Santiago Spigariol, el artista de Viedma que convirtió su admiración por Maradona en arte colectivo
Nacido en Viedma, creció dibujando a Maradona desde que Argentina salió campeona en el ‘86. Hoy, sus murales recorren distintos lugares del mundo y siguen siendo una forma de celebrar la vida.
Santiago Spigariol nació en Viedma y creció con una certeza: quería dibujar. A los cinco años, cuando Argentina ganó el Mundial de 1986, descubrió su primera gran inspiración: Diego Maradona. Ese gesto espontáneo de felicidad compartida se volvió con el tiempo una forma de arte y de vida. Hoy, sus murales se multiplican en distintos países y su mensaje sigue siendo el mismo: «Se hace, se aprende».
Ese fue el punto de partida de una historia artística que no dejó de crecer. Primero fue el homenaje infantil al ídolo; luego, en la adolescencia, la rebeldía de Diego lo inspiró por sus gestos, sus frases y su actitud frente al poder. «Y ya de grande, también por sus posturas frente a la vida», resume.
De Viedma a Buenos Aires, y de ahí al mundo
Cuando terminó la secundaria, Santiago se fue de Viedma para estudiar Diseño Gráfico en la UBA, en una época en que la capital rionegrina aún no contaba con la variedad universitaria de hoy. «Estudiar diseño era algo medio raro. Todos me decían: ‘¿Por qué no estudiás algo más serio, algo que te dé plata?’. Pero yo quería dibujar. Pensaba que diseño gráfico era dibujar, pero en realidad era mucho con la computadora», recuerda entre risas.
Aun así, la carrera le abrió caminos inesperados. Lo invitaron a dar clases, algo que no había planeado pero que lo marcó: «Ahí entendí que ese era mi lugar: el aula, el taller, el trabajo con los pibes».
Durante 13 años fue docente, y muchas de esas clases terminaban en las calles, con aerosoles y pintura. «A veces dábamos clase de noche, y salíamos a grafitear. Un día propuse hacer un mural en la facultad, porque las paredes eran grises. Cuando lo hicimos, el grupo se unió y el espacio se transformó. Ahí flashee: entendí que el mural podía convertir cualquier lugar en un aula».
Murales, altares y comunidad: «Muraaltares»
Esa experiencia lo llevó a salir de la universidad y llevar el arte a los barrios, especialmente a la Villa 21, donde encontró una nueva forma de enseñar y aprender: «Me di cuenta de que con el mural podía transformar cualquier espacio en un aula. El aula iba conmigo«.
Así nacieron sus «muraaltares», una palabra que él mismo inventó: «Son murales y altares a la vez. Altares donde la gente se junta a celebrar, a compartir. Algunos vienen a pintar, otros simplemente a estar. En los barrios nos esperan con comida, música… Es un lugar para celebrar».
Con el tiempo, su arte cruzó fronteras. Viajó a Nápoles, donde descubrió con sorpresa que todavía no había tantos murales dedicados a Maradona. «Me parecía increíble, cómo puede ser que en Nápoles no haya tanto de Diego, me invitaron varios años y se construyó una linda relación con la gente», cuenta.
Desde entonces, personas de todo el mundo le piden murales: de Maradona, de Messi, de abuelos, de familiares, de chicos del barrio. «Hice murales de un montón de cosas. Lo importante no es el personaje, sino lo que representa para quienes lo miran«, dice.
Taller, ferias y un mensaje para compartir
Hoy, Santiago reparte su tiempo entre murales, clases, diseño y talleres. «De todo un poco», dice con humildad. En su espacio actual organiza ferias, imprime obras y coordina actividades colectivas, siempre bajo la misma premisa: aprender haciendo.
Hace pocos días participó de una charla TEDx en Viedma, una experiencia que definió como una oportunidad para compartir su mensaje. «Fue lindo porque es una forma de transmitir lo que uno vive. Lo que tengo para decir es simple: se aprende haciendo», resumió.
Además de enseñar y continuar pintando murales en distintos puntos del país y del mundo, Spigariol mantiene un vínculo activo con su ciudad natal. En el barrio Mi Bandera de Viedma realizó un mural en homenaje a Maradona y, junto a un grupo de chicos y chicas del lugar, impulsó otro dedicado a Don Zatti.
Cómo se hace un mural, según Spigariol
Sobre el proceso de creación, Santiago lo resume con sencillez: «Para hacer un mural se necesita papel y engrudo, una pared para transformar y, lo más importante, un grupo en quien confiar. Esas tres cosas».
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