Un discurso con mil señales

Exactamente 180 días después de que su antecesor Domingo Cavallo anunciara que el corralito duraría 90 días, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, detalló los pilares de la estrategia del Gobierno para acabar con las restricciones financieras.

No fue la salida irrestricta que imaginaban (y esperaban) muchos, al menos hasta cuando se hizo evidente que no podría ser así en estas circunstancias. Tampoco liberó al sistema financiero de pagar algún costo, pese a que el principal -el descalce entre la pesificación de la cartera activa y la pasiva- será absorbido por el fisco. Aun así, la suerte del sistema bancario todavía está por decidirse, y la instrumentación de las cuentas «paralelas» para estimular la confianza se probará con el correr de las semanas, mientras Lavagna se abocará a atender otros incendios, como el de las tarifas, el control de la inflación y el acuerdo con el FMI.

Lo cierto es que el ministro, consciente de la trascendencia del acto que se llevó a cabo, no se privó de lanzar señales políticas hacia distintos sectores, alejándose bastante del perfil técnico que venía cultivando desde su llegada al cargo.

En la conferencia de prensa que ofreció en el Palacio de Hacienda, disparó que «sería bueno que empecemos a fijarnos en cómo va a ser acompañada una medida no sólo por el sistema financiero, sino por otros elementos del cuerpo social».

Pero su sorpresivo dardo no se dirigió hacia los bancos en general, sino a la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) en particular, con la cual sin embargo, hasta hace una semana, compartía tardes enteras de deliberaciones en torno a las medidas a tomar. «El espectro de apoyo y comprensión abarca a casi todo el mundo», dijo y colocó en el supuesto consenso a la Bolsa, a la Cámara de Comercio, a la de la Construcción, a las terminales automotrices, los productores de alimentos, a los exportadores y a la Unión Industrial Argentina, entre muchos otros.

También, y con especial énfasis, se refirió al apoyo logrado entre las entidades de la Asociación de Bancos Públicos y Privados (ABAPPRA), colocando -aunque más no sea verbalmente- a la banca extranjera en el incómodo papel de malo de la película.

En esa misma línea, dedicó los últimos minutos de la conferencia a ensalzar el plan de jefes y jefas de familia que lanzó recientemente el Gobierno, en un gesto que en general está reservado a lo que se ha dado en llamar el «ala política» del gabinete.

Y también habló de la «importante participación» que tuvieron los diputados y senadores justicialistas y radicales y frepasistas, en la redacción del decreto 905 anunciado hoy. (Télam)


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