Desafío en rollers por las rutas del Alto Valle: 40 patinadores lograron la meta de 60 kilómetros
Un grupo de Río Negro y Neuquén se propuso la iniciativa de llegar desde Allen a Paso Córdoba. El sol de otoñol es regaló una aventura única, pero también de riesgo. Los beneficios del rollear.
El otoño en el Alto Valle se aprecia patinando. Fotos: gentileza.
“Es un desafío de distancia», contó Julio Ángel Lagunas, uno de los referentes de “Rolleros Free”, un grupo autoconvocado de fanáticos de este deporte sobre ruedas, de Neuquén.
Desde esta agrupación autoconvocada que ya tiene más de diez años de trayectoria, surgió la iniciativa de las “rolleadas” por distintas rutas y caminos de la región. Se trata de maratones de rollers, no competitivas y organizadas con un fin social y deportivo. Hace tres años consecutivos las realizan.
Este año lo hicieron el 1 de mayo, día del trabajador. La aventura congregó a 40 personas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén y les permitió percibir y disfrutar del otoño en las chacras con los cinco sentidos. Viajaron en patines desde Allen hasta Paso Córdoba (Roca), un total de 60 kilómetros de ida y vuelta a bordo de rollers.
Hubo participantes de Neuquén, Cipolletti, Cinco Saltos, Fernández Oro, Roca y Villa Regina y fue la más concurrida. Hubo personas de 18 hasta 50 años. “No hay edad para rollear”, aseguraron los protagonistas en una entrevista con Diario RÍO NEGRO.
El punto de encuentro fue una estación de servicio de Allen sobre la Ruta Nacional 22 y el destino, el río Negro, en Paso Córdoba. Fueron más de dos cuadras coloridas de patinadores, en filas. Nadie superó los 20 kilómetros por hora. La mayoría llegó a destino en dos horas más las dos horas y media del regreso, con signos de agotamiento.
Algunos ciclistas que encontraron en el camino se sumaron a acompañar algunos kilómetros. Los vehículos que pasaban, saludaban, aplaudían, tocaban bocina. Llamó la atención de los transeúntes. «Otros esperaban al costado de la ruta para que pasemos tranquilos y filmaban”, recalcó Luján.
Los rolleros tienen pautas de circulación en rutas. Siempre viajan por el lado derecho. Van coordinados y con una voz de mando que guía, avisa y lanza las precauciones. «La verdad que fue un logro total, muy bien organizado”, contó Ángel (49), quien hace 13 años practica roller. Además, hace trekking de montaña y en su día a día trabaja como martillero público.
“Una vez que te pusiste los roller no hay vuelta atrás”, contó Luján Sánchez, una de las patinadoras. Lujan tiene 40 años, es docente y licenciada en Recursos Humanos y por primera vez se animó al desafío y llegó a la meta. Ella empezó roller para salir de la rutina, para ejercitarse y lo mantiene hace siete años.
“Somos los que nos gusta la velocidad, sentir el aire en el cuerpo, en el pelo, en la cara, sentir el sol”, dijo y lo comparó con otras disciplinas. “Otros deportes son estáticos porque hay una cancha y límites: acá no hay límite. Le pones la velocidad que quieras, cuando quieras, haga frío, calor, lluvia. El año pasado salimos nevando”, reveló.
“Allen-Paso Córdoba fue realmente un desafío, porque es uno mismo con sus piernas y los patines. Es una actividad muy personal, pero a la vez es algo muy lindo para compartir con más gente», comentó Daniela Migliarini, otra de las participantes.
Vive en Neuquen y tiene 35 años, es técnica dental y rolera. Desde que era una niña, patinaba, pero le faltaba mucho por aprender. Un día, pasó de casualidad frente a una clase y se anotó en una escuelita. Hoy es especialista en descensos, lo que se conoce como “Downhill in line”: el descenso en velocidad.
“El patín me ha cambiado mucho la vida. Cuando patino siento mucha liberación. Es como si mi mente se pusiera en blanco y disfruto del sol en la cara, el viento, la brisa. Es una actividad que uno se siente muy libre. Y es algo que me desconecta del mundo”.
Para Luján, es una disciplina en la que se trabaja el aquí y el ahora. “Si estás pensando en el trabajo, en lo que tenés que hacer, te caés”, expresó entre risas. Estar conectado con el presente porque “es de riesgo», contó Lujan. Hay velocidad, saltos, todo tipo de estilos dentro del deporte.
Los roleros también son extremos: los miércoles por la noche, hay quienes suben hasta Alta Barda y descienden hasta el museo, donde la adrenalina es la protagonista ganando altas velocidades por el asfalto.
Caravana en rollers: seguridad y logística
La travesía estuvo organizada bajo parámetros de seguridad en coordinación con la Policía de Tránsito, institución a la que informaron para garantizar la circulación de todos. “Esto se hace a conciencia. Con mucha responsabilidad y seguridad (…) Hubo mucha aceptación y convocatoria», destacó Ángel.
La caravana contó con la asistencia de camionetas que fueron marcando el paso, haciendo logística y administrando provisiones y agua, para el almuerzo. Todos los participantes llevaban elementos de protección personal, casco, rodillera, codera, ya que se trata de un deporte de riesgo y en eso, no ceden.
Caravana en rollers: los orígenes del grupo y escuelas
Todo empezó en 2011 cuando una deportista, Malena, fue una de las pioneras creando un grupo inspirado en la disciplina que se realizaba en Buenos Aires, porque en Neuquén nadie la practicaba, según expresaron.
Luego, en 2016 se conformó «Rolleros Free” que con los años desemboca en cuatro escuelitas de formación de distintos niveles, de la mano de las patinadoras más expertas, para los que nuevos curiosos de este deporte. “De patín carrera hay escuelas, pero de esta disciplina no”, contó Ángel.
Los roleros realizan salidas autoconvocadas en el paseo de la costa o por distintas zonas. Cipolletti es otro de sus puntos de encuentro. Para ver todas las actividades que realizan se puede consultar en sus redes sociales: instagram rollerosfree_nqn.
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“Es un desafío de distancia", contó Julio Ángel Lagunas, uno de los referentes de “Rolleros Free”, un grupo autoconvocado de fanáticos de este deporte sobre ruedas, de Neuquén.
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