Fortaleza y resiliencia: tres desafíos que sacaron lo mejor de la Cámara de Turismo de Bariloche

Enfermedades, variables económicas y hasta desastres naturales hicieron que la ciudad más grande de Río Negro, que depende exclusivamente del turismo, tuviera que encontrar salidas urgentes. Hoy se ven los frutos.

El regreso de los grupos de egresados, cuando comenzaron a levantarse las restricciones de la pandemia. Foto: Archivo Río Negro.

La Cámara local de Turismo, que cumple 40 años y que nuclea a todos los sectores involucrados en la recepción de visitantes, tuvo que afinar estrategias para sostener los engranajes en movimiento, aún cuando el freno a la llegada de turistas no dependiera de ellos.

Recuperar convocatoria tras la crisis 2001 – 2002


Panorama complejo en esos meses del 2001. Foto: Archivo Río Negro.

“El paisaje espectacular que tenemos acá tracciona gente”, reconoció Héctor Barberis, expresidente de la entidad y del EMPROTUR (Ente Mixto de Promoción Turística). Como sus colegas, afirma que desde el comienzo “tratamos de ser lo más profesionales posibles en torno a nuestra ‘razón de ciudad’”, pero hubo definiciones externas que los afectaron directamente, motivándolos a buscar soluciones, mesas de diálogo, trabajo conjunto y solicitudes de medidas ante las autoridades de la esfera municipal, provincial y nacional.

La crisis del 2001 fue una de esas épocas en las que la variable cambiaria trajo complicaciones. “Un dólar barato generó que los argentinos se fueran afuera del país y los extranjeros no vinieran, con lo cual se generó un cóctel explosivo, que ya no dependía de nosotros”, recordó Barberis.

“Pudimos remontar el barrilete, trabajando por el destino, mejorándolo en todo sentido, en calidad de atención, precios y en la necesidad de equilibrar la oferta”,

afirmó el empresario.

En aquel entonces, se aplicó además un relevamiento para determinar el perfil de los visitantes, los medios que utilizaron para buscar información y llegar hasta la ciudad, además del nivel de gasto y el de satisfacción por los servicios recibidos, para poder contar con parámetros a seguir.

Héctor Barberis (a la derecha, con campera de abrigo) y Belén Bertone, parte de la conducción que pasó por la Cámara.

Las cifras de esos años hablan de la recuperación: según lo registrado en el Archivo de RÍO NEGRO y tomando como referencia el mes de Septiembre, el área de estadísticas de la Secretaría de Turismo señalaba que durante el mismo mes del año 2000 se había registrado un ingreso de 60.385 pasajeros, en el 2001 lo hicieron 54.622, en 2002 arribaron 55.524 pasajeros, y en el año 2003, se volvió a marcas más esperanzadoras, con 60.535 turistas eligiendo a Bariloche como destino.

Para 2004, desde la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina, ya reconocían que “el turismo era una de las industrias económicas que más había crecido” a nivel nacional, panorama en el que Bariloche lograba romper el techo histórico del 10% de viajeros extranjeros con el que había batallado siempre, alcanzando el 21% según el sondeo llevado a cabo.

Volver a brillar después de las cenizas del «Caulle»


Foto: Alfredo Leiva, Archivo Río Negro.

El sábado 4 de junio de 2011 la nube densa que el viento movió por 400 kilómetros, desde el complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle en Chile hasta la zona de Bariloche, trajo consigo mucho más que preocupación para los habitantes de la ciudad. Significó un freno impuesto, que no se preveía, y que paralizó cualquier tipo de actividad turística, con todo lo que eso implica para cada uno de los sectores económicos locales.

El impacto fue millonario: el turismo, la aviación y la producción ganadera sufrieron importantes pérdidas, por lo que los empresarios se abocaron a salvar lo que quedaba de la temporada. Aislados por aire durante unos seis meses, con rutas intransitables hasta que se fue logrando la limpieza necesaria, a eso se sumaron cortes masivos de electricidad y problemas con la provisión de agua potable.

Convocada una mesa multisectorial para tomar decisiones entre las distintas instituciones más relevantes, se definió en conjunto qué tipo de ayuda se iba a pedir, qué paliativos hacían falta en lo económico y en lo laboral.

“La erupción del ‘Caulle’ nos cerró Bariloche completamente ese día”,

contó Barberis.

“Ahí fue cuando la Cámara activó una gira muy grande a nivel gubernamental, llegamos hasta Presidencia, Ministerio por Ministerio, para ensamblar una medida conjunta y ver cómo sacábamos este tema adelante”, agregó.

En todos los meses que duró el fenómeno, batallando con la ceniza en suspensión que levantaba el viento y con el impedimento para las comunicaciones aéreas, Barberis recordó el valioso apoyo que recibieron desde firmas como “Aerolíneas Argentinas”. “Se trabajó mucho a nivel nacional, porque necesitábamos de todo y de todos, desde el sector privado y del sector nacional”, remarcó.

Orgulloso de lo logrado, el exdirigente señaló que recién “pudieron ver aterrizar de nuevo a un avión casi en diciembre”. A pesar de esa compleja pausa, lograron reposicionarse. “Hoy es un destino afirmado, con casi 1000 vuelos en el mes de julio, destino N°1 en Argentina para los turistas extranjeros”, reivindicó.

Cuando la salud y la economía de todos están en juego


El recuerdo del impacto que dejó el hantavirus en Bariloche. Archivo Río Negro.

“La variante ‘Andes Sur’ del hantavirus, que se propaga en la Patagonia de la Argentina y Chile, puede transmitirse entre seres humanos”, recordó hace poco un artículo publicado en la sección «Bio» de este medio. Una prueba concreta del alcance y el daño que eso podía implicar ya se registró, entre El Bolsón y Bariloche, hace 29 años, en 1996.

“La situación nos convirtió en zona donde nadie venía, prácticamente nos dejó a cero”,

evocó Barberis.

El tiempo pasó y lograron sortear el desafío asumiendo las medidas necesarias para resguardar la salud, combinando el abordaje con la labor hospitalaria y un fuerte trabajo institucional. Sin embargo, 24 años después, una nueva problemática sanitaria los obligaría a buscar nuevas salidas.

“Asumimos en septiembre de 2019”, dijo Belén García Bertone al hablar de su gestión como la primera mujer al frente de la Cámara de Turismo. Las expectativas y el deseo de estar a la altura del cargo hicieron dela decisión un gran paso, “pero nos tocó atravesar la pandemia y las circunstancias fueron otras”, reconoció esta joven referente, tercera generación en la familia relacionada con la hotelería.

“Nada de lo que te diga va a poder explicar lo que fueron esos meses”,

sostuvo en diálogo con RÍO NEGRO.

“Por un lado éramos la oreja de todos los problemas que tenían los colegas del sector, cada uno con sus necesidades, sus preocupaciones, sus angustias y por otro intentábamos gestionar alternativas de protocolos de aperturas, turismo en burbujas, por regiones, gestión de vacunas… infinidad de cosas. Bariloche era escuchado, pero sabíamos que nuestra actividad iba a ser la última”, entendió.

En ese contexto, “nuestro equipo en ese periodo fue fundamental, porque cuando a uno le toca atravesar circunstancias difíciles, lo importante es poder mirar al costado y saber que no estás solo, ellos tuvieron una garra y un empuje impresionante. Un gran equipo joven, que dejó todo”, valoró.

Hoy García Bertone entiende que “si algo nos enseñó la pandemia es que en menor o mayor medida todos vivimos del turismo y nadie se salva solo”. “Sueño con una ciudad que pueda ser ese paraíso no solo desde lo natural, sino desde la concepción del anfitrión cálido”, cerró.

El recuerdo de Belén al frente de todos los sectores. Foto: Archivo Río Negro.

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