Velorio de mascotas: la primera funeraria del país está en Fernández Oro

Vendieron una casa y renunciaron al trabajo para abrirla. Se tuvo que generar normativa y un horno especial para que funcione, pero sienten que lo valió para honrar a sus seres queridos.

Fidelis es la primera funeraria de mascotas del país y está en Fernández Oro. Si bien en la región se pueden encontrar cementerios destinados a esos familiares no humanos, el servicio que ofrecen Celinda y Néstor es similar al que se realiza con una persona. Hay un trato especial, un velatorio con la posibilidad de llevar ofrendas florales y, después de la cremación, se entrega una urna con una placa diseñada en una joyería. Antes de abrir, tuvieron que hasta vender una casa y renunciar al trabajo, pero sienten que valió la pena para honrar a dos seres que amaron y que tuvieron que despedir de la peor manera.

La tarea previa para abrir la primera funeraria de mascotas del país demandó años. Ni Provincia ni Nación contaban con normativa, por lo que se tomaron modelos de otros países, como España, y recibieron el asesoramiento directo de una casa funeraria del rubro de México.

El matrimonio de Celinda Molina y Néstor Pardo vive en Cipolletti, pero no como está habilitada la actividad, se instalaron en Fernández Oro. Resaltaron que durante casi dos años, trabajaron codo a codo con el Municipio, que los fue asesorando, para abrir paso a la actividad en el país que ya siguieron otros emprendedores, por ejemplo, en Buenos Aires.

Tuvieron que instalarse al lado de una ripiera porque no podían iniciar el desarrollo en tierras productivas. Ellos se encargaron de forestar el lugar y embellecerlo.

Otro aspecto complejo fue el del horno crematorio. «Era la primera vez que se hace para una funeraria de mascotas», aclararon. Se buscó que no emanen calor y que sea agradable a la vista porque las familias de las mascotas tienen la opción de observar el proceso.

Con la instalación del horno, también hubo que pensar un edificio acorde que lo contenga. Recurrieron a una empresa de construcción en seco de Rosario, que instaló capaz especiales en las paredes de alrededor.

La inauguración fue el 23 de marzo. Sí, justo cuando empezó la pandemia, y aunque eso impide los velatorios presenciales y limitó la capacidad de publicitar el emprendimiento, son numerosas las cremaciones que han realizado, sobre todo, por el trato especial que se da a las familias.


Cómo es el funeral de una mascota


El primer paso es la búsqueda de la mascota que murió, sea en la veterinaria, en una casa particular o en el lugar del accidente. Se realiza unas dos horas después del llamado, porque es necesario precalentar el horno.

Celinda se encarga especialmente de este momento y, para hacerlo, se capacitó en cuidados paliativos, que ayudan a las personas con enfermedades graves a sentirse mejor. A falta de herramientas especificas sobre pérdidas de un animal, decidió aprender y adaptar a la experiencia que le toca acompañar. Por ejemplo, cuando se retira el cuerpo no se cobra el servicio. «No es el momento de hablar de plata», resaltó.

La mascota es trasladada en una cámara que se adaptó a la caja de una camioneta en Córdoba y que puede ser refrigerada, en caso de ser necesario, con hielo seco.

Una vez en Fidelis, se prepara el velatorio, paso que está suspendido por la pandemia, pero se habilitaría en diciembre. Se dispone a la mascota en una camilla que cumple criterios específicos: es de acero inoxidable y flexible, para su correcta sanitización. Se corre la bolsa de óbito para que quede al descubierto la cabeza y, según indicación de la familia, se acomodan arreglos florales a su alrededor.

Celinda y Néstor tuvieron la idea y la concretaron (Florecia Salto)

A una horario pautado previamente, comienza el velorio en el que pueden asistir tanto personas como mascotas. Después de un tiempo, se procede a la cremación, que puede ser observada detrás de un vidrio. En el proceso se pueden incluir las flores, pero no elementos sintéticos (como los juguetes de la mascota) porque se respetan restricciones ambientales que buscan reducir los residuos y emanaciones.

Finalmente se entrega la urna con una chapa de bronce diseñada especialmente en una joyería, que lleva grabada la identificación correspondiente. Los restos cuentan con un certificado que garantiza que son inertes, o sea, que no contaminan. Con el mismo, la urna puede pasar la frontera terrestre o aérea.


Cambiaron su vida en honor a los seres queridos que perdieron


Que se Celinda se haya capacitado en cuidados paliativos. Que hayan tenido que asesorarse con una funeraria mexicana y desarrollar normativa desde cero a la par del Estado o estudiar cómo diseñar un horno crematorio para mascotas, que cumpla con criterios ecológicos, es solo una parte del cambio de vida de los Molina-Pardo.

En el caso de Néstor, en febrero de este año renunció a su puesto como supervisor zonal de una cadena de supermercados para dedicarse de lleno a Fidelis. «Los emprendedores somos así, locos», ríe Celinda.

No fue la primera decisión familiar arriesgada. Una vez que el proyecto estaba en marcha y se iban conociendo los costos, tuvieron que decidir si incluían a un socio para tener financiación. El matrimonio lo consulto con sus hijos y la decisión fue unánime. Vendieron una casa que tenían y comenzaron ese camino de jugársela por lo creían.

Es que para Néstor y Celinda no se trata de un emprendimiento económico más. En la funeraria están puestas las ganas de honrar a las dos mascotas que tuvieron un «final indigno». Cachilupi murió en la mesa de cirugía, cuando intentaban extraerle un tumor. La familia solo volvió a la veterinaria a pagar, mientras que «ella se fue con los residuos patológicos». Ñoqui, ese labrador chiquito que lloraba junto a los niños cuando los retaban, fue enterrado en el patio.


¿Por qué cremar a una mascota?


Celinda aclaró que, cuando enterró a Ñoqui, desconocía que esa práctica estaba prohibida. Explicó que el cuerpo en descomposición contamina las napas de agua porque hay muchas más perforaciones que, por ejemplo, en un campo, donde sí se pueden enterrar animales de granja.

El manejo de los restos no es un aspecto menor en el rubro porque pueden generar grandes problemas. La responsable de Fidelis detalló que la contaminación propia del cuerpo de un animal es aún peor si se la «duerme». Sus efectos pueden permanecer hasta un año sobre el terreno y llegar al césped, poniendo en riesgo de vida a otras mascotas que podrían comerlo.

Actualmente, la funeraria no cuenta con un espacio de cementerio, como si ocurre en otras localidades de la región, pero es uno de los próximos pasos a seguir. Además, en poco tiempo comenzarán con el sistema prepago y ya proyectan crear una obra social integral, que incluya el servicio fúnebre.

El precio de un servicio funerario

$12.000
es el valor en el caso de una mascota pequeña, se encarece en el caso de medianas y llega a $15.500 cuando son grandes.

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