Los guardianes del mar que monitorean los moluscos bivalvos de Las Grutas

En un trabajo conjunto entre la Provincia de Río Negro y la Universidad Nacional del Comahue buscan preservar la calidad sanitaria de los recursos marinos.

La UNCo y Río Negro monitorean la salud ambiental de los moluscos bivalvos. Foto: Sebastián Leal

Abajo, en las profundidades del Golfo San Matías hay almejas, mejillones y ostras. Semanalmente buzos científicos profesionales descienden a las oscuridades para revisar su estado de salud ambiental.

Este trabajo es el resultado de una alianza entre la Provincia de Río Negro y la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), que, a través del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos “Almirante Storni” (CIMAS), lleva adelante el Programa de Monitoreo de Calidad Ambiental en zonas de producción de moluscos bivalvos.

Esta iniciativa, de alto valor científico y estratégico, se desarrolla en tres puntos clave: El Buque, Playa Villarino y Playa Orengo. Ahí, los científicos analizan la posible contaminación por marea roja de la población de moluscos bivalvos.

“La marea roja en realidad es el nombre genérico que se le da a una floración de microalgas, que se llaman dinoflageladas presentes naturalmente en el agua de mar, que cuando se dan las condiciones ideales, puede haber floraciones masivas. Estas microalgas producen distintos tipos de toxinas como método de defensa y esas toxinas son potencialmente peligrosas para el ser humano”, explica Fausto Firstater, investigador del Conicet, profesor de la Universidad Nacional del Comahue y director del CIMAS.

Esta iniciativa, de alto valor científico y estratégico, se desarrolla en tres puntos clave del litoral rionegrino: El Buque, Playa Villarino y Playa Orengo.

“Los moluscos bivalvos se alimentan de esas microalgas, que para ellos no son toxicas, si lo son para los humanos que consumen esos moluscos que incluso pueden ser potencialmente mortales”, especifica.

Por eso, este equipo de trabajo realiza un riguroso muestreo que incluye dos tipos de análisis: por un lado, la recolección de moluscos para detectar la presencia de toxinas marinas —paralizantes, lipofílicas (diarreicas) y amnésicas— y el por otro, el estudio de parámetros bacteriológicos, metales pesados y compuestos organohalogenados que podrían comprometer la inocuidad del producto.

En caso de que los resultados de los estudios den cierto nivel de concentración de toxicidad se activa un protocolo: se da aviso de alerta a organismos provinciales, al Senasa, a los pescadores y se cierra la zona de pesca.

Firstater explica que las floraciones de algas pueden desaparecer en pocos días o semanas, aunque las toxinas acumuladas en moluscos tardan bastante más en desaparecer. Es por eso, que el protocolo indica que, para levantar una veda, deben darse dos negativos consecutivos de toxinas en moluscos. Y especifica que las condiciones ambientales para el crecimiento vegetal son mejores en primavera-verano que en otoño-invierno, aunque no es exclusivo.

El trabajo de estos científicos, que realizan en las profundidades del Golfo San Matías, garantiza que los moluscos lleguen en óptimas condiciones al consumo humano.


Exit mobile version