Un mar de aventuras
Si bien el avistaje embarcado del mayor mamífero marino es la excursión estrella en la península Valdés, la oferta de otras actividades náuticas y submarinas con base en Puerto Pirámides o Madryn multiplica las posibilidades de disfrutar de la magnífica abundancia de la naturaleza.
La ballena franca austral, verdadera reina del espectáculo marino en península Valdés.
Fernando Bonansea
“Ni Gepetto ni Pinocho viajaron nunca en la panza de una ballena franca austral, porque si bien tiene una boca de tres metros de largo, la garganta mide nada más que 20 centímetros de diámetro”, explica a los turistas asombrados el guía Eduardo Suárez, un buzo y ebanista puelense que además se jacta de su pertenencia con Puerto Pirámides, una encantadora aldea costera del Golfo Nuevo.
Los enormes cetáceos de 40 toneladas y 13 metros de largo navegan y juegan a sus anchas en las mansas aguas, mientras los bebés de 4.000 kilos que se están amamantando con 100 litros de leche por día, se divierten pasando por debajo de las embarcaciones de avistaje y asoman sus colas y cabezas para las fotos interminables.
A cien kilómetros de distancia, en las playas de El Doradillo, es posible verlas desde la costa mientras se pasean a no más de 10 metros, aprovechando el fondo de pedregullo para rascarse.
En coincidencia, frente a la costanera de la ciudad de Puerto Madryn, desde primera hora saludan la salida del sol con sus cabriolas y no alcanza la vista para identificarlas a todas. Desde las avenidas principales se pueden observar ballenas saltando, mostrando la cola o simplemente transitando cerca de la costa.
Frente al mar hay varios hoteles, restaurantes y bares desde donde se pueden observar. Incluso, es común para los madrynenses escucharlas de noche emitiendo sus sonidos característicos.
La península Valdés, con su mar cristalino y azulado, es uno de los pocos lugares en el mundo en donde se puede ver a esta especie en su hábitat natural. Desde junio y hasta principios de diciembre permanecen aquí cerca de mil ejemplares, para alejarse durante el verano hacia las frías aguas del sector antártico, donde se alimentan del krill. Son animales de ámbito costero, salvajes, que “vienen acá porque están tranquilos y pueden aparearse y alimentar a sus crías”. Según los lugareños, “con los años se aprende a leer su comportamiento, actitudes, forma de hundir la cola, saber si va a saltar o no”.
El propio Suárez reconoce los cambios evidenciados en Puerto Pirámides durante la última década: “De 80 habitantes dedicados a la pesca y al campo, pasamos a ser casi 600 y muchos llegaron con un sentido netamente mercantilista”, valora al tiempo que insiste con que “por suerte la gran mayoría tiene un sentido conservacionista que nos permite convivir siete meses al año en comunión con los animales”.
A bordo de una lancha de la firma Jorge Schmid/Punta Ballenas, señala a una que pasa muy cerca y destaca que “son muy amistosas y siempre van a hacer lo que su naturaleza les indique, esto no es un circo o un show, acá no se las alimenta. Esto es lo que genera que 350.000 turistas de todo el mundo vengan cada año a verlas”.
Asimismo, invita enseguida “a dormir en Puerto Pirámides, porque hay excelente hotelería y muy buena gastronomía. Al atardecer –cuando la marea está alta– las ballenas vienen hasta la orilla y la gente se emociona cuando las tiene a dos metros y casi puede tocarlas”.
Además señala que “tenemos excursiones de trekking o en bicicleta, donde podemos ver las ballenas desde arriba de los cerros y de pronto aparecen los guanacos, maras y zorros; paseos en kayac para dar la vuelta a la península o se puede hacer buceo todo el año en aguas supertransparentes”. Las comidas típicas están producidas a base de frutos del mar que recogen en forma artesanal los buzos de la zona en el golfo San Matías: pulpitos, salmones, cholgas, mejillones, cornalitos, langostinos, vieiras y calamares, entre otros.
En realidad, la forma de vida de los pobladores está ligada con el ciclo migratorio de los cetáceos; hay seis empresas dedicadas a los avistajes y ya desde muy temprano predomina en el paisaje costero el deambular de cientos de personas con chalecos naranjas, listas para embarcar en la playa ya que no hay muelle. La maniobra incluye a un tractor articulado que ingresa al mar con un carro enganchado portando el casco del barco. “Es para evitar el impacto ambiental”, justifican.
TIERRA DE PINGÜINOS
Otra de las excursiones imperdibles en península Valdés lleva hasta la estancia San Lorenzo, muy cerca de Punta Norte, donde aparece una pingüinera con unos 250.000 ejemplares que por estos días están recibiendo a las hembras que se habían quedado en el sur de Brasil a la espera de que los machos acondicionen los nidos.
El pingüino de Magallanes es una especie monógama que forma familia estable, cuando un individuo macho alcanza la madurez sexual (alrededor de los cuatro o cinco años) buscará una hembra a través de luchas muchas veces tan violentas que acaban con la muerte de uno de los pretendientes.
Dentro del establecimiento ganadero, la colonia ocupa un espacio costero de unos cuatro kilómetros de extensión y los nidos aparecen incluso a 1.200 metros del mar. Los visitantes pueden observar a los pingüinos de cerca si caminan por un sendero de alrededor de 800 metros, con un mirador de 100 metros en el sector más cercano al mar. Son acompañados por guías especializados, quienes brindan información sobre las principales características de los pingüinos y del resto de la fauna y de la flora.
Desde sus inicios la estancia “ha alentado el desarrollo de la investigación científica acerca de los pingüinos, que ha incluido a investigadores, tanto nacionales como extranjeros. Los estudios que llevan a cabo fortalecen las acciones tendientes a informar y a concientizar a la comunidad sobre la importancia de la conservación de los recursos naturales”, subrayaron sus propietarios.
Queda a 170 kilómetros de Puerto Madryn y suma la posibilidad de ingresar a un “verdadero santuario de la naturaleza”, ya que van apareciendo colonias de maras (libre patagónica); guanacos, choiques y zorros. Para llegar hasta la pingüinera hay un precio promocional para los excursionistas argentinos.
Al arribar al casco del campo hay un sendero interpretativo sobre la flora y fauna del lugar, un museo que muestra los vestigios de una antigua factoría de lobos marinos (están las ruinas en la costa) y un restaurante donde sirven un excelente cordero con un vino de marca propia.
Allí mismo, mientras se almuerza, los visitantes están viendo por los ventanales de lo que fue el viejo galpón de esquila, a los trabajadores rurales haciendo las faenas propias de la majada.
DANZA CON LOBOS
Considerada la “Capital nacional del buceo”, Puerto Madryn es la ciudad costera mejor preparada para practicar deportes náuticos variados como windsurf, motonáutica, canotaje y esquí acuático, además del buceo y snorkeling con lobos marinos en las aguas calmas, con poco oleaje y transparentes.
En las inmediaciones de Punta Loma hay una colonia de estos curiosos animales a los que encanta interactuar con los humanos, principalmente los juveniles que son más curiosos y que muchas veces se encuentran supervisados por los adultos que vienen detrás. El tiempo de inmersión promedio estimado es de 45 minutos y los animales no se pueden tocar, aunque muchas veces buscan “mimos” en el buceador, una forma de manifestar su afecto por el extraño que llega hasta su hábitat. El espectáculo es realmente único y hay que vivir la experiencia para entenderla y contarla para que otros se animen.
Hay varias empresas habilitadas para la actividad, que se van turnando para llegar hasta el lugar elegido. En el caso de “Aquatours”, el capitán conduce la nave hasta la reserva natural de Punta Loma en una travesía de unos 25 minutos, navegando en medio de las ballenas que van mostrando sus colas y aletas o directamente salen por completo del agua, seguidas por las gaviotas que se ensañan en picotearlas.
De pronto, al amparo de los acantilados aparece la colonia de lobos que se hacen sentir a la distancia con sus ronquidos particulares. Una breve instrucción de los guías y ¡al agua!.
Los trajes de neoprene no permiten que se hunda y las patas de rana ayudan a moverse pronto por las cercanías de la lancha.
Apenas notan el movimiento, decenas de pequeños lobitos llegan a curiosear y a proponer juegos inofensivos: olfatean, dan suaves mordiscos y acercan sus hocicos a la cara del buceador para que vaya entrando en confianza. Al poco rato todos se desplazan al ritmo de una danza que el visitante jamás olvidará. Varios de ellos lo acompañarán durante los 40 minutos que dura la excursión, hasta volver a la cubierta de la embarcación.
Otro clásico de Puerto Madryn es el bautismo submarino. La excursión se realiza todo el año y consiste en bucear junto a un instructor en un parque a menos de 10 metros de profundidad con trajes de neoprene de 7 mm. Luego de una breve charla explicativa, ya está listo para iniciar la práctica en el agua. Con facilidad se aprende a respirar con el equipo colocado y, metro a metro, se desciende al fondo junto al instructor. Durante el buceo van apareciendo peces como turcos y meros; cangrejos, estrellas, pulpos y anémonas, en un mundo fascinante y silencioso.
A la hora de reservar y contratar, Aquatours es una de las primeras operadoras de buceo y lleva más de 20 años en la actividad que avala una amplia experiencia en la prestación de servicios náuticos. Está en avenida Roca 550 (tel. 0280-4451954, e-mail info@aquatours.com.ar). Otras empresas: Lobo Larsen y Master Divers, Madryn Buceo, Hydrosport, Botazzi y Golfo Azul.
DESCUBRIR EL MAR
En el amplio circuito que ofrece Puerto Madryn, el Ecocentro es un espacio “de encuentro y reflexión inspirado en el mar patagónico, que promueve, a través de la educación, la ciencia y el arte, una actitud más armónica con el océano”.
La exhibición central, “A orillas de un frío río de mar”, difunde el conocimiento del mar viviente como “el resultado de un largo proceso evolutivo que se manifiesta en una combinación de fondos oceánicos, aguas en movimiento, procesos vitales como la fotosíntesis, y relaciones tróficas y funcionales entre los diversos organismos que lo habitan”.
En el Ecocentro también se puede visitar la exhibición “Habitantes de un pozo de marea”, que es un estanque artificial donde se ven en su hábitat diferentes invertebrados marinos vivos como estrellas de mar y anémonas conviviendo a la par de cangrejos y caracoles.
La nueva sala “Sombras y rumores de ballenas” es una muestra integral sobre la ballena franca austral. Está integrada por paneles sobre biología y ecología, videos y una instalación que nos transportará con los sonidos de las ballenas al más íntimo contacto con el mundo marino.
Se complementa con la exhibición “Lejano y profundo mar” sobre la geografía y las especies que habitan las grandes profundidades: un esqueleto de ballena franca y una torre con la mejor vista del golfo para relajarse y disfrutar de un momento de contemplación o descanso.
El Ecocentro se encuentra abierto todo el año en el horario de martes a domingo de 14:30 a 19:30, a metros del famoso monumento al Indio, en Punta Cuevas. La entrada tiene un costo de $ 50. Teléfono: (0280) 4457470 al 73, e-mail: mar@ecocentro.org.ar
Web: www.ecocentro.org.ar
CALAMAR GIGANTE
Mide tres metros de largo y supera los 200 kilos. Se lo puede observar disecado y conservado en una vitrina del Museo Provincial del Hombre y el Mar (Domecq García y José Menéndez, 0280-4451139, e-mail museopujolmadryn@yahoo.com.ar).
Horarios de visita: lunes a viernes de 9 a 19, y sábados y fines de semana largos de 15 a 19. Muestra ejemplares y valvas de los principales grupos de invertebrados de la región. También se destaca un enorme pulpo colorado.
El calamar “más grande de nuestro país” corresponde a una hembra de un año y medio. Apareció sin vida en la bahía Bustamante (al sur del Chubut) en abril del 2008; medía cinco metros de largo y pesaba 220 kilos.
Península Valdés
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