Incendio al sur de Bariloche: «pobladores-brigadistas» de El Manso impiden el avance de las llamas
El pedido de los habitantes del paraje para intervenir en el siniestro generó reticencia de las autoridades de Parques por los riesgos que conlleva. Pero la presión de la gente propició un cambio de opinión.
«Hay aviones hidrantes que nunca llegan. ¿Esperamos que el fuego llegue a las casas para actuar? Lo que queremos es que nuestra montaña no siga ardiendo«, se lamentó Natalia Albornoz, una jujeña que se radicó en El Manso desde hace 20 años.
Los pobladores de ese paraje conviven desde hace 19 días con las llamas del incendio que se desató el 25 de diciembre pasado en la zona Los Manzanos. Llevan la cuenta día tras día cuando la angustia y la incertidumbre aumentan. Sucede que el fuego avanza poco a poco por el cerro Santa Elena y amenaza a las poblaciones más cercanas al pie de la montaña.
Ante la proximidad del fuego, los habitantes de El Manso se plantaron ante Parques Nacionales para poder intervenir como brigadistas. Pese a la reticencia inicial, unos 150 pobladores se sumaron a las brigadas que concurren a diario a la montaña; mientras las mujeres preparan las viandas en las tres escuelas de ese sector destinadas a quienes trabajan en el combate del incendio.

«Las altas temperaturas de estos días, con vientos de diversa intensidad y baja humedad generan que el fuego se propague quemando en zonas de gran pendiente, con abundante vegetación y avanzando sobre áreas ya quemadas por el fuego donde se desarrollan las arduas tareas de combate«, informa el último parte del parque nacional Nahuel Huapi.
«Con el humo no se puede respirar»
«La preocupación es general porque el fuego lo tenemos muy cerca. Está ardiendo el cerro Santa Elena y el fuego va bajando. Con los vientos es cuanto más se avivan las llamas. Está avanzando hacia ambos lados en la línea de El Manso. Con el humo no se puede respirar«, comentó Albornoz que es, a su vez, directora de la escuela 166.
Destacó el trabajo de los brigadistas de Parques Nacionales y del Servicio de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales (Splif) armando líneas de contención, «pero se necesitan aviones hidrantes y helicópteros para acompañar. En estos días, solo estuvo operando un helicóptero que tira un mínimo de agua. Pero no es suficiente. Nos habían prometido la presencia de más medios, pero nunca aparecieron. Entendemos que había otros incendios, pero necesitamos que nos escuchen«, recalcó.

Albornoz insistió en que el deseo es que «nuestro valle no se siga quemando. El fuego viene recorriendo unos 5 kilómetros y está ahí nomás de las poblaciones«. Por las noches, describió, «es increíble cómo se ven las llamas. El viento sopla, arrastra y lleva. Hay días en que no se puede respirar. Hay que atacarlo y no hay pronóstico de lluvia«.
«Pobladores-brigadistas»
En un primer momento, cuando el fuego comenzó a avanzar hacia la zona de El Manso, las autoridades de Parques Nacionales descartaron la posibilidad de que los mismos pobladores colaboraran en las tareas debido a los riesgos que se corren. Sin embargo, la indignación de la gente propició un cambio de opinión.
«Fue inmediato: apenas el fuego avanzó hacia este lugar con las primeras cortinas de humo, nos agrupamos para ver cómo podíamos colaborar«, indicó Albornoz. Aseguró que «hay esposos e hijos que hicieron mucha presión para defender su lugar y subir a la montaña. Lograron organizarse en brigadas con gente de Parques a cargo«.

Esa región depende del turismo y con el incendio, los prestadores no están pudiendo operar: «El turista no está llegando. De modo que la gente está abocada exclusivamente al incendio».
Los 150 «pobladores brigadistas» trabajan en equipo colaborando en el armado de las líneas de contención y llevan las motobombas a fin de contener los focos en la zona.
En tanto, las mujeres voluntarias colaboran con el armado de viandas y distribuyen ropa de trabajo para quienes suben a la montaña en las escuelas. «Muchas veces, bajan con los zapatos quemados. A la tarde, cuando bajan todos armamos una mesa con algo fresco y comida para recibirlos», explicó y continuó: «La gente nos pregunta cuándo empiezan las clases, pero hoy los colegios están llenos de brigadistas que duermen ahí y también se cocinan las viandas».

Albornoz comentó que es jujeña, pero vive en la región patagónica desde hace 20 años. «Adopté este lugar como mío. Sentimos una angustia enorme al ver cómo avanza el fuego, hay pobladores que están más cerca del fuego y tienen sus autos preparados con todo adentro por las dudas. Hay mucha impotencia: se hace lo que se puede, pero faltan más aviones», recalcó.
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