Lolín, la Madre de Plaza de Mayo de Neuquén que hoy cumple 99 años

Dolores Noemí López Candán de Rigoni no es una abuela cualquiera, es una de Plaza de Mayo filial Neuquén y Alto Valle. Desde el living de su casa repasa parte de su vida, sus luchas y da una lectura del gobierno de Javier Milei.

Sentada en uno de los sillones del living de su casa dice: “Antes de que se vaya, que se lleve una ramita de la Santa Rita”. Sobre las paredes, cuadros de todos los tamaños y estilos. “¿Querés café? ¿Agua? ¿Algo?”. Acomodada entre almohadones, con bastón en mano simula ser una abuela común y corriente, pero, no. No, lo es.

Dolores Noemí López Candán de Rigoni es Lolín, abuela de Plaza de Mayo filial Neuquén y Alto Valle. Sostiene en su mano derecha un papel con anotaciones y simula que hoy es un día más. Pero, tampoco lo es. Lolín, sonrisa grande, pelo corto ya gris, hoy, 8 de mayo, cumple 99 años.

Lolin se calza los anteojos y se acerca al papel. Mira sobre el cristal y dice: “A lo largo de mi vida lo que yo me he propuesto es”, baja la mirada y lee lo que hace algunos minutos, a modo de resumen, escribió, “no perder la ternura, hablar con sabiduría, ayudar con fortaleza, mantener la templanza, sostener la alegría”.

“Esto lo vengo haciendo, quizás con algunos defectos”, dice y ríe, “no soy la mujer maravilla”. Aunque si algo se le reconoce a las Madres de Plaza de Mayo fue su capacidad de enfrentar a los peores males de la historia.

De Lolín se puede contar que nació en Daireaux, en la provincia de Buenos Aires. Después que se mudó a 25 de Mayo, a Buenos Aires, a La Plata, a Bahía Blanca. Y que en 1965 pisó Neuquén. “Mi marido era concesionario de Olivetti, de las máquinas de escribir y así llegamos acá”.

Se puede decir también que trabajó 25 años de voluntaria en el Hospital Castro Rendón; que no tiene caramelos como cualquier abuela sino Titas estratégicamente guardadas para cuando la visita alguno de sus siete bisnietos, que tiene una familia grande con la que le gusta juntarse, que acompañó a los trabajadores de Zanon en sus marchas; también a los de Cerámica Neuquén; que tiene un título  de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional del Comahue, que hizo propio el reclamo de las trabajadoras textiles de la cooperativa “Traful Newen”, también el de comunidades mapuche  por la restitución de sus tierras ancestrales. Y también se puede decir, que hace 47 años, el 30 de abril de 1977, fundó junto a Inés Rigo de Ragni la filial Neuquén y Alto Valle de las Madres de Plaza de Mayo.

A unas pocas cuadras de su casa, sobre la vereda del Colegio San Martín, sobre la avenida Argentina, se ve una placa con el nombre de su hijo: “Aquí estudió Roberto “Champa” Rigoni. Militante montonero. Asesinado por el terrorismo de Estado. 01-07-1953; 16-04-1977. Neuquén x Memoria y Justicia”.  

Roberto Rigoni fue secuestrado en Isidro Casanova, provincia de Buenos Aires, en 1977. Después de su desaparición, a la familia Rigoni le contestaron un hábeas corpus y le informaron que su hijo estaba muerto. Cuatro años después le entregaron su cuerpo. “Nunca dejé la Plaza, la lucha no termina con haber sido secuestrado un hijo y en nuestro caso, recuperar sus restos: los buscamos con vida, salimos defendiendo la vida. La vida la defendemos buscando salud, educación, bienestar para las personas. Hemos aprendido que no es solo lo personal, lo aprendimos de nuestros hijos”, dijo Lolin en una entrevista el año pasado.

“Dentro de Madres de Plaza de Mayo somos apartidistas”, explica, “nuestros hijos eran todos distintos, algunos comunistas, otros radicales y así”. Aun así, hay unidad en rechazar las declaraciones de Javier Milei y de su vicepresidenta Victoria Villarruel que niegan y reivindican el terrorismo de Estado cometido durante la última dictadura cívico miliar. Lolin va al hueso: “Milei es una persona despreciable. Esa es la palabra que siento por él” y pregunta: “¿Cómo llegamos a eso?” y contesta: “es un retroceso”.

Hoy 8 de mayo festeja en familia sus 99 años. “La vida me ha dado muchas oportunidades y una familia muy hermosa. Una familia muy de comprometernos unos con otros. Y como toda familia hemos tenido momentos lindos, otros duros. Y ausencias de presencias cotidianas, ausencias que duelen”.

El festejo, es en su casa. “¿Cocinar yo?”, se sorprende, “nooo, cocinará mi nieto. ¿Qué vas a hacer?”, le grita sentada desde el sillón. Sin respuesta, insiste: “¿Pastel de papas? Llegué a los 99 años y hay una cosa que no he perdido ¿sabes qué es?”, hace una pausa y sonríe, “la alegría ¿se nota?”.


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