Cristian Soto, un arquero de selección y su historia sin límites

El joven de San Antonio Oeste, de 22 años, es de baja talla y siempre vivió el fútbol como una herramienta integradora. Es parte del equipo que acaba de conseguir la Copa América.

La alegría se le escapa del cuerpo. Y mueve las manos al hablar, como buscando atajar las emociones que se van colando en la charla. Es que el triunfo que logró como arquero del seleccionado argentino de baja talla fue más allá de lo deportivo, tanto para él como para su equipo.

“Ahora sentimos que esa mirada diferente que tenían sobre nosotros va a cambiar. Que esta copa abrirá las puertas para todos. Nos costó llegar a Perú pero trajimos la Copa América. La Asociación de Fútbol Argentino (AFA) nos dio la indumentaria, pero sólo nos pudo pagar 5 pasajes. El resto lo conseguimos a través de una colecta que hizo (el influencer) Santi Maratea. Y después cada uno juntó dinero en sus pueblos, porque sabíamos que íbamos a llegar. Y es un orgullo estar de vuelta. Ya nos invitaron (con todo pago) a jugar la Copa Europea, que será en octubre, en Madrid, España. Y el año que viene tendremos el mundial, acá, en Argentina, con más de 32 equipos inscriptos” contó Cristian Soto, con entusiasmo.

El joven cumplió 22 años el 24 de mayo último, el mismo día en el que, por goleada (5 a 0) la selección le ganó en Lima a Paraguay, convirtiéndose en campeones de América.

De regreso a su San Antonio natal repasó esos años en los que el fútbol fue para él una herramienta de inclusión. Tal como sigue siéndolo hoy, cuando desde el arco argentino repitió la historia. Aunque jugando a lo grande.

“Empecé a pelotear a los 6 años. En la escuela sentí muchísimo la discriminación, sobre todo en la primaria. Pero en el barrio los chicos me invitaban a jugar picaditos, y como era buen arquero se peleaban por mí. No les tenía miedo a los pelotazos, el arco era lo mío” recordó.

La familia y el fútbol siempre fueron su refugio. “Tengo acrondoplasia leve. Puedo hacer todo lo que hacen las personas de talla convencional pero no con la misma rapidez. Mi mamá y mi hermano menor tienen lo mismo”, contó.

Su primera infancia fue dura porque, al año, un cortocircuito provocado por un accidente le quemó el esófago. “Estaba aprendiendo a caminar, y me metí en la boca una zapatilla de las que se usan para enchufar cosas. Hasta los 5 años estuve internado en el hospital Garraham, en Buenos Aires. No podía hablar ni comer, fue muy larga la recuperación” detalló.

En ese tiempo su mamá y otros parientes lo acompañaban, turnándose. “Ellos estaban en el albergue de familiares del Garraham, fue muy difícil”, dijo.

Después de esa interminable internación llegó la etapa escolar, y apareció la pelota como herramienta integradora. “Egresé de la secundaria el año pasado, porque repetí unos años. Y ahí surgió lo de la selección. Ví un posteo en redes sociales y me anoté. Estaban buscando jugadores”, apuntó Cristian.

La respuesta llegó enseguida y lo invitaron a entrenar en Rosario, Santa Fe. Al llegar descubrió otro mundo. “Conocer a tantos chicos a los que les pasaban las mismas cosas que a mí me llenó el alma. Me cambió la vida”, se emocionó.

Ya no imagina sus días sin ese grupo de pares. “Somos muy unidos. Hay chicos de Córdoba, de Entre Ríos, de Catamarca… el único patagónico soy yo”, se ríe, orgulloso. “Pero la idea es seguir sumando. Sabemos que hay mucha gente que está encerrada en sus casas, pasándola mal. Y con este proyecto de fútbol de baja talla se hacen búsquedas y convocatorias en todas las provincias, para que se sumen. Además se quiere armar un seleccionado femenino”, relató el arquero.

Sus sueños, que son muchos, incluyen dedicarse a la enfermería, para ayudar a otros. “El año pasado terminé el curso de enfermero auxiliar y quiero seguir la carrera de enfermero profesional. De chico, cuándo iba al hospital, me atendieron re bien. Nunca me sentí discriminado. Por eso quiero hacer lo mismo que hicieron por mí”, finalizó, emocionado. La vida le dio razones para sonreír.


Una iniciativa argentina


Apostar al fútbol como herramienta de inclusión fue una idea del actual entrenador del seleccionado de talla baja, el correntino Mariano Rojas. El proyecto comenzó a gestarse en 2010, y se inició la búsqueda para integrar el equipo. Con el tiempo, varios países se sumaron, aunque la pandemia atravesó los planes, por eso el mundial, finalmente, se jugará el año próximo en Argentina. La primera Copa América, en tanto, fue en 2018, también en nuestro país. En ese momento Paraguay les arrebató el triunfo a los argentinos, que ahora se cobraron revancha en Perú, coronándose campeones.

Para integrar el equipo hay que medir menos de 1.40 metros, los partidos se disputan en canchas de futsal y los arcos miden 1.70 de alto, mientras que de ancho quedan igual que para el fútbol de talla convencional. Los jugadores son 7 (6 más el arquero).


San Antonio, de fiesta


Los vecinos de San Antonio siguieron con entusiasmo los pormenores de la Copa América de baja talla en Perú, y vibraron con el último partido, que consagró campeones a los argentinos, sabiendo que el arco estaba custodiado por un local.

“Una vez que se consiguieron los pasajes se hizo una colecta y fueron muchos los que colaboraron. Políticos ninguno, pero sí mucha gente del pueblo que aportó su granito para la estadía en Perú”, contó Cristian Soto, el joven arquero.

El domingo último, además, se organizó un festejo de bienvenida en la terminal de micros. Familiares, amigos y vecinos recibieron a Cristian con banderas y carteles, destacando el triunfo. “Fue muy emotivo”, contó el deportista.

Es todo festejo, la selección argentina acaba de consagrarse como la mejor de América.

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