Lorena, albañila de la tierra en Neuquén construye domos con superadobe en todo el país
Es de La Rioja y lidera un proyecto de bioconstrucción llamado "Campo La Deolinda". Vive hace 22 años en la Patagonia y capacita en varias provincias para que fabriquen sus propias casas de forma sostenible.
Una vez que metió las manos en el “barro” y comprobó el poder de la naturaleza, no hubo vuelta atrás. Lorena Deolinda Zabala era madre y ama de casa cuando inició un viaje sin retorno por la bioconstrucción. Mientras su esposo trabajaba y sus hijos estudiaban, ella se capacitaba.
Después de enfrentar varios desafíos económicos, la riojana radicada en Neuquén, descubrió su pasión por la obra, no tradicional. Así nació "El Campo La Deolinda", su emprendimiento de bioarquitectura. Construye domos de superadobe y diseño glamping con enfoque bioclimático, energías limpias y S-T-E-A.
Con pocos materiales y herramientas, el superadobe demostró ser capaz de levantar estructuras notablemente resistentes a sismos, inundaciones y fuego; y da como resultado, una vivienda sostenible y de bajo costo en distintas zonas geográficas.
Todo empezó por el sueño de construir un domo y se transformó en la misión de viajar por toda Argentina para enseñar estas técnicas en talleres. Ahora capacita a personas de todo el país para que fabriquen sus propias casas de forma sostenible.
Su conexión con el campo la impulsó a construir un proyecto de vida desde cero y eso se volvió un emprendimiento hecho a su medida. La técnica que más le llamó la atención fue la del superadobe, por lo innovadora y eficiente. “Estoy fascinada con lo que se puede hacer con la tierra”, dice.
“Con la tierra, el material más abundante del mundo bajo nuestros pies, podemos construir casas, hogares totalmente eficientes, saludables. Casas vivas”.
Lorena Deolinda Zabala, bioconstructora de La Rioja en Neuquén.
Fue en 2018, cuando empezó a encontrar información, no había mucho en Argentina. “Lo observaba y trataba de entender cómo era ese sistema” recuerda. Hasta que en 2019 se topa con una fundación que dictaba un taller en Rosario en enero del 2020 con especialistas de Colombia.
Se formó en permacultura, diseño bioclimático. En 2023 pudo construir su primer domo con sus propias manos y en su provincia natal, a kilómetros de distancia de Neuquén. Le llevó muchos años por la pandemia, la distancia.
“La verdadera construcción es la que hacían nuestros ancestros, que usaban la tierra, el adobe y todo eso que se perdió muchísimo. A pesar del tiempo, en base a la bioarquitectura, se está recuperando todo eso”, comenta Lorena.
Cuando logró ver el domo terminado, su primera obra, quedó fascinada con ella misma: sus habilidades no tenían techo. Pensó en desarrollar un emprendimiento turístico, pero no pudo continuar porque su esposo se quedó desempleado. “Tuve que frenar todo y reinventarme”, explica.
“El domo llama muchísimo la atención al costado de la ruta nacional 79”, dice. Desde los cimientos hacia la cúpula es el mismo material. “No usamos hierro, no usamos viga, no usamos nada”, cuenta. Antes de empezar se hace un estudio de suelos.
“Empecé a mostrar lo que había construido y a presumir. Fue un empoderamiento terrible, miren lo que hice yo siendo una ama de casa”, admite. Y en ese momento el destino le tendió la mano: el arquitecto iraní de quien surge la técnica lo reconoció y publicó su domo. “Lo que yo construí está dando vuelta por el mundo”, sintetiza.
“No he perdido el tiempo, he estado todo el tiempo invirtiendo en conocimiento por amor a la tierra”, cierra la mujer, portadora de una historia de resiliencia, innovación y empoderamiento.
Ahora vive viajando y capacita a clientes de San Juan, San Luis, Buenos Aires y trabaja en un proyecto denominado “Paraíso de Domos” en un campo de 79 hectáreas.
El superadobe, una técnica de bajo costo
El arquitecto Nader Khalili desarrolló el método de construcción conocido como superadobe bajo la premisa de que la vivienda sea segura, duradera y accesible para todos, con recursos y herramientas básicas.
Se basa en el uso de materiales que se encuentran en cualquier lugar para simplificar el proceso. El principal es la tierra. Se puede usar la misma del lugar, siempre que se garantice una proporción adecuada de arcilla y arena. Para aumentar su resistencia y durabilidad, la tierra se puede estabilizar con aditivos, cal o cemento, lo que ayuda a endurecer la mezcla y hacerla más resistente.
También se usan sacos de polipropileno que actúan como el "encofrado" o molde, conteniendo la tierra compactada para formar los muros. El alambre de púa es un elemento crucial que se coloca entre cada capa de sacos. Funciona como un "mortero", impidiendo que las bolsas se deslicen y proporcionando una excelente resistencia a la tracción y estabilidad a la estructura.
Otro material esencial es el agua, que se mezcla con la tierra y los estabilizadores para lograr la consistencia óptima que permita una compactación efectiva.
Entre las herramientas básicas se usa compactador (pisón), pala, carretilla, baldes o cubetas, nivel y cuerda, cortador de alambre.
Cantidad de tierra
- 24
- toneladas de tierra utilizó Lorena para construir un domo de 5 metros de diámetro que ocupa 20 metros cuadrados de superficie.
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