Sonando en la escuela: el docente de Centenario que fue comprando instrumentos y armó una banda musical
Cuando Fabián Rojas asumió como profesor de música en la escuela 305 se encontró solo con 12 flautas. Organizó rifas, fue reuniendo fondos para comprar instrumentos, accedió a un proyecto de Nación y hoy, dirige a 30 estudiantes en una banda musical.
Cuando Fabián Rojas tomó el cargo como profesor de música en la escuela primaria 305 de Centenario en 2006, se encontró con que disponía de un salón para dictar sus clases -y por lo tanto, no debería deambular por las aulas-, pero estaba totalmente desprovisto de instrumentos. Solo había una balde de helado con 12 flautas dulce.
«Uno encuentra desafíos en la adversidad. Las clases se limitaban a prácticas auditivas, de conocimiento y de juegos. Me planteé entonces un camino y empecé a generar actividades, con algunos docentes que me acompañaron, para adquirir materiales», contó Fabián. La idea fue que, quien quisiera, pudiera aprender a tocar el piano, la batería o el violín. O el instrumento que fuera. «Cuanto más temprano en edad se aprende, mayor entusiasmo genera», agregó.
Todos los años, proponía rifas que le permitía reunir fondos que le permitía comprar instrumentos. La primera adquisición correspondió a un equipo de sonido para actos escolares. Le siguió una guitarra, un teclado, un bajo y hasta una guitarra eléctrica. A veces, conseguía instrumentos usados.

«Iba viendo para qué me alcanzaba el dinero. A veces, los números no daban y las casas de música de Neuquén me daban una mano enorme. Una vez, quisimos comprar un bombo para la batería, pero no alcanzaba. El comerciante salió con el bombo y me dijo: ‘Mi mamá es docente y conozco el esfuerzo que hacen'», recordó complacido.
De esta forma, Fabián comenzó a armar una banda de música. Ya contaban con los instrumentos para los estudiantes desde tercero hasta séptimo grado y empezó a delinear un repertorio de música popular argentina. Poco a poco, los jóvenes artistas empezaron a ofrecer su música en diversas escuelas primarias, jardines de infantes, escuelas para adultos y hogares para adultos mayores. Así nació el programa Sonando en la escuela.

El trabajo se extendió hasta 2023 cuando Carolina Montiel, una supervisora ya jubilada, le sugirió presentar el proyecto a Nación para acceder a financiamiento. «Estaba destinado a actividades culturales, radiales, juegos. Todo tipo de iniciativas que brindaran contención y promovieran la permanencia en las escuelas. Había muchísima gente de todo el país con interés en participar», señaló.
Sin perder el tiempo, redactó el proyecto, contando el impacto que había tenido en los estudiantes y en las familias, además, de los materiales que requería para continuar la iniciativa, tales como una batería acústica, un amplificador de bajo, uno de guitarra y un teclado más grande, entre otros. Fabián resultó ganador del premio y al poco tiempo, recibió todo lo que había solicitado.

«Todo eso mejoró las condiciones de trabajo. Pude elaborar un proyecto más fino y concentrar el trabajo de la banda los viernes, en horas taller. De modo que el último día de la semana, ensayo con más de 30 chicos», resaltó.
Lo más complejo es seleccionar a los estudiantes que forman parte de la banda. Fabián insistió en que no se prioriza que haya una vocación, predisposición o talento. «Lo que buscamos es encontrar esa necesidad en cada estudiante de expresarse desde distintos lugares en la escuela. Generar un lugar donde los estudiantes se vinculen desde lugares distintos«, comentó. Cada año, cuando egresan los músicos, debe reemplazar esos lugares con nuevos integrantes.

Fabián elige el reportorio, pero intenta que sea lo más variado posible. Incluye rock nacional, como Charly García, Los Abuelos de la Nada y Soda Stereo y suma cumbia (para que los chicos «accedan a otro tipo de ritmos»). «A medida que el taller va funcionando, los chicos caminan solos. Doy clases de música de lunes a jueves y, con todos grados usamos los materiales disponibles. Los viernes ensayo con los chicos por separado y luego, hacemos ensamble para ver cómo van las canciones», dijo al tiempo que celebró el entusiasmo que generan las clases de música.
En lo que va de este año, Sonando en la escuela ya realizó varias presentaciones. «La demanda empieza a ser muy grande. Muchos preguntan: ‘¿y cuándo me van a llamar?’ Hay 300 estudiantes y una guitarra eléctrica. Lo cierto es que si alguien desea participar de ese taller que no es para toda la escuela, nos queda claro que, al menos, logramos despertar entusiasmo», manifestó el docente.
Fabián nunca se propuso despertar vocaciones. «Simplemente, se trató de revalorizar, reivindicar y darle un marco teórico a la educación musical. Lo que hacemos es vivencial. No me queda mucho para retirarme y quisiera dejar esta huella musical en la escuela«, concluyó.

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