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El fotógrafo de Cipolletti que redescubrió las playas del Puerto SAE a través de su cámara: «no imagino un presente mejor»

Walter Castro Véliz retrata a la fauna marina y los paisajes de la zona. Hoy está radicado en la villa pesquera, pero sueña con seguir viajando. "Elegir vivir acá está entre lo mejor que me pasó" dice

Pasaron muchos años para que Walter Castro Véliz se reencontrara con la costa tranquila del Puerto San Antonio San Antonio Este, ese lugar mágico que está a 65 km de Las Grutas por ruta 3. Cuando lo hizo ya miraba el mar a través de la lente de su cámara, y la fotografía y el video eran su forma de conectarse con el mundo. Hoy, con un amor y el entusiasmo intacto por capturar la esencia del paisaje, reconoce que «elegir vivir acá está entre lo mejor que me pasó». Aunque sus ganas de sumar millas y aventuras no se acabaron.


Llegó a la villa pesquera hace cuatro años, que fueron suficientes para que sus imágenes de fauna marina se hicieran populares, porque tiene la sutileza de eternizar, con detalle, momentos irrepetibles. A saber: lobos marinos retozando en las olas con sus bigotes llenos de espuma, aves captadas a punto de devorar un pez, ballenas alimentando a sus crías…Es que como el retrato es otra de sus pasiones, trasladó a los animalitos que habitan el Golfo San Matías ese afán por captar gestos que definan todo, en apenas un click.

Lobitos marinos en acción. Las fotos de Walter captan momentos únicos


Hoy sus fotos pasan de celular a celular, e ilustran el material publicitario de varias firmas turísticas de la zona.

Ternura marina. Otra de las imágenes que logró el cipoleño


«Disfruto mucho de estar frente al mar, y de salir con la cámara a buscar esos momentos, que acá se dan a cada rato. Porque esta playa es muy especial» explicó el hombre, de 42 años.

Almuerzo en el mar. La cámara de Walter siempre está atenta a estos momentos


Walter nació en Cipolletti, pero sus veranos transcurrían en el Puerto. Su familia (padres y tres hermanos) llegaban con una casilla y acampaban durante gran parte de la temporada, en momentos en los que las playas portuarias no estaban dentro del radar del turismo masivo, y eran mucho más agrestes y calmas. «Ya adolescente viajaba solo con mis amigos a Las Grutas. Pero esos veranos en el Puerto, jugando con mis hermanos en el mar, están entre los recuerdos más lindos» reconoció, emocionado.


Por entonces la que tomaba fotos era su mamá, y él todavía no había decubierto que la fotografía sería una de esas pasiones. Eso llegó en La Plata, Buenos Aires, cuándo viajó para estudiar psicología y una cámara digital le hizo cambiar los planes.


«Se la había comprado mi novia de entonces. Recuerdo que salí a pasear para probarla y me encontré con un acto organizado por ex combatientes de Malvinas. Empecé a tomar imágenes y después me quedé hablando con ellos. Hubo algo en eso de relacionarme a través de la imagen que me movilizó mucho» recordó.

Walter está radicado en en Puerto San Antonio Este. Sus fotos llegaron a publicaciones especializadas


Esa experiencia fue tan fuerte que siguió experimentando con la fotografía, y regresó a Cipolletti dispuesto a cambiar de carrera. «Arranqué diseño gráfico. También me contacté con la fundación ‘Manos que Ayudan’ y, ad honorem, cubrí sus viajes y actividades solidarias. Eso me hizo entusiasmar más con las fotos, y apareció la filmación de videos» apuntó.


Después llegó un ‘volantazo’. Consiguió trabajo en un yacimiento petrolero y la posibilidad de crecimiento económico lo tentó. «No fue fácil. Hacíamos maniobras de control que nos obligaban a estar ‘en campo’, viviendo en trailers». Ahí descubrió que la fotografía también podía ser su tabla de salvación. «Salía con una lente ‘macro’ a fotografiar insectos. Eso me ayudaba a distender».


Con el dinero que juntó hizo el primer viaje al exterior. Antes vivió su primera muestra, exponiendo las imágenes que logró con ‘Manos que Ayudan’. «Fue emocionante» dijo.


Cuba fue el país elegido para pasear sus ganas de ‘fotear’, y al regresar de ese viaje lo hizo con la intención de seguir conociendo mundo. «Por un tiempo seguí con el petróleo, pero sabía que México sería mi próximo destino».

El cielo y su magia. Otra imagen increíble


Ese país le abrió puertas. Ahí empezó a trabajar en fotografía turística y se puso en pareja con una joven austríaca con la que recorrería parte de Europa. «Estuve ocho meses, gran parte de ellos en la Riviera Maya. Cuándo volví lo hice con mi nueva novia, pero ese regreso a Argentina fue fugaz. De Cipolletti partimos para Austria» rememoró.


A partir de allí su cámara fue su medio de vida. Dio cursos y talleres exprés de fotografía, que comercializaba a través de las redes, y hasta se convirtió en el fotógrafo oficial de un reconocido centro de sky, ubicado en el principado de Andorra, en Los Pirineos. Marruecos fue otro de los lugares que lo enamoró. «Pasé 4 años entre un lugar y otro. Pero llegó la Pandemia y decidí volver, porque además extrañaba a mi gente. Volví solo, porque ya me había separado» relató.


En ese regreso ocurrió la magia. Sus padres habían decidido mudarse al Puerto San Antonio Este, y a él lo contrataron para tomar fotos de los atractivos de Río Negro, en medio de la paulatina recuperación de la actividad turística, en el último tramo del cierre al que había obligado el Covid.

Walter en acción. El mar es su segunda casa


«Me reencontré con ellos y con estas playas. Esta vez a través de la lente de mi cámara. Y ese mar calmo me impactó» contó, entusiasmado.


Hoy pasa sus días entre el amor de Belén (la chica portuaria que le robó el corazón) el disfrute de sus padres y la fotografía. «No imagino un presente mejor» finalizó, feliz.


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