Un músico que cosecha lo que sembró

El baterista superó tiempos duros y dudas. Toca con otros artistas y se dedica a la docencia.

Leonardo Álvarez es uno de los grandes músicos que dio el Alto Valle. Vive en Buenos Aires, donde trabaja de lunes a lunes con perseverancia y pasión. Habla de su lugar de origen, de cómo sus primeros maestros le ampliaron la visión y de su vida en la gran ciudad.

Hay elecciones y azares que definen la vida por venir y resignifican el pasado. Puede ser la llegada de un hijo, puede ser la compra de una casa, una pelota o una muñeca. Lo anterior pertenece a un pasado que no es el de uno o, al menos, no de uno como es ahora, después del pasado. «…antes de ti yo no era yo, no había ninguno de los dos… no entiendo cómo podía vivir antes…» le canta Jorge Drexler a su hijo. De igual manera resulta muy difícil imaginar a Leonardo Álvarez sin batería, sin música. Sus palabras, sus gestos, sus movimientos hablan de música, hablan con música.

Leonardo habla lo necesario. No adorna las frases, habla en forma simple y directa.

Su formación tiene algo académico y mucho de popular. Nació en Villa Regina, hace 28 años y vivió la mayor parte de su vida en General Roca. Hace diez años vive en Buenos Aires, alternando sus actuaciones musicales con la docencia. Participó en grabaciones, de diversos estilos, que van desde el rock al jazz y se detienen especialmente en el folclore. Tocó en musicales de la calle Corrientes a metros de Baires Música, la escuela que dirige.

Nos juntamos en el Conventillo de las Artes, sede de Baires Música. Es un edificio antiguo a metros del Teatro Colón, a pasos del obelisco. Es el centro de la ciudad y el centro donde se cruzan todos sus proyectos musicales y docentes.

– ¿Cómo fueron tus comienzos con la música?

– Empecé más o menos a los 8 años, en forma intermitente en Casa de la Cultura con Stella Pellegrini. A los 14 cuando me compré mi primer batería, retomé los estudios de una forma más continua, en el I.N.S.A. y tomando clases particulares con Santiago González. Era el momento de furor de los video clips, nacía MTV. Pasaba el día mirando videos, los grababa y volvía a ver a la noche. Era fanático del heavy metal, del punk… Metallica, Megadeath, etc… era bastante cerrado.

– ¿Ahora estás muy lejos de esos estilos?

– No, lo escucho y disfruto. No estoy tocando esos estilos, pero me siguen gustando. Hubo alguien que me ayudo mucho a abrirme a otros estilos: Miguel Portal, mi profesor de música en el secundario. Él nos hacía tocar música de Piazzolla, Charly García, jazz… descubrí un universo nuevo. Escuchaba «Libertango» de Piazzolla y sentía la misma fuerza que con Metallica. Esa apertura tiene que ver con lo que soy hoy, me gustan muchos estilos y trato de tocar de todo.

– ¿Qué te trajo a Buenos Aires?

– Lo vi a Daniel «Pipi» Piazzolla dar una clínica de batería en Roca y quedé totalmente sorprendido con su manera de tocar, en mi vida había estado presente en una performance de tal magnitud. Hablé un poco con él acerca de la posibilidad de ser su alumno y me dijo que para ser músico había que estudiar como estudia un médico, un ingeniero y tener mucha disciplina, todos los días ocho horas frente al instrumento como mínimo. Me dejó su teléfono y lo llamé un par de veces y en unos meses estaba viviendo en Buenos Aires y tomando clases con él. También tuve el apoyo de mis viejos desde mis comienzos cuando me regalaron la batería a los 14 años.

– ¿Sentís que tu vida en el Valle sigue influyendo en tu música?

– ¡Por supuesto! Mi vida en el Valle influyó en mi persona y mi música es un reflejo de ella. La tranquilidad de la calle y conocer al vecino, son cosas que voy a extrañar siempre.

– ¿Cómo ves la actividad musical de Río Negro y Neuquén?

– Hay personas que valoro mucho por lo que hacen como Luis Andrade, Mario Giménez, Andrés Fuhr, entre otros. Son como pilares de una escuela expresiva, original y comprometida con la música. Por otro lado, si quiero conocer la música de un artista de la zona, no tengo los medios para llegar a él. No hay muchos discos ni shows con la promoción necesaria. También veo que muchos músicos están pendientes de ir a tocar al casino o a un evento redituado y dejan de lado lo que para mi es muy importante: el desarrollo de una voz propia.

– Un artista sin nada para decir y sin un espacio donde expresarlo, a largo plazo desaparece o aparece tocando en un casino.

– La sociedad y los entes encargados de la cultura son parte responsable de la existencia de artistas.

– ¿Estás en contacto con músicos roquenses que vivan en Buenos Aires ?

– No estoy tocando con ninguno de ellos en este momento, pero estoy en contacto con Federico Salgado, Jesús Fernández, Gabriel Domenicucci, Lucio Balduini y varios más. Sigo la carrera de todos ellos y nos vemos seguido. No es fácil armar proyectos en una ciudad tan grande. Vivir en lugares chicos tiene grandes beneficios, se vive en casas y no departamentos. Imaginate ensayando en un departamento de cuatro por cuatro. Por momentos la ciudad puede ser muy hostil. A mi me costó mucho encontrar mi lugar, y en varias ocasiones, estuve a punto de abandonar la música, estuve a punto de volver a Roca. Ahora estoy disfrutando de los beneficios, tengo mi lugar, mi escuela, que es el centro de todas mis actividades, estoy tocando mucho y cosechando lo que sembré en tantos años.

– Contanos sobre tu actividad en Buenos Aires.

– Me llevó diez años de trabajo y estudio muy duro llegar a generar la actividad que hoy tengo. En la actualidad estoy participando de cuatro proyectos de artistas jóvenes que están editando su primer disco este año. La música que toco con ellos es folclore, música latinoamericana, jazz, drums & bass y ¡el infinito mundo de la improvisación! Desde hace 2 años comencé un emprendimiento llamado «Baires Música». Es un espacio generado a partir de la necesidad propia y de alumnos en busca de un centro de estudios que abarque las diferentes ramas de la música. También trabajo como sesionista, por ejemplo toqué durante el 2008 en la ópera «María de Buenos Aires» de Astor Piazzolla, junto a grandes músicos, algunos de los cuales tocaron con Astor, es increíble. En este momento también estoy tocando en el musical «Eva», con Nacha Guevara. Por otro lado, me dedico a la docencia en «Baires Música» y en un proyecto de orquesta infantiles del Gobierno de la Ciudad, en el que doy clases de percusión a chicos de zonas carenciadas.

-¿Imaginabas hace diez años estar en el lugar donde estás?

– La verdad es que en estos 1 años pasé por muchos momentos difíciles donde vivir en Buenos Aires me jugaba en contra. La ciudad y los recursos que yo tenía me estaban llevando para un lugar al que no me interesaba. Había perdido mis objetivos. A los 24 años en un acto casi de desesperación fui y me anoté en un curso de Marketing, pagué la inscripción y cuando comenzaba el curso, por suerte, ya había recapacitado. Ahí fue donde decidí mi futuro.

– ¿Con quiénes te gustaría tocar?

– Con cualquier persona que sienta la música con respeto y amor.

– ¿Cómo te ves en 20 años?

– Más tranquilo y más agradecido.

– ¿Qué estás escuchando?

– Estoy totalmente absorbido por una red social que se llama myspace, donde cada artista puede subir su música, fotos, próximos conciertos y uno puede hacer comentarios e invitar al otro que escuche tu música. Tengo muchos amigos por todo el mundo gracias a esto. Es muy divertido. Mi space es: www.myspace.com/choloargento

– ¿Qué cosas te hicieron llegar a donde estás?

– Creo que un músico tiene influencias de otros músicos pero yo no podría descartar la influencia de mis padres, que teniendo otras profesiones, me educaron y enseñaron muchas cosas que hoy son indispensables a la hora de trabajar como músico. También mis maestros Piazzolla, Minichillo y Verdinelli me supieron guiar muchísimo, ellos me enseñaron a respetar, valorar y compartir. Elementos fundamentales para la vida, sin ellos no hubiera llegado a ningún lado. Estos tres profesores, son los que determinaron mi camino, son los tres muy distintos, pero tienen mucha identidad para tocar y eso me ayudo a formar mi propia voz en la música, que en definitiva es lo más importante, es contar quién sos, cómo sos, de dónde venís.

– ¿Tenés pensado volver al Valle ?

– Sí, me gustaría, pero todavía no. Ahora estoy disfrutando lo bueno de las ciudades grandes, que es la gran movida cultural y por suerte la estoy disfrutando desde adentro (risas).

Termina de hablar, mira sin disimulo el reloj y levanta la vista como preguntando «¿algo más?».

– No, gracias.


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