Un programa busca que los chicos coman en el hogar
La comuna defiende su programa social "Comer en Casa". Pero la iniciativa es blanco de las críticas de los concejales del MPN.
NEUQUEN (AN).- «El programa Comer en Casa apunta a fomentar la familia, respeta los derechos internacionales del niño y carga responsabilidades sobre madre o el padre; ellos son los que cocinan y dentro de su casa».
Las definiciones corresponden a Carolina Del Blanco, a cargo de la dirección de Desarrollo Infantil de la municipalidad de Neuquén y cabeza del programa Comer en Casa que, desde el año pasado, se lleva adelante en esta ciudad. La iniciativa, novedosa por cierto, es blanco de las críticas de varios concejales, sobre todo los del Movimiento Popular Neuquino.
Del Blanco defiende el programa y cree que es conveniente que todos los comedores infantiles sean reemplazados por centros integrales que actúen como centros de distribución de los módulos alimentarios y que a su vez tengan la facultad de fiscalizar cómo y adónde llegan los víveres.
«Hemos conseguido contacto y acercamiento con las familias que están dentro del plan: hay por lo menos dos visitas mensuales a cada familia que está dentro del programa… Y tenemos la convicción de que se está trabajando correctamente», afirmó la funcionaria en una charla con este diario.
En la ciudad de Neuquén había 15 comedores infantiles y una cocina comunitaria en distintos barrios. De ese total, siete fueron transformados en centros integrales donde, una vez por mes, las familias beneficiarias reciben uno de los tres tipos de módulos que embala el personal municipal.
Los comedores devenidos en centros integrales son los que están ubicados en los barrios Melipal, El Progreso, San Lorenzo Norte, Villa Ceferino, La Estrella, Islas Malvinas y Don Bosco III. De estos centros depende la alimentación de unas 430 familias de esta ciudad.
El programa avanza más allá de la entrega de los módulos, que con cajas que contiene alimentos no perecederos que, combinados y racionados, alcanzan para cocinar un mes. El compromiso de los beneficiarios es participar de distintas actividades de capacitación en los centros integrales, tales como huertas y cocina económica.
«Son talleres de apoyo y talleres que sirven a aprovechar mejor cada uno de los alimentos que componen cada módulo que está calculado para brindar las calorías y las proteínas que hacen falta», explicó Del Blanco.
La funcionaria rechazó que este programa aliente el asistencialismo: «de ninguna manera, sí revitaliza a la familia y a las madres ¿Quién puede negar que un chico necesita comer con su mamá, su papá y sus hermanos?», preguntó.
En este marco, comentó que dos veces por mes una asistente social o personal de coordinación de los centros integrales llega a cada uno de los hogares que son beneficiados por el programa sin previo aviso.
«Allí se evalúa cómo se está llegando a esta gente y cómo ellos utilizan los víveres del módulo. Si hay casos de menores en riesgo o violencia familiar hay mecanismos que se pueden articular para darle intervención a quien corresponda. De hecho, ya lo hicimos en más de una oportunidad», explicó la Del Blanco a una situación que es blanco de la mayores críticas.
«Hay cuestiones que se pueden mejorar y otras que se pueden modificar pero creemos estar en el camino correcto. Quien quiera saber de qué se trata o cómo se trabaja sólo tienen que acercarse a los centros integrales», cerró Del Blanco.
Otoño «maduro» en el centro integral
NEUQUEN (AN).- La mañana del jueves fue una de las más frías de este otoño maduro que se vive en la región. Ni siquiera el sol radiante junto al cielo despejado impidieron que el aire polar cale los huesos.
Carina y Esther lo saben bien. Todavía faltan unas horas para el mediodía y caminan hacia el centro integral que funciona en el barrio La Estrella de Neuquén. Se frotan las manos y caminan a paso acelerado, esquivando el barro escarchado. Al conversar, el aliento que exhalan se transforma en vapor.
Ambas están desocupadas y tienen 25 y 24 años y dos hijos cada una. Tienen 25 y 24 años. Sus maridos realizan «cualquier tipo de changas» para llevar unos pesos al hogar y para sobrevivir recurren a toda la ayuda social posible que brinda el gobierno provincial. «Estas cajas ayudan bastante», afirman refiriéndose a los módulos de alimentos que reciben una vez por mes.
«Además -agregan-, es preferible retirar estas cajas con comida antes que ir a un comedor. Te manejás con más independencia y no tenés que estar pendientes de los horarios que tienen los comedores», explican.
Mientras continúan su marcha, el frío en el salón del centro integral parece ser mayor que en el exterior. La esperanza de matar el frío una vez adentro no tiene lugar. Y las personas que trabajan en la entrega de los módulos alimentarios lo saben mejor que nadie: llevan puestas camperas, bufandas, y guantes mientras aguardan la llegada de los beneficiarios.
La transformación de los comedores comunitarios municipales en centros integrales comenzó en diciembre del año pasado. Sobre un total de 15 comedores que dependen del municipio, actualmente hay siete que funcionan bajo esta modalidad.
En el barrio La Estrella hace dos meses que comenzó a funcionar el centro integral «Comer en Casa». En total entrega 43 módulos al mes, que según las autoridades municipales, benefician de forma directa a 143 chicos.
Los módulos están divididos en categorías, que contemplan principalmente la cantidad de miembros de la familia y se diferencian por la cantidad de productos que contiene cada uno.
El módulo de Base I está destinado a las familias que tienen uno y dos hijos, y está compuesto por 19 productos; el de base II es para familias con tres y cuatro y los productos que contiene son 26 productos; y el de Base III es para quienes tengan más de cinco hijos y tiene 30 productos. Además, a estos últimos, se les entrega un refuerzo de seis productos adicionales.
Antes de que los beneficiarios retiren las cajas con alimentos se realiza un control sobre los productos que se entregan. Se verifica que la cantidad sea la estipulada en cada módulo. En caso de faltar algún alimento, se hace una nota dejando constancia y a los tres días se los restituyen.
Carina y Esther ya verificaron las cajas con los alimentos. Todo está en orden y firmaron las planillas de control del municipio. Las dos regresaron a sus casas con un módulo de Base I. Cargan la caja sobre uno de sus hombros y no se frotan las manos. No se preocupan en esquivar el barro escarchado y el frío, inexorablemente transforma el aliento en vapor.
NEUQUEN (AN).- "El programa Comer en Casa apunta a fomentar la familia, respeta los derechos internacionales del niño y carga responsabilidades sobre madre o el padre; ellos son los que cocinan y dentro de su casa".
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