar la dieta diaria.

Recomiendan aumentar la ingesta de frutas variadas, al menos dos o tres por día, e incorporar verduras crudas o cocidas, a las dos comidas principales del día. “Esto no solo nos aportan fibras, vitaminas y minerales, sino también agua”, aseguraron.

La hidratación es otro punto. Se debe tomar 2 o 3 litros de agua por día. “Los jugos procesados y las bebidas alcohólicas no hidratan”.

¿Y los permitidos? ¿Helados, tortas fritas y churros en el río, se cancelan? “No vamos a demonizar alimentos ni prohibirlos”, es la consigna. Pero también lo es equilibrar la dieta. Si se lleva una alimentación rica en nutrientes, un par de tortas fritas o helados de vez en cuando, ¿por qué no? Los permitidos están permitidos en verano.


Diciembre es el mes en el que descarrilan todas las dietas. Despedidas de año con amigos o compañeros de trabajo. Luego Nochebuena, Navidad y Año Nuevo y el hígado se pone en estado de alerta. Es que la ingesta de alimentos altamente calóricos, con gran concentración de grasas, sodio y azúcares y las porciones “extremas”, luego de un año de control, ponen en riesgo todo el aparato digestivo y a los hábitos saludables, según afirman los especialistas.

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