Restauró obras del siglo XVI en Italia y es la primera conservadora del Museo de Bellas Artes de Neuquén

Magdalena García Barrese es neuquina y estudió Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

Magdalena trabaja en un laboratorio ubicado en calles Mitre y Santa Cruz de Neuquén. En ese lugar de trabajo hay bisturíes y jeringas. Pero, lejos de ser un hospital, sus jornadas se basan en intervenir obras de arte en el Museo de Bellas Artes de Neuquén. Su labor es poco conocida, pero, a pesar de esto, su papel es fundamental para la conservación del patrimonio. Tanto que restauró obras del siglo XVI en Italia y se transformó en la primera Conservadora y Restauradora de Arte del museo de Neuquén.

Magdalena Garcia Barrese nació en Neuquén. Estudió en la Universidad Nacional de Artes en Buenos Aires y trabajó en el Museo Nacional de Bellas Artes de la ciudad autónoma. Sin embargo, durante ese tiempo tuvo una experiencia que marcaría su camino profesional.

Emprendió vuelo al viejo continente: “Me fui a estudiar a Italia, donde hice un taller de restauración en Boloña", contó. "Aprendí bastante y estuve trabajando con obras del renacimiento boloñés", detalló. Se trató de pinturas del siglo XVI.

A simple vista, parecería que conservar una obra tan antigua implicaría cierta presión. Sin embargo, Barrese dijo tranquila y convencida: “Las obras tienen un valor simbólico que va más allá de nuestra materialidad. Nuestro trabajo es garantizar que ese valor, sostenido en un soporte físico, pueda seguir transmitiéndose a futuras generaciones, como lo hizo hasta hoy”.

Indicó que la máxima responsabilidad radica en "saber hasta donde uno llega". "Es muy importante ser consciente de aceptar el conocimiento o la capacidad técnica y manual para hacer el trabajo".

Desde que ingresó al MNBA de Neuquén impulsó la documentación de las obras. Foto: Matías Subat

Agregó que la tarea que realizan es reversible. "La idea es que dentro de 100 años si alguien viene, pueda retirar lo que yo hice". Para que esto sea posible se utilizan materiales modernos y específicos de conservación.

Tras su paso por Italia y Buenos Aires, volvió a sus raíces y en Neuquén busco trabajo. Lo primero que hizo fue ponerse en contacto con el Museo de Bellas Artes. "Me dijeron que no tenían conservador, que no existía la profesión en Neuquén". Sin tirar la toalla, finalmente abrieron un puesto para ella y se convirtió en la primera conservadora del museo.

"Para mí fue buenísimo. Venía con la experiencia de trabajar en museos y a mí me interesan mucho las colecciones públicas porque tiene mucho más sentido la conservación del patrimonio que es de todos”, expresó.

Desde que ingresó al museo, impulsó la organización y documentación de las obras que pertenecen a la ciudad.

“Tenemos toda una colección que son 227 obras, que es de la ciudad de Neuquén. Y eso fue lo que yo empecé a hacer, apenas entré a trabajar acá: una buena documentación de todo eso, el relevamiento de las fichas técnicas de conservación… Todo un trabajo previo para empezar a analizar qué necesidades tenía en cuanto a la restauración de esta colección”.

Además, junto con la dirección del museo, armó el primer laboratorio de conservación y restauración de la región. “Nos estamos equipando. Le falta, pero eso existe como espacio y eso es lo importante", expresó.

La restauración en el MNBA de Neuquén, un trabajo único. Foto: Matías Subat

Su jornada empieza en la oficina, donde organiza fichas técnicas, revisa documentación y administra información sobre las obras que están en proceso de restauración.

Con el correr de las horas, deja atrás el escritorio, se pone el guardapolvo blanco y entra al laboratorio. Allí, la escena cambia por completo: la rodean bisturís, jeringas, espátulas y pinceles. Sobre la mesa de trabajo espera una pintura que requiere intervención.

La observa con detenimiento, la ilumina con luz ultravioleta para detectar retoques y luego comienza a trabajar sobre ella, a veces retirando barnices viejos o reintegrando algunos colores que con el tiempo perdieron su intensidad. Cada acción es minuciosa, medida. En ese espacio, el tiempo tiene otro ritmo.

Se planteó que este lugar sea uno de referencia a nivel regional y se consiguió. Fue el año pasado cuando se firmó un convenio con San Martin de los Andes y el laboratorio fue escenario de una restauración única. Magdalena trabajó sobre la obra "Coñilafquen" que significa La Hija del Lago de Adolfo Bellocq.

La conservadora venía investigando una serie de óleos poco conocidos del artista que forman parte del Museo Gregorio Álvarez. “Él hizo una serie impresionante de óleos rescatando las leyendas mapuches. Esto no es conocido a nivel nacional porque, bueno, en la historia del arte la escriben desde Buenos Aires… Pero la verdad es que es una colección que tiene importancia para nosotros, para el país”, contó.

Magdalena Garcia Barrese en el MNBA de Neuquén. Foto: Matías Subat

Actualmente, Magdalena está preparando la reapertura de la sala de patrimonio del museo: “A mí me toca la parte de acondicionamiento de las obras. Es una limpieza simple, superficial, pero que hay que hacerla porque que las obras estuvieron 20 años expuestas”. En paralelo, continúa con la restauración de la serie de Bellocq.

También tiene bajo su responsabilidad los movimientos de obras que llegan de otras instituciones: “Cuando llegan obras de otros lados, en general vienen con acondicionamiento de la institución", explicó. Sin embargo, se debe realizar un reporte de condición, que está en sus manos. "Tengo que asegurarme que no tengan deterioros o vengan infectadas, por ejemplo. Lo mismo cuando salen", detalló.

Como la primera conservadora y restauradora del museo, Magdalena está sentando las bases para la conservación del patrimonio neuquino. Lo hace con profesionalismo, sensibilidad y una idea muy clara: “Las obras tienen un valor simbólico que va más allá de la materialidad”.

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