El investigador «caza jabalíes» de la costa atlántica llega a Bariloche para controlar la población
Martín Abad es médico veterinario y técnico del INTA. Años atrás comenzó a investigar al jabalí por los graves destrozos que genera en los campos y diseñó diversas trampas para capturarlos.
El médico veterinario Martín Abad logró capturar 76 jabalíes el año pasado en la zona de Carmen de Patagones y Viedma, a través de trampas y en lo que va de este año, lleva 37. Su experiencia y conocimiento científico de esta especie exótica invasora hizo que el subsecretario de Fauna de Río Negro, Roberto Espósito, lo convocara para evaluar la forma de atrapar los animales que merodean y preocupan en la zona del Llao Llao, al oeste de Bariloche.
Los responsables de la cancha de Golf del emblemático hotel relataron que constantemente detectan sectores destruidos, con la tierra levantada; mientras que el subsecretario de Planeamiento de la Municipalidad confirmó que “hay una manada de 12 o 15 jabalíes que andan dando vueltas en ese sector hasta el Puente Romano. Lo decimos porque se los ve. Y hay otra manada en la zona de Bahía López y el Cementerio del Montañés”. El mayor movimiento es durante el atardecer, la noche y la madrugada, y el temor es que los animales se topen con trabajadores o turistas que suelen recorrer esa zona.
“No se sabe exactamente cuántos hay en la región. Se quiere hacer una estimación, pero no es para nada sencillo porque no es como el guanaco que anda de día. Los jabalíes salen de noche. Pero se intenta hacer una estimación del daño potencial que podrían producir si no se hace nada”, planteó Abad, técnico extensionista de la Agencia de Extensión Rural del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en Patagones que, estaba abocado a los productores de ovinos, hasta que el jabalí comenzó a provocar estragos en la zona atacando principalmente a los corderos.
Allá por 2018, Abad puso la mirada en los jabalíes porque la población aumentó exponencialmente en Patagones. “Esta especie se caracteriza por aumentar su población dos o tres veces al año. Son omnívoros -comen todo-, aunque tienen preferencia por los vegetales o granos. Pero manotean lo que venga. Ese año fue complicado, seco y había poco alimento en el entorno. El chancho generó mucho daño entre las ovejas”, recordó Abad.
En ese momento, estos cerdos generaron un impacto entre los corderos de los que no quedaba “ningún rastro”: “Se los comen enteros -advirtió-, no dejan ni el cuero, a diferencia de otros predadores como el zorro o el puma que andan por la zona».
El jabalí, al ser exótico, no tiene predadores naturales, como el oso, el lobo o los grandes felinos. En ocasiones, algún puma puede cazar a sus crías. De modo que el control poblacional depende solo del hombre.
Sin embargo, la caza control y la deportiva no han tenido un gran impacto hasta ahora pese a que se habilitó la práctica en provincia de Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza, La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Córdoba, Corrientes, San Luis y Santa Fe.
“Sucede que hay que salir a cazar por la noche y cuesta encontrarlos en campos de, quizás, 2 mil hectáreas. El jabalí tiene ojos pequeños y no posee la membrana ubicada detrás de la retina que amplifica la visión nocturna. Entonces, no se ven los ojos iluminados ante la presencia de la luz, como ocurre con el zorro, la liebre, la oveja o la vaca, lo que dificulta verlo en la noche”, especificó.
Jaulas trampa
Abad se propuso comenzar a trabajar en un plan de manejo integral para disminuir la población y, por ende, “las pérdidas por predación”. Investigadores de la Universidad del Sur de Bahía Blanca probaron el uso de luces en los alambrados que generan destellos. Pero no dieron resultados. Hubo quienes probaron con perros “protectores de ganado”. Tampoco funcionó del todo.

Desde hace años, Abad trabaja en el diseño de jaulas trampa, con diversos sistemas de cierre y cebos. Detectó que las circulares confeccionadas con postes y alambre tejido, con puertas abatibles fijadas arriba de la entrada, son las que mejores resultados arrojaron hasta ahora. Los jabalíes, acotó, se interesan más por los cebos con alto contenido de almidón, como la cebada y el trigo.
“Vas cebando al animal para que vaya tomando confianza y cuando ya lo está, activás la trampa para capturar a la cuadrilla entera”, agregó.
El animal entra a comer, se activa el sistema de cierre y queda encerrado. Pero primero se intenta que tome confianza con el lugar para que ingresen la mayor cantidad de ejemplares posible. «Entran como máximo 15 animales, por eso las jaulas tienen como 8 metros de diámetro. Al no haber una sala de faena habilitada para llevar el jabalí, queda en manos del que lo caza qué hacer con el animal. Por lo general, en Patagones esto se da en campos privados», comentó.
El jabalí es considerada como una de las especies exóticas invasoras más dañinas. Tiene una alta capacidad de adaptación a cualquier ambiente y puede aumentar la población entre a dos o tres veces por año. “En Argentina se cruzó con el chancho doméstico y puede tener hasta ocho crías. A la vez, son más grandes”, indicó.
Deambulan todo el año en busca de alimento, asearse y reproducirse. Pero durante el otoño e invierno, suelen verse cuadrillas de machos juveniles y hembras adultas con crías. Durante el verano, en cambio, prevalecen los machos solitarios.
Cuando marchan en busca de comida, dicen los investigadores, suelen manejarse en grupos «aunque de una manera un poco desordenada». Una vez que la encuentran, de acuerdo que puede observarse en las cámaras trampa y con los visores nocturnos, algunos ejemplares más confiados se ponen a comer de inmediato; mientras que otros esperan a sentirse confiados. Ante ruidos extraños, salen corriendo.
Abad citó algunos estudios científicos, según los cuales, “las extracciones anuales del 50 al 60% de los ejemplares existentes podrían mantener una población estable, extracciones por encima de estos valores disminuirían la población y, por debajo, las población continuarán aumentando”.
Encuestas entre los productores revelaron todo tipo de percepciones acerca del jabalí. Hay quienes lo ven como un recurso del cual se puede aprovechar la carne «para comerla en fresco o en embutidos»; otros lo consideran un problema porque los jabalíes se comen las ovejas y corderos, arruinan los sembrados y destruyen las chacras. También están quienes se quejan de los cazadores que ingresan intempestivamente a los campos de noche con perros y camionetas. Pero a la vez, los jabalíes generan accidentes en las rutas y la carne puede transmitir la triquinosis.

La historia y el avance del jabalí
El jabalí, originario de Asia y el norte de África, fue introducido a Argentina por Pedro Luro en 1909, con la intención de armar un coto de caza en el establecimiento agropecuario San Huberto en La Pampa. Para esto importó 17 animales que fueron liberados en un predio de 800 hectáreas. Al escaparse, se fueron expandiendo.
Las poblaciones de jabalíes se fueron moviendo en busca de alimentos y por los incendios de pastizales. Además, al no tener predadores naturales como el lobo, el águila y el oso, el control quedó en manos del hombre. Por otro lado, el jabalí se cruzó con los cerdos domésticos y de esta forma, creció la cantidad de crías.
Hoy, los jabalíes están en 16 de las 24 jurisdicciones del país. El investigador adjunto del Conicet Sebastián Ballari explicó que, en la mayoría de las provincias afectadas de la Argentina, la caza del jabalí se encuentra habilitada bajo distintas categorías: caza deportiva, plaguicida o comercial.

A pesar ser muy reconocida como especie problemática, algunas provincias (como La Rioja y San Juan) mantienen la prohibición de su caza deportiva. Otras permiten su caza sin restricciones de veda o cupo (como Chubut, Córdoba, Corrientes, Mendoza, San Luis y Santa Fe); mientras que en Río Negro, donde la especie es muy abundante, se permite su caza durante todo el año, pero con un cupo por cazador.
En Tierra del Fuego y Chaco, aunque existen poblaciones de jabalí, las normativas no contemplan su caza. Buenos Aires habilitó la caza plaguicida.
El avance rápido en Bariloche
En 2011, una pareja de chanchos jabalíes ingresó al área de seguridad del aeropuerto internacional de Bariloche, luego de romper el cerco perimetral. Tiempo después, un jabalí mordió la pierna de un turista santiagueño en un camping de la zona del lago Mascardi y en 2018, se detectaron animales en el barrio Costa del Sol, al este de Bariloche. En ese momento, Parques Naciones colocó jaulas y se logró capturar a uno de ellos.

Al ser consultado, el ambientalista y técnico rural Gastón Marchioli reconoció que preocupaba la presencia de jabalíes en la zona del cerro Ventana, al sur de Bariloche, y planteó la posibilidad de que en el corto plazo lleguen al vertedero, ubicado a unos 7 kilómetros del centro de la ciudad, en busca de alimentos. «Es un animal sin control», definió a diario RIO NEGRO en ese momento, lo que le valió muchas críticas.
Pero el tiempo le dio la razón. Los animales ya llegaron al Parque Municipal Llao Llao, uno de los lugares más transitados por los turistas. Allen admitió que la situación no es nueva y que el jabalí está presente en esa zona desde hace dos décadas.
El médico veterinario Martín Abad logró capturar 76 jabalíes el año pasado en la zona de Carmen de Patagones y Viedma, a través de trampas y en lo que va de este año, lleva 37. Su experiencia y conocimiento científico de esta especie exótica invasora hizo que el subsecretario de Fauna de Río Negro, Roberto Espósito, lo convocara para evaluar la forma de atrapar los animales que merodean y preocupan en la zona del Llao Llao, al oeste de Bariloche.
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