Un presidente sin plan


La trepada del dólar paralelo también refleja el grado de incertidumbre que genera una economía sin programa, como reconoció el presidente.


Tambalea el principal activo político de Alberto Fernández en momentos en que cae sostenidamente su imagen. La estrategia del aislamiento social llegó a su límite y los casos de coronavirus trepan a diario, también el número de muertes. La situación del sistema sanitario es de un “equilibrio inestable”, según un epidemiólogo que asesora al presidente . La figura podría aplicarse curiosamente también al Gobierno. Con un margen de maniobra que se estrecha ¿apenas se logró postergar el colapso? Es una pregunta que inquieta a la política. Alguien recordó en estas horas al infectólogo sueco que en abril evitó una polémica con el presidente Fernández, pero advirtió: no importa lo que uno haga, todos se van a contagiar.

La Argentina trepó el jueves al sexto lugar entre los países con mayor número de contagios diarios por coronavirus. Los casos más que se duplicaron en las últimas semanas en el Gran Buenos Aires. Funcionarios y especialistas admiten ahora que algo no se hizo bien en todo este tiempo. Está claro que la cuarentena se declaró demasiado temprano y le ha hecho pagar un precio altísimo a la economía. La salida progresiva del aislamiento derrumbó la ilusión de que el virus podría ser controlado. El endurecimiento reciente fue un fracaso. Hoy nadie hace predicciones y el discurso público transmite desconcierto. Hay que conceder que no hay modelos en el mundo, tampoco aquel de la inmunidad de rebaño del que se arrepintieron finalmente los suecos. El virus parece obstinado en hacer sufrir, como sea que se lo enfrente.

Fernández se ve obligado a construir sobre este paisaje yermo. El presidente ha hecho del cierre de la negociación de la deuda su prioridad. Todo aparece subordinado en estas horas a ese objetivo. Obtuvo un apoyo sin fisuras a su última oferta, al que se sumó el poderoso Grupo de los 6, objetado recientemente por la vicepresidenta Cristina Kirchner. Ella también hizo suya la propuesta en un mensaje reciente en Twitter de apuntalamiento a Martín Guzmán. El ministro de Economía ya ha cedido unos US$ 13.000 millones desde la primera oferta, coinciden los analistas. Pero esta semana los comités de acreedores se unieron y rechazaron la última propuesta. La reciente apelación del presidente a los bonistas revela la debilidad argentina: pidió que “ayuden al país a salir de esta postración”. Ayer Economía sacó un comunicado en el que ratificó que no mejorará la oferta, aunque dejó abierta la posibilidad de un ajuste en la letra de los contratos.


En medio de internas inexplicables entre las segundas líneas, para el presidente asoma otro frente igual de desafiante: la inseguridad.


La negociación por la deuda demora la inexpresiva agenda de Fernández. El compromiso del Gobierno en la convocatoria a un consejo económico social con empresas y gremios sigue vigente. Pero la CGT y AEA avanzan sin él: en un comunicado que difundieron tras su encuentro remoto, el martes, reafirmaron su apuesta al diálogo y coincidieron en el papel clave del sector privado en la salida de la crisis, pero también advirtieron sobre “el enorme esfuerzo que implicará mantener en actividad el aparato productivo y el empleo formal”. En ese espacio se le reclama al Gobierno la convocatoria de un comité de emergencia que analice los daños producidos por la caída vertical de la actividad. Es, dicen, lo que están haciendo: mañana la CGT repetirá el encuentro con representantes de pymes.

La trepada del dólar paralelo refleja entre otras cosas el grado de incertidumbre que genera una economía sin programa, como reconoció el presidente. Fernández sin embargo anunció el viernes una nueva etapa de ayuda a las empresas y anticipó que implementará “60 medidas” para salir de la crisis. ¿Sucedáneo de un plan? El presidente en ocasiones confunde cuál es su auditorio: asegura al Financial Times que no cree en programas y a los dos días le anticipa uno a Hugo Yasky, de la CTA. Aunque todo indica que se trata de asistencia, el desafío que enfrenta el Gobierno es oceánico: solo se pagaron dos tandas del ingreso de emergencia, eI IFE, en los cuatro meses de cuarentena, equivalentes a $ 20.000 pesos.

En medio de internas inexplicables, asoma otro frente igual de desafiante: la inseguridad.


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