Pymes: abriendo mercados externos

Por Daniel Danoff (*)

El fuerte superávit comercial del año 2002, con un nivel de exportaciones inmerso en un rango conocido, para el ciclo 1998/2001, (sin desagregar precios y volúmenes) fue producto de una severa contracción de las importaciones originada por el impacto devaluatorio.

En esta línea, cabe efectuar una disgresión: hubo empresas de diversos sectores que encararon en el período de convertibilidad inversiones en bienes de capital, con innovación tecnológica, mientras que otras se debatían en una profunda crisis.

Evidentemente el significativo ajuste del tipo de cambio, al abandonar la convertibilidad y el plazo reducido de su concreción, descolocó coyunturalmente la gestión empresaria, que no terminaba de asimilar el prolongado receso económico.

Si bien el nivel del tipo de cambio nominal mejoró la competitividad, en materia de precios sus efectos todavía no han incidido plenamente en los niveles de exportación, por cuanto no es el único componente que permite acceder a los mercados exógenos. Subrayando que diversos rubros con participación sustantiva están subordinados a los avatares de los mercados internacionales y a la compleja trama geopolítica imperante.

Diferente ha sido el efecto en las importaciones, donde el arrastre de stocks, más su notoria valorización, generaron una contracción refleja que apalancó la puesta en marcha, por parte del sector productivo, del proceso de sustitución de las mismas en diversos rubros. Aunque esto no estuvo exento de una multiplicidad de dificultades. Además, el factor tiempo juega un rol esencial para la recomposición del equilibrio.

El superávit comercial ha dado lugar a que el sector exportador vendiera una fuerte posición de divisas y que, en virtud del marco normativo, en la materia vigente intervino el BCRA incrementando su colocación de reservas internacionales, lo que generó una expansión de la base monetaria. Ese proceso de liquidación impulsó un descenso del tipo de cambio nominal. A la luz de los acontecimientos, el mercado «descontó» la suscripción de la «Carta de Intención para un programa stand by» con el FMI hasta el 31/8/2003, condicionado obviamente por la coyuntura política, y contemporáneamente se efectivizaron pagos a los organismos multilaterales, regularizando compromisos vencidos.

El BCRA, en el marco de su Carta Orgánica, art. 3 º, implementó, mediante la colocación en el mercado doméstico de LEBACs, en pesos, dólares y en un principio ajustables por el CER, como instrumentos de absorción monetaria y determinando mediante dichas licitaciones tasas de referencia. Posteriormente replanteó su estrategia extendiendo los plazos de las imposiciones hasta un año, atrayendo a los tomadores con tasas más elevadas, pero en cada llamado las mismas fueron descendiendo. Sin perjuicio de que cada ofrecimiento y su resultado constituyeran una nueva referencia para el sistema.

La autoridad monetaria, a partir del 26/12/02, con el objetivo de despejar restricciones y arribar a un mercado único y libre de cambios, dictó una sucesión de circulares normativas en ese sentido. Un mercado cambiario liberado de condicionamientos está caracterizado por una certidumbre absoluta: «El precio fluctuará» y las coberturas para limitar las variaciones de capital las brindará el mercado de capitales y el sistema financiero. En esta transición cabe subrayar, adicionalmente, el ingreso de divisas por el reposicionamiento del turismo, con singular impacto e implícito multiplicador, y nuevas modalidades ocupacionales para profesionales prestadores de servicios transables.

Un apartado especial lo constituye el sector pymes, con perfiles específicos: su participación en las exportaciones totales excede el 12%. Este guarismo, en el actual escenario de reconversión económica, es admisible, pero es condición imperativa su crecimiento no sólo en la participación relativa, sino como un factor expansivo del comercio externo. Emerger de una economía recesiva requiere no solamente una balanza superavitaria, sino un crecimiento del comercio total, por cuanto un nivel deprimido de importaciones no permitirá el ingreso de bienes de capital y tecnología no sustituible. Es inadmisible imaginar un incremento de la productividad y una competitividad acordes con los parámetros internacionales, con un stock de equipamiento productivo en una curva de obsolescencia. En consideración de lo expuesto precedentemente es imprescindible: el reordenamiento del sistema financiero, la recreación del ahorro interno, incrementar las líneas de crédito para pre-financiación de importaciones-exportaciones y la recurrencia de las pymes al mercado de capitales.

En este rumbo, podemos citar las normativas que otorgan una mayor flexibilidad en materia cambiaria; asimismo, el régimen licitatorio establecido por la Secretaría de Hacienda para cancelar obligaciones tributarias con CCF (Subasta Grandes y Pequeños Contribuyentes), la exención de ciertas cargas fiscales a la adquisición de bienes de capital y la instrumentación de nuevas políticas financieras para el sector, conforme lo dispuesto en la ley 24.144, art. 18, inc.g (Carta Orgánica BCRA)

La consolidación y expansión del sector en el mercado interno y como partícipe relevante en el crecimiento del comercio exterior, no constituyen una apreciación retórica, sino una razón de interés superior, por el efecto «derrame» que genera en la sociedad.

(*) Consultor


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