Vaca Muerta, el día después

La crisis generada por la pandemia de COVID-19 marca que habrá una nueva normalidad. Cómo se prepararán y adaptarán las empresas petroleras y energéticas marcarán la suerte a futuro de una vaca más chica o más grande.

Por Rubén Etcheverry (*)

Prontamente se reestablecerá la nueva normalidad también de la industria petrolera. En el mundo y en Argentina. Si bien lo del último mes ha sido extremo, toda la historia de la petrocracia se ha caracterizado por inestabilidades y estruendos.

¿Qué implicaciones tendrá el nuevo normal para Vaca Muerta? Como los neuquinos veníamos cifrando y centralizando nuestras esperanzas en Vaca Muerta, la situación de hoy nos ha shockeado: ¡precio del barril de crudo negativo! Una idea del contexto en qué estamos y una dimensión de la crisis mundial y aquí cesación de la cadena de pagos.

Peores noticias aún provienen del gobierno nacional: “en este contexto Vaca Muerta tendrá que esperar” manifestó el ministro Kulfas. Y se sigue demorando el establecimiento del barril criollo o precio sostén visto como la salvación mágica por el gobierno provincial y gran parte de la industria petrolera en Neuquén. Pareciera que dependemos de un guiño de nación, de un golpe de suerte, de la magia, de la mística para volver a arrancar.

Lo cierto es que no estamos K.O. pero grogui luego del resultado de las PASO, el decreto de congelamiento de los combustibles, las no definiciones, falta de interlocutores y contradicciones del nuevo gobierno, sobreabundancia de crudo por no acuerdo de la OPEP + (con Rusia), el derrumbe de la demanda por el COVID-19 y la eterna postergación de políticas energéticas locales de fondo.

Algunos expertos plantean cuatro tipos de organizaciones: Full-digitales, Avanzadas, Radio-Teatro o Paralizadas, según sean sus características en cuanto a cinco valores: reacción, hard, soft, cultura y procesos. Muy probablemente las paralizadas: con hard y soft inexistente, cultura tradicional o inflexible y procesos rígidos cuya reacción sea de pánico van a desaparecer con el COVID. Aquellas catalogadas como de Radio-Teatro cuya reacción es el enojo, con lo básico y elemental en soft y hard, con cultura jerárquica y por silos, y procesos basados en lo presencial les cueste sobrellevar la pandemia, mientras que las avanzadas y full-digitales tengan una oportunidad y una ventaja estratégica. Por ser digitales, ágiles, colaborativos y capaces de adaptar sus procesos. También vale para la industria petrolera.

En el corto plazo, 2020, no sabemos exactamente cómo va evolucionar la salida de la cuarentena. Pero podemos tener una idea en el mediano plazo: precios internacionales del petróleo a 35 us$/bbl y gas a 2,0 us$/MMBTU, abundancia de recursos y actores capaces de producirlo con rentabilidad aún a esos precios.

El panorama de la competencia es sombrío. Por más que parezca lejana o nos creamos que le cerramos las puertas a los mercados internacionales, en algún momento la realidad termina entrando por la ventana: precio de referencia, importación, desabastecimiento o mercado negro de combustibles.

Juegan el Barza y el Bayern Munich. Por bendición de la naturaleza, en geología o ubicación, por financiación disponible y barata, o mejores jugadores y mejor entrenados, la competencia es muy eficiente en términos de costos de producción (lifting costs).

Eso nos define condiciones de borde como referencia: el petróleo en el mundo puede ser producido a menos de 15 us$/bbl. ¿Nos estamos preparando para vivir y sobrevivir en Vaca Muerta con un crudo a esos valores?

También es cierto que cómo en todas las devaluaciones los costos salariales en dólares, que se encontraban desacoplados por encima de la media en comparación con otros países hoy tiende a ajustarse a la baja o en contango (1) utilizando los términos de mercado de moda de futuros petroleros. El gremio sabe de la situación y que ha perdido su principal arma legal de lucha: parar la actividad. El Covid le birló su exclusividad. 

Surgen los interrogantes del día después: ¿Cómo salimos de la primera pandemia moderna?, como la bautizó Bill Gates, quien en 2015 ya nos alertara sobre esto y ¿cómo nos preparamos para la próxima “pandemia”?  si ya estábamos agotados y sin aire antes de ésta. Gobierno, empresas operadoras y de servicios.  

Una cosa sobre el coronavirus es cierta, proporciona un recordatorio claro y actual de que esta industria golpeará a aquellos que son complacientes. La disciplina de costos ya no es una opción. Todos lo saben y todos lo entienden. Sin dudas en el mientras tanto deberemos ser capaces de desarrollar habilidades para que al recomenzar nos encuentre adaptados y con nuevas y mejores herramientas para subsistir.

En esa mirada a mediano plazo no podemos ni debemos olvidarnos que producimos comodities. Salvo por diferencias geográficas o en pequeña medida calidad, que se ajusta el precio en función de ello, no hay un diferencial de precios de calidad de producto. El cliente no escoge el gas o petróleo de Vaca Muerta por su imagen, ni está dispuesto a pagar más por su packaging, garantía, servicio post-venta o por vivir la “experiencia Disney”.

Recordemos que Netflix hoy vale más que ExxonMobil, la mayor petrolera del mundo y Mercado Libre diez veces más que YPF. La tecnología y la ciencia juegan un rol determinante en todos los aspectos de la vida moderna. Lo estamos aprendiendo de golpe y por las malas con la pandemia: aquellas sociedades sin tecnología ni disciplina o rigurosidad son las que más están sufriendo. Lo mismo ocurre con las empresas de Vaca Muerta. ¿Nos estamos interrogando cada uno y cada empresa: ¿Qué última o próxima y futura tecnología estamos adoptando, que proceso estamos optimizando, que aspecto de nuestra organización necesitamos mejorar o cómo reinventarnos?

La diferenciación está en la eficiencia. Holística: cómo medida de mejor uso del capital, disponibilidad de financiamiento, mayor productividad y principalmente lograr menores costos en todos los eslabones de la cadena productiva. Toda medida empresaria, sindical, gubernamental en contra de bajar los costos, por menor que sea atenta contra el futuro de Vaca Muerta.

Cuando en 2012 comenzamos con el Cluster Shale apuntábamos en esa dirección. Hoy más que nunca necesitamos esos “Co” que nos permiten competir. Cada detalle. Cada chance. Cada reducción. Utilizar arenas “inbasin” para las fracturas, eliminar costos logísticos inútiles y caprichos burocráticos de las empresas, bajar la barrera de entrada a nuevos actores, aprehender de las mejores prácticas de otras industrias, agilizar los medios de pagos y bajar sus costos, adoptar el teletrabajo y telecontrol como habitualidad para mantener el distanciamiento, incorporar tecnología y digitalización y cientos de progresos.

Entonces bajo esta visión de precios bajos y necesidad de mejorar la estructura de costos, aparece el otro vector que es la transición energética a través de la Elengiyación (uso intensivo del Gas Natural Licuado) hacia el predominio de las energías renovables que están a la vuelta de la esquina.

Con esa perspectiva hay que resolver la inmediatez: ¿cómo se reinicia la actividad? Reapertura y recuperación: cuando y como, ¿Cuál es el modelo de reapertura? Podemos ser espectadores: ver y discutir, adoptar, cumplir o rechazar las medidas, prohibiciones, flexibilizaciones, normas con que nos van abrumando las autoridades nacionales, provinciales y municipales o ser protagonistas.

Necesitamos con urgencia protocolos para hasta el más mínimo proceso: por actividad y cada una de las subactividades; por sectores; por segmentos; por tipo de servicio; transversales. Hay empresas que ya tienen las propias. No es suficiente y no hay un protocolo consensuado y aprobado para toda la industria. ¡No está aún listo y completo en cada eslabón de la cadena!

Que tareas son prescindibles, que tareas podemos hacer a distancia, cuales son los riesgos (gran parte son de bajo riesgo) y facilidades de implementación, como hemos divido geográficamente las operaciones, por velocidad de contagio y preparación del sistema de salud cercano, es lo inmediato.

Los efectos en Vaca Muerta serán «más agudos y persistentes” luego del COVID. Muchas empresas y pymes no están resistiendo la cuarentena y la ayuda gubernamental no llega o no alcanza. Construyendo futuro, con un plan para volver al ruedo y haciendo que las cosas pasen en Vaca Muerta tendremos porvenir. Con la mente puesta en la transición energética y en la baja de costos, donde un mayor precio incrementará nuestras ganancias en lugar de exponer cíclicamente en juego el venidero de Vaca Muerta y nuestra supervivencia.

La clave para el éxito en esta industria sigue siendo la misma, estando listo para lidiar con el cambio. Los que son ágiles sobreviven y los que no lo son, perecen. Esta industria puede ser gratificante y puede ser implacable. Si solamente fue un severo llamado de atención, pero volvemos al pasado y continuamos haciendo lo mismo lo más probable que cada vez tengamos una vaca más pequeña y más muerta. Lamento no poder vislumbrar un campo de rosas sin espinas (ni sin esfuerzo) si queremos estar preparados para la próxima pandemia.

(*) El autor es exsecretario de Energía de Neuquén.


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