Un calefactor que funciona mal puede ser fatal

Camuflado en cualquier ambiente calefaccionado, el monóxido de carbono es una de las amenazas más peligrosas de los hogares. Solo lo combate el control de artefactos y tuberías.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La llegada del invierno obliga a tomar previsiones: buscar ropa de abrigo y encender los artefactos de calefacción. Sin embargo, son pocos los que verifican el correcto funcionamiento de calefactores y estufas. Muchos olvidan que pueden esconder a un silencioso asesino, el monóxido de carbono.

Se trata de un elemento que no tiene olor ni produce humo, tampoco molesta o irrita las vías respiratorias. Así, camuflado en cualquier ambiente calefaccionado, el monóxido de carbono es una de las amenazas más peligrosas de los hogares.

Se produce por la combustión incompleta de cualquier material que contenga carbono, como el gas y los demás combustibles derivados del petróleo. La amenaza puede surgir de braseros, además de calefones y estufas que no tienen en buenas condiciones sus sistemas de evacuación de gases.

El aumento de concentración de monóxido de carbono en un ambiente es imperceptible. Una persona puede detectar el problema al sufrir un dolor de cabeza repentino, somnolencia, náuseas, vértigo, aceleración del pulso y otros síntomas. Sin embargo, en muchos casos la víctima de la intoxicación muere sin llegar a percibirlos.

Los especialistas en el tema estiman que el riesgo es más grave si no se realiza el mantenimiento de los artefactos o no se eduque a la población en el consumo del gas. Este combustible resulta muy seguro cuando el sistema está en buenas condiciones pero implica un riesgo mortal en caso contrario.

En regiones como la patagónica, donde el progreso de las redes del gas natural diversificó mucho el uso del servicio, el problema no es menor. Máxime en ciudades grandes cuyas instalaciones mayoristas y artefactos hogareños ya adolecen de cierta antigüedad .

En las casillas precarias, donde la calefacción es a leña y a veces se alimenta con una garrafa, son desgraciadamente frecuentes los incendios, pero no las intoxicaciones con monóxido de carbono. Eso se debe, de manera fundamental, al efecto beneficioso de las filtraciones de aire que enfrían los ambientes.

Fernando Justo García es un vecino de Villa La Angostura que conoce bien el problema y trata de difundirlo. El 17 de julio del 96, su hijo Pablo de 20 años, murió por la inhalación de monóxido de carbono que despedía un calefón en mal estado en el departamento que ocupaba en Mar del Plata. El mayor defecto de este artefacto era su ventilación, cuyo ducto de salida al exterior estaba oxidado, un pájaro había anidado adentro, y la altura de salida no era la reglamentaria.

El motivo de este accidente -cuya carátula judicial los damnificados quieren convertir en «homicidio culposo»- ha sido muy difundido en todo el país. Ahora Camuzzi Gas del Sur apeló una sentencia y García opina que la causa se va a prolongar varios años más (ver aparte) .

En la costa altántica los efectos del monóxido de carbono son mayores y más frecuentes porque la acción corrosiva del aire salobre avanza rápidamente sobre las tuberías. Con su prédica, García logró que en Mar del Plata se aprobara una ordenanza que obliga a todos los propietarios de departamentos en alquiler a realizar una inspección anual de sus artefactos y conductos de escape de gases. En los últimos dos años no hubo muertes por inhalación de monóxido de carbono en esa ciudad.


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