“Un McDonald’s muy especial”

Escribo por primera vez para este espacio en reconocimiento al gran gesto de amabilidad, cordialidad, gentileza y educación que tuvo una de las empleadas de la famosa cadena de comidas de nuestra querida ciudad de Neuquén. El 1 del corriente aproximadamente a las 19:30 concurrí al local de McDonald’s de Perticone 545 con mi hijo Juan, de 5 años, que es un niño muy “especial”. Apenas llegamos, fuimos recibidos por una señorita de unos 16 años que con una sonrisa dibujada en el rostro nos obsequió un globo y nos invitó a sentarnos. Ella sola se encargó de guardarnos un lugar en uno de los reservados mientras nos lavábamos las manos. Seguidamente nos tomó el pedido y posteriormente, con la velocidad característica a la que nos tienen acostumbrados, nos lo acercó hasta donde estábamos y nos cobró sin que tuviéramos que movernos de la mesa. Como frutilla del postre, nos dio a elegir el ansiado juguete que acompaña siempre las famosas cajitas… ¡al fin pudimos completar la colección de dinosaurios! Como no tuve mejor idea para agradecer su gran gesto de cordialidad que ofrecerle una propina, con gran dignidad se negó a aceptarla alegando que su mejor gratificación era que pudiéramos disfrutar la estadía. Le dije que se lo iba a retribuir entonces con un agradecimiento público dirigiendo una carta a este diario. La señorita a la que quiero destacar se llama Estefani Nievas, quien con su actitud me enseñó que el único “especial” no era mi hijo. Eduardo Balestrino, DNI 20.985.219 Neuquén

Eduardo Balestrino, DNI 20.985.219 Neuquén


Escribo por primera vez para este espacio en reconocimiento al gran gesto de amabilidad, cordialidad, gentileza y educación que tuvo una de las empleadas de la famosa cadena de comidas de nuestra querida ciudad de Neuquén. El 1 del corriente aproximadamente a las 19:30 concurrí al local de McDonald’s de Perticone 545 con mi hijo Juan, de 5 años, que es un niño muy “especial”. Apenas llegamos, fuimos recibidos por una señorita de unos 16 años que con una sonrisa dibujada en el rostro nos obsequió un globo y nos invitó a sentarnos. Ella sola se encargó de guardarnos un lugar en uno de los reservados mientras nos lavábamos las manos. Seguidamente nos tomó el pedido y posteriormente, con la velocidad característica a la que nos tienen acostumbrados, nos lo acercó hasta donde estábamos y nos cobró sin que tuviéramos que movernos de la mesa. Como frutilla del postre, nos dio a elegir el ansiado juguete que acompaña siempre las famosas cajitas... ¡al fin pudimos completar la colección de dinosaurios! Como no tuve mejor idea para agradecer su gran gesto de cordialidad que ofrecerle una propina, con gran dignidad se negó a aceptarla alegando que su mejor gratificación era que pudiéramos disfrutar la estadía. Le dije que se lo iba a retribuir entonces con un agradecimiento público dirigiendo una carta a este diario. La señorita a la que quiero destacar se llama Estefani Nievas, quien con su actitud me enseñó que el único “especial” no era mi hijo. Eduardo Balestrino, DNI 20.985.219 Neuquén

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