Día del Maestro: Soledad decidió enseñar a leer y escribir a los presos

Tiene 36 años y desde que se recibió en el IFD N°6 da clases en cárceles. Es una de las pocas docentes que titularizó su cargo. Hoy se celebra el día del maestro.

“Yo aprendí a leer y escribir por usted”. Eso es lo que más le gusta oír a Soledad Alarcón de sus estudiantes. Los más jóvenes la llaman “seño Sole”, los más grandes le dicen “maestra”. Desde que se egresó del IFD N°6 sólo ha dado clases en contextos de encierro. La cárcel es su aula. Y allí quiere seguir.

Actualmente se desempeña en la Unidad 11 y en el Complejo Penitenciario Senillosa. Es una de las pocas docentes titulares en el cargo.

Eligió la modalidad hace nueve años. “Yo estuve en un grupo de alfabetización y trabajábamos en los barrios, nos encontrábamos con esos chicos vulnerables que no pueden terminar la primaria, que el sistema los expulsa por una situación u otra y quedan afuera. Después los encontramos en las unidades de detención”, asegura.

Sostiene que cuando está frente a ellos no piensa en los delitos por los que fueron condenados. Es tajante: “nosotros somos trabajadores de la educación, para nosotros son estudiantes. A veces quieren hablar, te comentan de sus causas porque vino el abogado, porque no tienen otra persona, pero la verdad es que uno sólo escucha, somos oídos” (ver aparte).

Cuenta que fue docente en la cárcel de mujeres y la experiencia resultó distinta. “Es otro vínculo, podemos hablar de los hijos. La maestra es lo más confidencial que ellas tienen. Tuve una abuela para alfabetizar ahí. Me impactó más trabajar con ellas porque una se siente más identificada, sentimentalmente eso fue complejo porque nos sentimos más vulnerables, ahí hay más historia de violencia familiar”, recuerda.

Soledad dice que tiene estudiantes de 19 años hasta de 50. “Ahora hay mucho más jóvenes. Esa persona que en la sociedad no tuvo la oportunidad de estudiar en esa unidad lo tiene, y lo aprovecha. Ellos nos esperan todos los días, no quieren que faltemos. El único lugar de libertad en la unidad es la escuela. Al estar encerrados tienen problemas visuales, muchos están medicados. Además de enseñarles tenemos esas charlas que se dan en todas las escuelas, en cuanto al ánimo, a veces van mal por situaciones que le pasan a la familia afuera”, plantea.

Señala que se ha cruzado con estudiantes que han cumplido con la pena. “Ellos me saludan, a veces sienten vergüenza porque saben de donde nos conocemos, pero uno no va a andar diciendo de dónde lo conoce. Neuquén es chico. Muchos están trabajando, eso es lindo. Otros buscan continuar sus estudios”, manifiesta.

Hoy es el día del maestro. Soledad afirma que en la unidad siempre se conmemora. Remarca que lo más gratificante es darles el boletín y verlos pasar de grado. ¿Se cumple con la función de resocialización? La docente contesta: “La verdad que no. Es complejo. Nosotros intentamos desde lo educativo que ellos se proyecten en la vida, pero lo que es la otra institución tendrán que cambiar muchas cosas.”

P: Vos trabajas con estudiantes que cometieron delitos vinculados con la violencia sexual, ¿pensás en eso?
R: No, porque entro en un prejuicio que no es mi objetivo en ese lugar. Me correría de lo que soy como docente. Sino afuera también diría: “no, acá no (doy clases) porque este no me gusta”. En la sociedad hacemos es eso: “si se viste bien, con traje, está todo bien; si lo veo con capucha, ya me da miedo.” Esos prejuicios cuando vas a una unidad de detención no los tenés, porque sino no podes enseñar.

En las unidades de detención nos encontramos con chicos muy jóvenes, que los estamos alfabetizando. Ellos lo único que dicen es: “de acá me voy a llevar mi título»

cuenta la maestra, egresada del IFD N°6.

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