Torturas a asesinos de «turcos mercachifles»
Testimonios de los criminales de sirio libaneses sobre golpes recibidos –a más de una docena les siguió la muerte– cumplieron 95 años. En Esquel, que festejará pronto su centenario, se transmitió la primera nota periodística, titulada "Nuevo pueblo", el 25 de febrero de 1906.
n valioso material sobre los castigos ilegalmente descargados contra los criminales de sirio libaneses, y que llevó a 14 de ellos a una muerte anunciada, se guarda en el expediente 8.332, legajo 27, año 1915, sala del Ministerio del Interior del Archivo General de la Nación. El aporte de esos datos es meramente incidental, porque se trata de un testimonio copiado de la causa que la Justicia Letrada de Río Negro instauró contra el comisario José María Torino y otros policías por abuso de autoridad y lesiones graves (el expediente llegó casi a 500 fojas), documento que corre agregado a una solicitud hecha por el comisario Cristian Christiansen, quien resultó absuelto.
Los condenados, aunque sólo por el primero de los cargos, fueron: José María Torino, José Falcón, Francisco Andrés Caminao, José M. Troncoso y Agapito Lorca, con costas, suspensión de su empleos y un año y medio de arresto (aunque ya llevaban más de cuatro cuando se expidió la sentencia).
Los policías y auxiliares encausados fueron José María Torino, de 38 años, comisario de Policía, casado, domiciliado en Roca (cuando actuó en este caso vivía en El Cuy con esposa e hijos); José Falcón, de 32, casado, ex sargento de Policía, y Francisco Mavileo de 26, soltero, agente, ambos de Roca. Andrés Caminao, argentino, 42, soltero, agente, como lo era Casimiro Cárdenas, soltero de 19 y ambos de Roca. También quedaron sumariados José Mercedes Troncoso, chileno, 23 años, de El Cuy, domicilio; también Agapito Lorea, argentino, 38, soltero, agente. Juan Cardoso, soltero de 22 era un ex agente domiciliado en Patagones, mientras que Gregorio Arriagada tenía 28 años, soltero y era agente de la comisaría de Bariloche donde vivía (lo entregó el propio comisario del lugar, el cuestionado policía y más tarde, exonerado Gabriel Marty).
En estas páginas ya se narró desde ese documento, cómo el encausado José Alonso, alias El Rengo, fue apresado en sus pagos de Lanza Niyeo, en el boliche de Benjamín Piuma por el policía Cardoso. También, cómo fue el despojamiento de su dinero y alhajas, algo previo a los golpes y palizas en la comisaría de El Cuy (le rompieron varias costillas y moriría meses después).
Trompadas y culatazos
Hilario Manchuehe (sic) por Ñancuche, en la foja 21 del primer cuerpo del sumario, declaró en la cárcel de Choel Choel ante el comisario Moffat, el director de la cárcel y el médico de la gobernación, «que se encontraba enfermo debido a los golpes de puño y culatazos que le hizo pegar el comisario José María Torino cuando lo tomó preso en El Cuy».
El preso Eligio Marillán testimonió a través del lenguaraz Ramón Cejas y su relato ya apareció en estas páginas. Resumen: Torino, policías y 40 presos en camino a El Cuy pasaron por su puesto en Colan Niyeo y Torino pidió «carne de yegua para los presos y de vaca o capón para él». Como se demoró, ordenó lo golpearan a culatazos y patadas y «hasta lo pisaron con caballos». Más tarde lo buscaron, destruyeron su toldo y dejaron en la miseria a su mujer y a sus hijos (le llevaron todo, incluso, víveres), que, como los demás apresados, eran aborígenes. Quienes más lo golpearon fueron el agente Cardoso y un sargento «que invocaban órdenes del comisario Torino, pero ya preso, los que lo trataron mal fueron los agentes Cuminao y Marileo, y el sargento Falcón, especializados en todos los tormentos, por «orden y en presencia del comisario Torino» . «Estos castigos los ordenaba porque no querían declarar que habían muerto turcos».
Se desprende del mismo y revelador documento, que uno de los inculpados por múltiples crímenes contra sirios libaneses ambulantes, Manuel Vera (alias Tripa Gorda o Vila), fue aquel ingenuo que anduvo las ocho leguas que distaba su toldo de la comisaría de El Cuy «para solicitar permiso para marcar unos potrillos». Fue su desgracia acompañarse de su cuñado Hilario Ñancuche (quien reclamaría una libreta de enrolamiento retenida cuando lo apresaron con otros acusados, los Muñoz). Quedaron detenidos los dos.
Manuel Vera testimonió que «antes que el comisario Torino lo atendiera pudo ver que había allí muchos presos y que todos estaban atados con las cabezas tapadas y en la oficina había un muchacho y un rengo que después supo se llamaban Aburto y José Alonso. Que llevado a la presencia del comisario y de los individuos que cita, el comisario interrogó a Alonso si el declarante estaba presente en los asesinatos y como este no contestara en sentido afirmativo, Torino se enfadó y empezó a golpear a Alonso, hasta tirarlo al suelo en donde lo pateó para hacerlo levantar siguiendo el interrogatorio…».
Otro tramo de su confesión señala que «a Eligio Marillán el agente Manileo le pegó un culatazo con la carabina porque le pidió un cigarrillo a un preso que estaba a su lado estando presos en Roca en el local llamado 'La Disciplina'», agregando que cuando fue detenido, el cabo Lorca le sacó veintidos pesos con setenta y cinco centavos (fs. 32 a 36 del 1er. Cuerpo).
La verdad de Vera Robles
El menor de 16 años, Juan Aburto, convalidó en la cárcel de Choele Choel, según todo «lo aseverado por Vera respecto de los malos tratamientos que sufrieron los detenidos Ñancuche, Alonso, Marillán y Vera por parte del comisario Torino secundado por el cabo Lorea y el agente Marileo, agregando que Alonso le había referido que en momentos en que era castigado, le había puesto una mordaza para que no gritara y que si él le había dicho al comisario que conocía a Vera y Ñancuche era por salvar sus vidas, pues eran terribles los sufrimientos que le ocasionaban las estaqueadas» (fojas 41 a 44, del 1er. cuerpo).
Estos son los testimonios de los apaleados, algo que quedó verificado con 14 muertes, pero, convengamos que sólo es la voz de una parte. Es decir: hay con los informes de Torino. Claro que Pedro Vera Robles sólo tuvo que mostrar las cicatrices de las manos «por haber estado dos meses atado con la cara tapada y que el comisario Torino lo golpeó pegándole patadas y golpes de puño despojándolo de su libreta de enrolamiento y de 40 pesos moneda nacional y agregando que es verdad que, encontrándose detenido en cepo de lazo en el Corralón de Disciplina en Roca, el agente Marileo le pegó un fuerte culatazo a Eligio Marillán de cuyas consecuencias se quejó toda la noche estando sin comer y hasta la fecha sigue enfermo (agosto de 1910)».
Otros 28 encarcelados «acusan al comisario Torino y al personal de policía a sus órdenes de haberlos sometido desde la época de su detención, hasta su ingreso a la cárcel de Choele Choel, a los sufrimientos más atroces y vejatorios, al punto de tenerlos por espacio de dos meses de espaldas, atados de pies y manos con lazos, con las caras al sol y tapadas con bolsas y matras y haberlos golpeado con los pies y armas colocándoles mordazas para que no gritaran y haberlos despojados de sus bienes y hasta de la honra de sus hijos menores», según testimonios de fs. 65 vta. a 212 vta. del 1er cuerpo.
(Continuará)
FRANCISCO N. JUAREZ
fnjuarez@sion.com
CURIOSIDADES
• Centenario de Esquel. El próximo 25 de febrero (2006) se festejará en esa cordillerana ciudad chubutense el centenario de su fundación. En realidad, no se trata de conmemorar un formal suceso fundacional del que carecen muchos pueblos patagónicos. Además, desde hace más de medio siglo se discute cuál debía ser la fecha a festejar. Ya fue planteado en la muy valiosa Edición Especial que publicó en 1950, a todo lujo y en páginas satinadas, el Diario «Esquel». Y no sólo planteado, sino propuesto y determinado: el 25 de febrero. ¿Por qué? Porque ese día se realizó la primera transmisión telegráfica del lugar por Merardo Morelli, jefe telegrafista y bajo una carpa prestada por los ingenieros que trabajaban en la traza del pueblo (según la edición especial aludida y algunos autores. Otros testimonios afirman que ya se había concluido el trazado y que el decreto que ordenaba la traza sería la fecha a homenajear. Pero ya pasó).
• Lo telegrafiado ese día, ayuda. Según algunas crónicas, el 25/2/1906, muy temprano, se hizo la primera comunicación entre Esquel y Neuquén. También ese día, en la redacción del diario La Prensa, se recibieron dos comunicaciones telegráficas como de Colonia 16 de Octubre, del Chubut. Pero hasta pocos días antes, esa data emisora se trasmitía desde Súnica, en el mismo boliche, oficina y ex comisaría del recién exonerado comisario Eduardo Humphreys, a la vez corresponsal. La transmisión del 25 de febrero, no caben dudas, se transmitió desde la hoy Esquel. Lo publicado es buena pista orientadora para indagadores chubutenses: los telegramas se publicaron en la edición del 26 de febrero.
• La prensa del 26 de febrero. El primer telegrama de los dos transcriptos y fechados el 25 de febrero en Colonia 16 de Octubre fue titulado así, «Nueva línea telegráfica – La Policía». Su texto completo decía: «En breve llegará la línea telegráfica del Sud, que empalmará en Esquel, donde se instalará definitivamente la oficina. Con mucho éxito se están recogiendo adhesiones para subvencionar un médico para que se radique en esta localidad. Se hizo cargo interinamente de la comisaría (en Súnica, claro) el señor Eduardo G. Lahitte con beneplácito público» (reemplazante de Humphreys).
• «El pueblo de Esquel», textual. La segunda nota de la misma edición, tiene como curiosidad uno de los 3 títulos («Nuevo pueblo») y el fechado: febrero 25 y 24. La nota comienza con varias noticias y reclamos por arreglos viales. Después dice: «Se ha mensurado el pueblo de Esquel, al cual se augura un próspero porvenir.
Es de sentir que no se haya ordenado la inmediata entrega de los lotes, pues muchas personas se abstienen de edificar, por esa sola causa; lo cual se podría haber hecho por intermedio del ingeniero señor Molinari, quien efectúa la mensura. El mismo perjuicio se ocasiona a los ocupantes del ensanche de esta colonia, pues se agrega otro año más a los muchos ya perdidos por la misma causa».
n valioso material sobre los castigos ilegalmente descargados contra los criminales de sirio libaneses, y que llevó a 14 de ellos a una muerte anunciada, se guarda en el expediente 8.332, legajo 27, año 1915, sala del Ministerio del Interior del Archivo General de la Nación. El aporte de esos datos es meramente incidental, porque se trata de un testimonio copiado de la causa que la Justicia Letrada de Río Negro instauró contra el comisario José María Torino y otros policías por abuso de autoridad y lesiones graves (el expediente llegó casi a 500 fojas), documento que corre agregado a una solicitud hecha por el comisario Cristian Christiansen, quien resultó absuelto.
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