Juan, de gerente de supermercado a ser el Papa Noel del Centro Cívico de Bariloche
Desde hace ocho años, Juan recibe a los niños que le entregan sus cartas en una casita montada en el Centro Cívico. Se toma varios minutos con cada uno, es pregunta sobre su año y sus sueños. "No es solo sacarse una foto", dice.
Fue gerente de un supermercado hasta que abrió su propio negocio que manejó durante diez años. Ahora ya jubilado, Juan asume el rol más desafiante y conmovedor de su vida. Desde hace ocho años, con una barba blanca larguísima y un traje rojo, todas las tardes de diciembre recibe en la aldea navideña montada en el Centro Cívico de Bariloche a decenas de chicos que, sin poder ocultar su emoción, le entregan cartas llenas de pedidos y sueños.
Tiempo atrás supo de un casting para desempeñarse como Papa Noel en el evento “Navidad en Bariloche”, organizado por el Emprotur. Quedó seleccionado. Su función era salir del Municipio cada 8 de diciembre a la noche, antes del encendido del pino gigante ubicado en el corazón de la plaza (un doble baja la primera parte de la torre a rapel, desde el reloj hasta el despacho del intendente). Tras el lanzamiento del evento, Juan permanece varias horas por la tarde en el Centro Cívico recibiendo a los niños hasta Navidad. Las fotos abundan.
“Es un trabajo envidiable. Ya estoy jubilado, no tengo problemas de plata, ni de horarios y me encantan los chicos: ¿qué más puedo pedir?”, dice Juan Mac Auliffe, oriundo de Cinco Saltos que vive en Bariloche desde hace 60 años. Cuando se le consulta cuántos años tiene, responde: “Menos de 100”.
Juan no oculta su incomodidad cada vez que escucha algo recurrente: los padres le dicen a los niños que saluden “al Papa Noel verdadero”: “Me ponen en un compromiso. Esto es un juego. No los contradigo, pero cambio de tema en seguida”.
De rubro comercial y publicitario al traje rojo
Durante muchos años, Juan trabajó como responsable de un supermercado y, después con su esposa, abrieron un comercio en la calle Gallardo. Por eso, muchos dicen “verle cara conocida”. Es tan intrépido que también incursionó en la actuación en dos publicidades que se grabaron en Bariloche y como eran para empresa extranjeras, nunca supo del resultado final.
Cuando se enteró del casting para representar a Santa Claus no lo dudó. La entrevista fue en un entrepiso del Bariloche Center, el edificio próximo al Centro Cívico y quien lo recibió fue Lucio Bellora, el impulsor del evento Navidad en Bariloche y Bariloche a la Carta. “¿Por qué me presenté? Hay todo un tema con la jubilación: soy consciente de que el que para, pierde. Por eso soy bastante inquieto, hago jardinería y en mayo agarro el auto y vuelvo en junio. Nunca fui sedentario por todo lo que acarrea. Y con este trabajo de extra, encima me pagan”, bromea.
Cuando los chicos entran a la “casa” donde Papa Noel los espera sentado en un sillón, los rostros denotan una mezcla de sorpresa, emoción y nerviosismo. Juan envuelto en un enorme traje rojo les pregunta cómo se portaron, cómo les fue en la escuela y si tienen amigos. La charla a veces se extiende por varios minutos. Cuando alguien de la organización le sugiere que acorte los encuentros porque hay cola, no oculta su disgusto. “Cada chico es un mundo distinto. El otro día una nena llorando me contó que sus papás discutían mucho. Si no lo hablan conmigo, ¿con quién lo hacen? Como ella hay un montón. No es solo sacarse fotos. Estoy para escucharlos”, confió.
Juan resalta los gestos de los chicos al verlo: “Se agarran las manos nerviosos, otros se muerden el buzo o se meten los cuatro dedos en la boca. Es impresionante la emoción que les provoca. Hasta los padres me piden fotos. Nunca pensé vivir algo así”.
El año pasado, recuerda, la mayoría de los chicos pedían celulares y drones en sus cartas; este año, en cambio, lo sorprendió el pedido de muchos libros. “Incluso, por parte de chiquitos que recién empiezan a leer. En esos casos, les digo a los padres que feliciten a los profes de lengua que son quienes incentivan. Este año, un nene me pidió un superpoder: ser invisible. La miro a la madre y me dice: ‘A ver cómo arreglás eso’. Otro me dijo que solo quería que su primito se curara”, comenta.
La edad de los chicos que lo visitan es de lo más variada. A veces, caen chicos de hasta 12 años. “Hay muchos chicos grandes que todavía creen en la magia. Y eso te moviliza enormemente”, reconoce.
El buzón desborda de cartas. También hay una mesa con lápices y hojas para que los chicos escriban sus pedidos.
¿Hasta cuándo seguirá siendo el Papa Noel del Centro Cívico? “Mientras tenga salud acá estaré -responde-. El 27 de diciembre entrego el traje y no veo más a nadie del Municipio. Cada 20 de noviembre me llaman de la organización para preguntarme si estoy vivo. ‘Sí, claro’, les digo. ‘¿Podemos hacer lo mismo de Navidad?’, me consultan. Lo disfruto con el alma. Y nunca lo imaginé”.
Juan tiene cuatro nietos que fueron a verlo en vivo y en directo al Centro Cívico el pasado 8 de diciembre. “Sus padres les explicaron que Papa Noel les llevaría regalos a ellos, pero que el abuelo ‘estaba trabajando de Papa Noel’”, dice divertido.
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