Cuesta del Ternero: quién es la machi que se prepara en El Bolsón
Lilen Morales tiene 17 años, nació en Bariloche y pertenece a la Lof Quemquemtreu.
«Hoy estoy llevando mi proceso, levantándome como machi. Todavía no lo soy. Todavía soy machil«, dice Lilen Morales, de 17 años. Nació en Bariloche, pero en los últimos años vivió junto a la Lof Quemquemtreu en Cuesta del Ternero, un paraje ubicado al noreste de El Bolsón.
Esta semana los integrantes de la comunidad abandonaron el lugar. El ministerio de Seguridad de Río Negro llevó adelante la orden de desalojo del predio este jueves. Sin embargo, al llegar unos 150 policías no había nadie en el lugar. El conflicto comenzó a partir de la denuncia del empresario forestal Rolando Rocco por usurpación.
Desde la comunidad mapuche dieron a conocer que, en ese territorio, “se está levantando una autoridad ancestral, una machi, quien debe vivir y estar en constante contacto con su rewe”. La última machi proclamada en esta región había sido Betiana Colhuan Nahuel,integrante de la comunidad Lafken Winkul Mapu, que se asentó en Villa Mascardi y fue desalojada en 2022 tras una orden de la justicia federal.
«Fueron tres años y seis meses porque el 18 de septiembre de 2021 recuperamos el territorio. Hubo una orden de desalojo y, no queremos más muertes«, dijo Lilen a RIO NEGRO en referencia al asesinato del joven mapuche Elías Garay, el 21 de noviembre del 2021 en Cuesta del Ternero.
«Si bien tuvimos que dejar nuestras casas, lo más valioso que tenemos son nuestras vidas. Fue una manera de protegernos. Sabemos que cuando la policía va a desalojar no dialoga, va a matar y mete gente presa», aseguró la joven que, en este momento, vive en El Bolsón.
«No se si vamos a volver -continuó-. De todos modos, tenemos que regresar a Cuesta porque mi hermano empieza la escuela ahí y son sus últimos años de escuela. No vamos a dejar que pierda el contacto con sus compañeros».
«¿Qué significa machil?», se consultó. «Significa muchas cosas. Requiere de la ayuda de mucha gente. Pero sobre todo, se necesita de un espacio, de un territorio donde uno se pueda levantar como machi. En la ciudad esto no es posible», respondió al tiempo que explicó que constantemente «recurren al lawen, las plantas medicinales que están en el territorio».
Lo definió como un trabajo espiritual, un proceso en el cual «uno entra en trance. Bajan las fuerzas del territorio y los ancestros que entregan consejos para guiarnos. Pero un machi no puede levantarse solo. Necesita de ayudantes y de la familia».
Al preguntarle cómo se manifiesta, la joven recalcó que «es algo que no se elige. Es algo que viene de la generaciones anteriores. Se calcula que cada cuatro generaciones, vuelve a renacer ese espíritu. En la familia de mi papá, por ejemplo, había una machi, pero no la reconocían como tal y la trataban de bruja«.
Lilen contó que, cuando todavía concurría al jardín de infantes, sufría constantes dolores de cabeza. «Mis padres no sabían qué me pasaba. Me llevaron al hospital y no me encontraron nada. Me llevaron a un machi que estaba atendiendo en Bariloche y me dijo que tenía una enfermedad espiritual. Me dio lawen y estuve mejor un tiempo», relató.
Dijo que años después, se atendió con otra machi de Chile que le manifestó que «tenía el pulli (espíritu) de machi». «Me dijo que mi pulli no estaba apurado por manifestarse. Que podía seguir siendo niña. A los 12 años empecé con fuertes dolores de cabeza y huesos y se fue manifestando mi pulli para asumir los deberes de machi», contó. Manifestó que lleva adelante ese proceso acompañada por el machi Cristóbal, de Chile. «Esto lleva años de aprendizaje: aprender la lengua, los remedios. Surgen dificultades que, a uno, lo hacen retroceder en este camino. Por eso son tantos años«, especificó.
¿Cuándo se termina el proceso? Lilen dijo que culmina «una vez que el machi Cristobal, mi guía, hace trance y los espíritus del lugar definen cuándo y cómo. Sucederá cuando me vean preparada».
Lilen lamenta haber abandonado el predio en Cuesta del Ternero: «Fue complicado. Doloroso. Tener que dejar mi casa, mi espacio, mi rewe. Todavía duele pensar que no sabemos cuándo vamos a poder volver a nuestro lugar. Pero estoy firme, bien acompañada y eso me hace estar bien».
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