De los desechos de las sidreras a un producto que reemplaza fungicidas: el invento de Florencia desde Neuquén

Es ingeniera en Biotecnología graduada de dos universidades públicas, Universidad Nacional de Río Negro y Universidad Nacional del Comahue. Miembro del Conicet, experimenta con levadura orgánica para posicionar la producción del Alto Valle en la cima del mercado internacional.

Florencia Gorondo se recibió de ingeniera en Biotecnología. Hoy, ya transcurriendo un posdoctorado, perfecciona su trabajo original que la llevó a ser miembro del Conicet: una levadura derivada de desechos orgánicos para evitar el uso de fungicidas químicos para que las frutas del Alto Valle que se exporten al mundo, lleguen en mejores condiciones, sin aditamentos peligros para la salud humana y sin contaminar el medio ambiente. También estudia la posibilidad de que el producto pueda ser exportado a las zonas productivas de todo el planeta.

La científica nacida en Neuquén, se recibió de su carrera de grado en la sede de Villa Regina de la Universidad de Río Negro. Luego cursó un doctorado en Biotecnología, con una beca del Conicet, en la Universidad Nacional del Comahue. Su carrera le permitía orientarse hacia las ramas de la elaboración de medicamentos o hacia el petróleo. Pero su entusiasmo estaba puesto en otro lado.

«Cuando estudiaba la carrera en Regina siempre me gustó la parte más orientada al medio ambiente. Cuando me recibí me volví a Neuquén e hice un curso en Plaza Huincul sobre bioprocesos, que es el uso de bioreactores para hacer crecer ese tipo de microorganismos y conocí unos chicos que me dijeron que vaya al Probien (Instituto de Investigación y Desarrollo en Ingeniería de Procesos, Biotecnología y Energías Alternativas) que es el lugar donde estoy trabajando ahora que integran el Conicet y la UNCo (Universidad Nacional del Comahue) y ahí dije ésto es lo que quiero hacer», contó Florencia.

La Biotecnología es una rama de la ingeniera que utiliza microorganismos, células animales o vegetales o de derivados de ellos para desarrollar una tecnología o generar un producto que aporte un beneficio para la sociedad. Y ahí comenzó el proyecto de Florencia, quien contó que desde niña tuvo una fuerte inclinación por el medio ambiente.

El estudio que revoluciona el mundo de los galpones de empaque


Durante su doctorado se enfocó en optimizar el crecimiento de una levadura que según explicó, es utilizada como agente de control biológico. «Es un microorganismo que evita que ciertos productos, en este caso frutas, se enfermen con los típicos hongos que crecen cuando la dejas en la heladera mucho tiempo. Se estudió que no tiene efectos adversos sobre la salud humana y la salud del medio ambiente. Sería como un reemplazo a los fungicidas químicos que se utilizan actualmente y que sabemos que tienen un montón de problemas asociados a los consumidores y al medio ambiente», explicó.

La científica detalló que utiliza los desechos de otras industrias alimenticias como sidreras de la región y empresas lácteas para hacer crecer la levadura, «porque como todo ser vivo también necesita fuentes de carbono y energía. Obtengo grandes cantidades de la levadura y una vez que la hice crecer ahí voy a los galpones de empaque y aplico la levadura sobre la fruta».

Sus ensayos iniciales se realizaron principalmente en la poscosecha de peras y manzanas y todo tiene una explicación. «El problema que tienen acá los productores es que la demanda que hay en otros países, generalmente en el hemisferio norte es a contraestación. Nosotros cosechamos en febrero-marzo la fruta pero en el hemisferio norte la demandan es en junio-julio cuando es verano allá. Entonces los productores tienen que tenerla todo ese tiempo hasta que la exportan en cámaras frigoríferas y se generan grandes pérdidas por estos hongos patógenos que contaminan la producción. La idea es que esta levadura se aplique en frutas poscosecha y salga la fruta en julio con la menor contaminación posible».

La levadura se aplica sobre las frutas en los galpones. Foto: Gentileza

Todo su proyecto aún está en la etapa experimental pero dando buenos resultados con miras al futuro. En estos años, desde el laboratorio Probien, donde desarrollan está técnica van los primeros días a los galpones de empaque y rocían la fruta para probar su efectividad. «Volvemos a mediados de septiembre u octubre que es cuando los galpones apagan las cámaras frigoríferas. En ese periodo de conservación llegamos y controlamos fruta por fruta y vemos si la levadura es capaz de disminuir los patógenos», comentó la profesional. Hasta ahora los resultados son por demás positivos. Y por eso, Florencia Gorondo y su equipo se está animando a más.

Pensar en grande: busca exportar la producción de levadura «made in Neuquén»


Los estudios locales dieron «buenos frutos». Ahora se viene la etapa del posdoctorado. Florencia está trabajando en aumentar la escala de producción de esta levadura orgánica no solo para abastecer a todos los productores de la zona, sino también para comercializar el producto «made in Neuquén».

«En el Probien tenemos un laboratorio para hacer crecer esta levadura con una capacidad máxima de 12 litros. Imaginate que alrededor de 400 mil o más toneladas de frutas se procesan en el Alto Valle, entonces 12 litros no me alcanzan para mucho. La idea es ir aumentando el volumen de producción. Cuando hice el doctorado fui al instituto del Conicet en Tucumán, a una planta piloto donde tienen reactores más grandes, hice la producción a mayor escala y ahora sigo haciendo otras pruebas para ver qué podemos hacer acá», dijo Gorondo.

El problema del financiamiento en estos tiempos, por supuesto es un gran obstáculo para todos los desarrollos científicos y el de Florencia no escapa a eso. La ciencia está desfinanciada por el Estado Nacional, al igual que todas las universidades públicas que lanzaron al mundo estos investigadores e investigadoras. Pero esta ingeniera en Biotecnología no pierde la esperanza ni la fuerza de trabajo porque está probando nuevas alternativas.

Florencia Gorondo busca exportar esta innovación creada en Neuquén. Foto: Gentileza

Además, de trabajar para vender este producto para que los productores conserven su producción por más tiempo y aumenten sus capacidades de exportación, Florencia Gorondo piensa en un producto que mira al mundo.

«Esta levadura la podés tener hidratada como el cubito para hacer pan o la podes conseguir en polvo. Pero para que una levadura sea viable después del proceso de secado tenés que hacer un periodo de prueba porque hay levaduras que son más susceptibles a los procesos de secado y otras que no tanto. Si logramos optimizar la parte de secado podríamos obtener una levadura que sea más fácil de transportar para almacenar, comercializar y seguir con la parte de escalado», fue contundente.

Para poder lograr esto, la científica aseguró que están buscando empresas que quieran producir las levaduras en mayor escala. «Estamos todo el tiempo buscando algún productor o empresa que esté dispuesto a ampliar su gama de productos para sumar el nuestro», dijo.

Actualmente están en contacto con productores de levadura de cerveza de Santa Fe que quieren ampliar su carta de productos. La concreción de esta nueva propuesta es parte del trabajo posdoctorado de Florencia.

Y si todo su trabajo se materializa y si se consigue financiamiento para apoyar las propuestas y si la ciencia sigue siendo valorada, el proyecto de levadura orgánica para reemplazar a los fungicidas químicos, se podría aplicar a otras variedades de frutas y a las verduras.

«Lo podría utilizar cualquier persona que en su casa tenga una huerta. La idea es también hacer pruebas en otras frutas para analizar la composición de todas las levaduras que se pueden hacer. Habría que hacer pruebas pero el horizonte se ve infinito. Esta levadura puede servir para tomate o para kiwi», concluyó.


Florencia Gorondo se recibió de ingeniera en Biotecnología. Hoy, ya transcurriendo un posdoctorado, perfecciona su trabajo original que la llevó a ser miembro del Conicet: una levadura derivada de desechos orgánicos para evitar el uso de fungicidas químicos para que las frutas del Alto Valle que se exporten al mundo, lleguen en mejores condiciones, sin aditamentos peligros para la salud humana y sin contaminar el medio ambiente. También estudia la posibilidad de que el producto pueda ser exportado a las zonas productivas de todo el planeta.

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