Focos de invasión del conejo europeo en Río Negro: evalúan como erradicarlo
Este mamífero exótico se propaga rápidamente y genera estragos en las áreas naturales y productivas. En Chile y Nueva Zelanda lo erradicaron con "un control biológico".
La invasión del conejo europeo -proveniente de la Península Ibérica- se volvió un problema para países como Australia, Nueva Zelanda y Chile que ya lograron controlar la plaga. Allá por 1930, la especie se introdujo en Ushuaia, en Tierra del Fuego, pero rápidamente se volvió una amenaza para la biodiversidad y un problema para la producción agropecuaria. Ya era demasiado tarde porque la población se propagó hacia el norte del país.
Río Negro padece la presencia del conejo europeo en la zona cordillerana, del Alto Valle y Valle Medio desde hace tiempo, pero en los últimos años, proliferan las denuncias de productores en el área de Villa Llanquín, a 25 kilómetros de Bariloche, ante los daños que registran.
Este mamífero es de color gris, tiene la panza blanca, mide entre 35 y 45 centímetros y no supera los 2 kilos y medio. Es más chico que la liebre y tiene orejas más cortas.
«En un principio, la idea fue aprovechar la carne, la piel y el cuero, pero se asilvestraron y como tienen una gran capacidad reproductiva, el crecimiento de la población es exponencial y se fue expandiendo su área de distribución«, indicó Roberto Espósito, subsecretario de Fauna Silvestre de Río Negro.
La principal época de parición es primavera y otoño. Pero una hembra puede reproducirse cada 40 días y tener hasta cinco crías.
En diciembre del 2020 la Secretaría de Ambiente de Nación emitió una resolución en la que se categorizaba al conejo europeo como una especie perjudicial para los ambientes naturales y la actividad productiva. De esta forma, se prohibió la importación, el tránsito interjurisdiccional, la cría y el comercio en jurisdicción federal de poblaciones silvestres del conejo europeo. Además, facultaba a la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente a coordinar acciones junto con las autoridades provinciales focalizadas en la prevención, el control o la erradicación de las poblaciones silvestres del conejo europeo.
Espósito los definió como «muy invasivos» y con un «impacto negativo» ya que hacen cuevas y madrigueras y dañan las raíces y las pasturas en la zona de montes, destruyendo lugares naturales de la fauna autóctona y sectores productivos. «Es un animal muy bonito pero causan un daño enorme en las pasturas de la ganadería. Además, compite con la fauna local por la alimentación basada en raíces«, señaló el funcionario.
El conejo tiene depredadores naturales -como el zorro gris- que ayuda al control, aunque como su tasa de reproducción es tan alta, esto no alcanza y se siguen multiplicando.
Estudian un plan de control
Si bien es un problema latente desde hace años, la población de conejos se ha incrementado especialmente en Villa Llanquín lo que llevó a evaluar la situación en detalle para elaborar un plan de manejo.
«Desde 2020, registramos una gran cantidad de familias de conejos silvestres básicamente sobre el curso del río Limay Medio. Hay denuncias de productores y, a la vez, hay avistajes en las áreas protegidas. Fácilmente se pueden ver los daños en los montes«, detalló Espósito.
Si bien la población no ha sido cuantificada, ante una problemática que crece, las autoridades de Fauna y Ambiente de Río Negro trabajan para determinar su área de distribución y el plan de manejo más conveniente.
Espósito puso ejemplo el caso de Nueva Zelanda y Chile, donde se logró un control «biológico» de la población. «Se inocula un virus propio de la especie -virus de la mixomatosis- que produce la mortalidad. Tiene un 95% de efectividad. Sin embargo, en Argentina, el control biológico no está contemplado. La legislación no lo permite«, advirtió y, añadió: «La inoculación de partículas biológicas -o el virus- debe estar regulado porque hay que evitar la diseminación. Si bien se pone el acento en estas especies silvestres, se podría traspasar la barrera y afectar a las especies domésticas de conejos. Por eso, está descartado».
Hoy, la caza resulta el único método de control, pero no alcanza para controlar la población de conejos. También se ha evaluado la colocación de trampas o el uso de cebos tóxicos -aunque esto podría traer efectos colaterales, afectando a otras especies como la mara-.
«Seguramente avancemos por la captura de animales vivos, con trampas, manteniendo la caza deportiva que autoriza la captura de la especie desde hace 10 años», concluyó el funcionario.
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