Los refugios de Bariloche estuvieron a pleno: «El romanticismo en la montaña ya pasó»

Hay una red de siete refugios habilitados que recibieron en forma simultánea 600 personas. Creen que haría falta "un rol más activo del Estado". Preocupan los que llegan sin avisar ni reservas.

Tal como ocurrió en otras zonas de la cordillera, el trekking fue una de las actividades preferidas de los turistas que viajaron este año a Bariloche, donde los refugios trabajaron a capacidad completa durante enero, mientras que en febrero la ocupación promedio rondó el 70%.

Bariloche cuenta con una red de siete refugios habilitados, cada uno con sus dormitorios para pernocte a resguardo y con áreas periféricas de acampe. Sumadas ambas opciones, es posible que en algunas jornadas de la alta temporada llegaron a usar esos servicios más de 600 personas en forma simultánea.

Fernando Márquez, referente de la subcomisión de Refugios del Club Andino Bariloche, dijo que la demanda “fue muchísima” durante todo el verano, con un público variado y una participación creciente de gente que no tenía experiencia de montaña. Señaló que en buena medida llegó hasta los refugios “un turista exigente, que demanda servicios” y que puso a prueba la estructura existente.

Explicó que el hábito del montañista que subía a los refugios, contrataba el pernocte, en dormitorios comunes, y se abastecía de casi todo lo necesario (como ocurría hace 20 años) quedó superado por la nueva modalidad. “El romanticismo en la montaña ya pasó -afirmó Márquez-, dichosos los que pudieron vivirlo”.

La exigencia de visitar los refugios con reserva previa, que comenzó en la temporada anterior por imposición de la pandemia y se extendió también este año, funcionó con algunos contratiempos. Márquez dijo que la mayoría de la gente cumplió con ese requisito, porque “hay bastante difusión con el tema de la reserva obligatoria, pero no se puede controlar la actitud de todos, y menos si Parques no tiene presencia”.

Explicó que la prohibición de subir a los refugios sin tramite previo vía web para asegurarse un cupo debería complementarse con algunas clase de fiscalización en el terreno, tal vez en el inicio de las picadas, lo cual no es fácil de instrumentar.

“En la práctica pasó bastante que algunas personas llegaban sin reserva y no se los puede mandar para abajo cuando ya es tarde -señaló Márquez-. En esos casos el refugio les hace lugar igual y tienen que dormir apretujados, lo cual generó algunas quejas”.

El directivo del CAB explicó que se trata de un tema difícil de manejar, porque “hay gente que sube tarde y no hay otra solución” que alojarlos sin reserva. Admitió además que ese criterio “fue siempre uno de los puntales del sistema de refugios”.

Las quejas, dijo Márquez, no remitieron tanto al riesgo sanitario por el hacinamiento, ya que “nadie sube enfermo a la montaña, porque físicamente no podría”. Pero sí algunos usuarios plantearon que ellos habían reservado y pagado para poder pernoctar más cómodos. La tarifa promedio en los refugios es de 2.500 pesos.

La tarea de buscar a los perdidos

Según Márquez, la cantidad de gente que camina la montaña depara en forma inevitable la existencia de casos límite, con caminantes que salen en horario inconveniente, se les hace de noche y se pierden. “Hubo varias situaciones en las que intervinieron los refugieros para rastrear personas perdidas a las 2 ó 3 de la mañana -aseguró-, sin intervención de Parques ni difusión en la prensa. Son casos que terminaron bien y nadie se enteró, pero ocurrió”. A su entender, “el clima benévolo ayudó” a evitar momentos críticos.

Bariloche y el área circundante cuenta con los refugios Otto Meiling, Agostino Rocca, el albergue en domos laguna Ilón (todos accesibles desde Pampa Linda), el refugio Frey, el Jakob, Laguna Negra y el cerro López. Todos menos el último pertenecen al Club Andino.

Uno de los responsables del refugio Laguna Negra, Manuel Carrizo, dijo que este año el público fue muy numeroso, pero la capacidad “nunca colapsó”. En febrero bajó la demanda porque hubo algo menos de turismo y porque también se sucedieron varios días de mal tiempo.

Señaló que en ese refugio tienen un aforo de 35 personas y otorgaban 30 reservas, para manejar el “margen” de cinco con visitantes imprevistos. “Igual alguna vez fueron 38 ó 40, pero no más de eso. Es difícil controlar porque la gente no llega desde Colonia Suiza sino desde todos lados, de Pampa Linda o de otros refugios”, aseguró.

Márquez dijo que “los comentarios fueron buenos y la gente se fue recontenta”, pero para organizar mejor la actividad de trekking y el uso de los refugios haría falta que exista “un rol más activo del Estado”, desde el suministro de “información más precisa” en las oficinas de atención al turista, “no solo de Parques, sino el municipio, Emprotur y todos los organismos que trabajan en tema”.

Observó que si Bariloche es considerada la capital nacional del trekking tiene que existir “información acorde” al visitante, todos entenderían la necesidad de la reserva y de cumplir con el registro de trekking, sin necesidad de controles y sanciones.

Alertó como uno de los puntos críticos la laguna Azul, donde hubo acampe libre con mucha concurrencia y hay ya un fuerte impacto de basura y baños improvisados. Estimó que Parques avanzará con la regulación de ese sitio, como pasó con laguna Ilón.


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