Un traje «made in Bariloche» para aislar a los médicos del hospital Ramón Carrillo
Permite a los terapistas trabajar con una autonomía de hasta cinco horas con máxima protección ante riesgos de contagios.
La prueba de fuego fue el primero de abril en la sala de terapia intensiva del hospital Ramón Carrillo con un simulacro de intubación. En ese momento, aun no se registraba ningún caso de coronavirus en Bariloche pero se anticipaba un escenario complejo.
El prototipo del “traje autónomo de presión positivo” que diseñaron tres barilochenses para los terapistas resultó ser un éxito. Y esta semana entregarán 15 equipos que fueron solicitados por el hospital de Bariloche.
“Los terapistas nos dijeron que les iba a ser muy útil y que les bajaría el estrés al sentirse asistidos y no tan expuestos como con los métodos tradicionales”, resumió Pablo Dormisch. “De esta manera -agregó- no tienen que actuar de acuerdo al protocolo de quitarse constantemente el camisolín y los barbijos. Se achican esos tiempos”.

La inquietud de contar con esos trajes surgió de un neumonólogo del hospital, Sergio Benítez. Dormisch junto a dos amigos, Alejandro Acuña y Gonzalo Luna, que en algún momento estuvieron vinculados a proyectos de ingeniería, se hicieron eco de la necesidad y se pusieron manos a la obra.
Cada uno desde su casa montó un taller, desde donde el intercambio de ideas y de trabajo se concretó a través de whatsapp y las videoconferencias.
“Estos trajes existen comercialmente pero dada la pandemia, la imposibilidad de importar y los costos, no se puede acceder a ellos. Así que nos pusimos a trabajar. La idea era asistir al sanitarista; no al paciente. Tratar de generarle una barrera más para evitar el contagio que es uno de los grandes problemas que tenemos hoy”, sintetizó Dormisch.
La creación del prototipo demandó diez días, con jornadas que alcanzaron las 16 horas. Lograron permisos para circular a fin de poder retirar componentes y continuar con el armado. “Cuando el prototipo funcionó, con el trabajo mecanizado de las piezas y la programación, bajamos mucho el tiempo de trabajo”, puntualizó Dormisch.
“La idea –describió- se centra en un equipo autónomo de presión positiva. Se inyecta aire filtrado adentro del traje generando mayor presión que la del ambiente, evitando así el contacto del virus al terapista”.
Los diseñadores explicaron que el equipo tiene una autonomía de 4 o 5 horas de uso y luego, “se puede sanitizar”. “Cuando hay bajo nivel de batería, suena una chicharra. Cuando se activa, el sanitarista ya sabe que tiene que cambiarse el equipo. Se puede lavar con un protocolo de esterilización. Eso disminuye también el costo de descartables; si no, los costos serian altísimos”, advirtieron.
La iniciativa solidaria que arrancó con tres amigos ahora suma a doce personas. Esta semana, no solo entregarán los 15 equipos al hospital sino que además, desde la institución, les entregarán otros trajes especiales que ya se habían adquirido “para intervenirlos y adaptarlos a este uso”.
Una vez que confirmaron que el traje funcionaba correctamente, buscaron proveedores de insumos y dinero para pagarlos. “Nos encontramos con muchísima colaboración”, destacaron.
“En un principio, el problema fue el suministro de determinados componentes porque en cuarentena muchos locales están cerrados. La parte de mecánica la fabricamos nosotros. Nos fueron llegando componentes de Córdoba, Mendoza. Ya nos llegaron las máscaras; en estos días llegan los motores y baterías”, explicó Dormisch.
Más allá del logro, los barilochenses recalcaron que “esta incursión fue a partir de una necesidad. No podemos encarar cantidades. Hay requerimientos de otros lugares pero no somos una empresa dedicada a la fabricación de insumos médicos. La necesidad es grande y el tiempo, tirano”.

La prueba de fuego fue el primero de abril en la sala de terapia intensiva del hospital Ramón Carrillo con un simulacro de intubación. En ese momento, aun no se registraba ningún caso de coronavirus en Bariloche pero se anticipaba un escenario complejo.
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