Testigos complican al acusado del crimen en el lago

Dio distintas versiones sobre las heridas que tenía en una mano. Tras el hecho, fue a cortarse en pelo y dejó propina. La viuda del almacenero dijo que era un cliente amable pero “raro”.

CIPOLLETTI

CIPOLLETTI (AC).- En el juicio por el brutal crimen de Constantino Aguayo en el lago Pellegrini los testigos afirmaron que el acusado mató, robó y se fue a Cinco Saltos a cortarse el pelo y a comprarles comida a sus perros. La viuda del comerciante dijo que faltó dinero de la caja registradora; la billetera de la víctima, que también contenía plata, la jubilación de su marido, los anteojos y un reloj pulsera. En la escena había mucha sangre, vino derramado y al menos seis botellas rotas.

El prefecto Miguel Enzina contó ayer en el juicio que cerca de las 4 de la tarde del 2 de agosto de 2012 un hombre de apellido Rojas que vendía leña en la península Ruca Co se presentó al destacamento de Prefectura y avisó que en el almacén Mi Casita “había visto a alguien tirado y ensangrentado”. Al menos 15 minutos antes de ese episodio, el acusado en este juicio, Luis Eugenio Ramón Vidal Allende, de 62 años, también estuvo con los prefectos. “Mientras esperaba la trafic para irse a Cinco Saltos conversó con nosotros. Tenía el cuello de la camisa sucio, estaba como abandonado. Dijo que se sentía solo y que había tenido un restaurante en Miami. En un momento le vi una herida en la mano y cuando le pregunté me dijo que se la había provocado jugando con los perros”, relató Enzina.

Un peluquero que trabaja en Cinco Saltos sostuvo que cerca de las 5 de ese mismo día, Vidal Allende entró a su local apurado y dijo que tenía sólo 15 minutos para arreglarse el pelo porque después debía comprarles alimentos a sus perros y regresar al lago Pellegrini. “Me pagó el corte y me dejó una propina, tenía el pelo desprolijo y un guante en la mano, que era para ocultar una alergia, según me contó”, dijo el peluquero.

Un policía que llegó al almacén Mi Casita junto con los prefectos relató que el cuerpo de Aguayo fue encontrado al fondo del comercio, muy golpeado en el rostro y con mucha sangre. En el local se percibía un fuerte olor a alcohol porque había al menos seis botellas de vino rotas. También encontraron una piedra tallada que supuestamente fue utilizada en la agresión. Un testigo del procedimiento, que aún no declaró en el juicio, dijo que había visto esa misma piedra en la casa de Vidal Allende, según surge del expediente.

La viuda del comerciante, Dora Alonso, fue la primera en declarar ayer y contó que el imputado era cliente del almacén, que iba cada dos o tres días y que tenían un trato amable, aunque existían rumores de que Vidal Allende era un “tipo raro”.

En la primera audiencia del juicio, Vidal Allende se mostró quebrado y dijo que no recordaba “absolutamente nada” de lo que pasó.


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