Jennifer investigó la historia de su tatarabuelo galés para su tesis y así cuenta el épico origen de un paraíso de la Patagonia

Jennifer Davies Gibbon es técnica en Turismo y auxiliar de guardafauna en la reserva de Punta Tombo en la costa de Chubut, donde cada año llegan miles de pingüinos. Por ese mismo mar, hace 140 años llegó su tatarabuelo, el carpintero y reverendo Hugh Davies que construyó en las cercanías de Dolavon la primera iglesia, parte del circuito histórico de capillas con eje en Gaiman, que este año cumple 150 y quiere ser el pueblito más lindo del mundo en los Best Tourism Villages.

Hugh Davies, carpintero y reverendo, en la iglesia que construyó con sus propias manos en 1891 en las cercanías de Dolavon, Chubut.

Parada frente al océano por el que su tatarabuelo navegó dos meses hace 140 años para llegar a la tierra prometida, la Patagonia, en la última primavera Jennifer Davies Gibboon observó con una sonrisa dibujada en el rosto el desembarco de los pingüinos en la playa de Punta Tombo. No es que llegaron los 240 mil todos juntos a esta área natural protegida que es su casa de cada septiembre a cada abril: es de a poco que ganaron la costa para volver a sus nidos en esta maravilla de Chubut donde la tierra cede fácil cuando cavan con la potencia de sus patas bajo el cielo puro de la Patagonia agreste y los arbustos les dan sombra y protección a sus hogares. Como siempre, los machos fueron la avanzada: cada uno buscó el mismo nido del año pasado para decidir si esperaría ahí a su pareja o se procuraría otro mejor. Los juveniles excavaron en esa superficie arcillosa ideal para hacer un pozo o encontraron uno para su primera experiencia de reproducción. Las parejas que se forman son para toda la vida y machos y hembras se reparten la tarea de incubar los huevos. La misión, protegerlos de las gaviotas descuidistas y los zorros. Nada pueden hacer, claro, contra las topadoras.

Jennifer Davies Gibbon en la reserva de pingüinos Punta Tombo de Chubut, donde cada año llegan unas 120.000 parejas reproductivas.

Pingüinos en la reserva Punta Tombo. Foto: Alejandro Carnevale.

Como auxiliar de guardafauna, Jennifer observó todo el proceso con la misma sonrisa, aunque a veces la entristecía ver el vuelo raudo de una gaviota con el huevo que logró arrebatar en el pico. Cuando eso pasaba, prefería mirar a los pichones de pocos días, quedarse con ese maravilloso ciclo que se reiniciaba frente a sus ojos.

De 28 años, técnica en Turismo y tripulante de cabina de pasajeros, vive en Trelew (a 123 km de Punta Tombo) y en la temporada parte de su trabajo es explicar a los turistas todos los detalles de esa área protegida y estar atenta además a sus movimientos: deben permanecer siempre a dos metros de esas aves de alas cortas que no pueden volar pero sí nadar a 25 km/h y cazar pejerreyes, sardinas, calamares y anchoítas. 

No hay que tocarlas, ni alimentarlas. Y si hay un cruce en las pasarelas, como lo indican los carteles, la prioridad de paso es siempre de los pingüinos que dan vida a una de las mayores colonias del continente. No todos cumplen con las reglas y a veces hay que ponerse firme para recordar que los locales son los pingüinos, el resto son visitantes que deben respetar a los anfitriones.

Uno de los adorables habitantes de Punta Tombo cerca de Jennifer.

«Es un privilegio trabajar acá», dice. «Es lindo charlar con los turistas, ver que se interesan. Algo impresionante es cuando reconocés a las parejas y sus nidos por la cercanía al sendero, y vas viendo si ponen huevos, si tienen pichones, cuando nacen y hasta cuando se defienden de los depredadores, son escenas impresionantes», agrega..

Cada día fue a Punta Tombo con la misma alegría, el mismo orgullo, en esta bendita tierra a la que hace 140 años llegó en barco su tatarabuelo galés Hugh Davies, por ese mismo mar azul por el que llegan nadando los pingüinos cada primavera desde Brasil.

Aquellos colonos galeses fundaron una aldea en el valle del río Chubut. Eligieron un punto en el mapa a 111 km de Punta Tombo. Hoy, Gaiman es un pueblo de unos 9000 habitantes, candidato al más lindo del mundo en los Best Tourism Villages 2024.

Gaiman, en el valle del rio Chubut y surcada por canales que irrigan las chacras.

Y entre otras atracciones, además de las famosas casas de té galesas como la que visitó Lady Di en 1995, además de su encanto rural, del parque paleontológico, de la vieja estación de tren y de los museos, tiene un circuito de capillas históricas como la que levantó su tatarabuelo cerca de allí en Dolavon, en 1891. Jennifer dedicó su tesis para recibirse de técnica en Turismo en Trelew a reconstruir aquellos tiempos en los que todo estaba por hacerse. Y es apasionante.

Cuando un remolino en la tormenta destruyó la iglesia San David, se construyó cerca otro edificio para albergarla, que perdura hasta nuestros días. Foto: Jennifer Davies Gibbon.

El largo camino de los colonos galeses en la Patagonia

En su trabajo, Jennifer relata el camino de los 153 inmigrantes galeses que desembarcaron el 28 de julio de 1865 en el Golfo Nuevo, donde hoy reina pujante Puerto Madryn, su viaje hacia el sur en busca de aguas dulces, la fundación de Rawson, de Trelew, de Gaiman y de Dolavon cuando se extendieron hacia el oeste rumbo el valle inferior del río Chubut

En 1874 se asentó el primer habitante de lo que más tarde sería la ciudad de Gaiman, antiguo territorio en el que solían detenerse los tehuelches en sus recorridos desde la Cordillera de Los Andes hacia la costa. La vocación democrática de los pobladores hizo que la localidad se convirtiera en el primer municipio electivo del Chubut (1885), con un padrón que totalizaba 175 votantes.

Aquella gesta fundacional incluyó la construcción de canales para irrigar las chacras y el pedido de que llegara el ferrocarril para que trasladara la producción de aquel pueblo rural incipiente hacia el norte, en especial a Buenos Aires.


Y en el medio de esa aventura, la llegada de su tatarabuelo Hugh a estas tierras, aquel carpintero que partió desde Liverpool al que una caída le impidió continuar con su oficio pero no hacer el esfuerzo de construir con sus propias manos, ya reverendo, la primera iglesia anglicana en las cercanías de Dolavon, a un puñado de kilómetros de Gaiman. Lo que relata con tono objetivo en la tesis es otra sonrisa y pura emoción en la entrevista.

“La historia de mi tatarabuelo Hugh me llega cuando en la escuela me piden hacer un árbol genealógico. Ahí fue que empecé a entender por qué había una Iglesia en la chacra de mis abuelos. Hasta el día de hoy es que cada vez que estoy ahí imagino las cosas que habrá hecho hace tantos años”, dice Jennifer.

Jennifer Davies en Punta Tombo en noviembre pasado. Foto: Alejandro Carnevale.

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Cuenta que Hugh se hizo reverendo para agradecerle a Dios haberlo salvado tras la caída que le provocó varias lesiones, que dedicó su vida a ese sueño llamado Gaiman y que cuando falleció allí fue enterrado, pero que sus restos no están identificados porque el cementerio fue levantado para construir en ese predio la actual escuela primaria N° 100 y fueron depositados entonces en una fosa común.

Da muchísimo orgullo ser parte del linaje de quien vino desde muy lejos para revalorizar su cultura, idioma y religión”, dice Jennier en la despedida y se promete viajar alguna vez a la tierra desde donde partió su tatarabuelo.

Mientras tanto, percibe el eco de los pasos de aquellos fundadores en las calles de Gaiman, ese impronta inconfundible. Como dice Jennifer: «El sello galés se ve en la arquitectura, las capillas, las casas de té. Y también en cada receta. Yo lo aprecio en cada té».


Carpintero y reverendo: la historia de Hugh Davies

En su tesis, Jennifer relata que su tatarabuelo llegó a Chubut en septiembre de 1883, con 50 años, contratado por cinco años por la Sociedad Misionera Sudamericana, que dependía del gobierno inglés. Partió con su esposa e hijos desde Liverpool y se quedó de forma definitiva. Estuvo al frente de su Iglesia hasta que la muerte lo sorprendió cerca de Dolavon en 1909 y fue enterrado en el cementerio de Gaiman.

Reverendo Hugh Davies.


El reverendo Hugh Davies era carpintero, pero por las lesiones recibidas al caerse mientras trabajaba, no pudo volver al oficio y decidió estudiar de pastor en agradecimiento a Dios por haberle salvado la vida. “En 1891 construyó prácticamente solo la primera Iglesia, ubicada a pocos metros de la actual Iglesia San David. Tenía el mismo nombre, era de tamaño reducido y fue dañada por un remolino en el año 1909 que le levantó el techo. Aunque fue reparada, fue demolida en 1914, utilizando parte de los materiales para la construcción de la actual iglesia, que terminada en 1917”, escribe Jennifer.

La historia de la iglesia que construyó Hugh Davies. Foto: Jennifer Davies Gibbon.

El terreno es de una hectárea y fue donado por Hugh Davies. La campana fue traída desde Llanllyfni Arfon (Gales), había estado en uso por unos 300 años.


En la tesis, Jennifer relata tambien que con la visita del obispo Every en 1907, al encontrar la Iglesia cerrada y en malas condiciones, llegó a un entendimiento con las autoridades del Ferrocarril Central del Chubut, para su arreglo y reparación, pero como no había un pastor para atenderla, ya que el reverendo Hugh Davies vivía lejos y ya era anciano, se le permitió a John Evan Jones ejercer las funciones.

A él le tocó la difícil tarea de oficiar el sepelio del reverendo Davies en Gaiman. Tuvo a su cargo al siguiente domingo el sermón funerario con asistentes de todas las capillas protestantes del Valle. Fue tan numerosa la concurrencia, que muchas personas tuvieron que quedarse afuera.


El sueño de ser el pueblo más lindo del mundo

La belleza del otoño en Gaiman

Por estos días una sensación de orgullo recorre a los 9.000 habitantes de Gaiman, que este año cumplirá 150. Es que junto a Caviahue – Copahue (Neuquén), Saldungaray (Buenos Aires), Barrancas (Jujuy), Campo Ramón (Misiones), Villa Tulumba (Córdoba), Los Chacayes (Mendoza) y Urdinarrain (Entre Ríos) es uno de los ocho pequeños pueblos de entorno rural presentados por la Argentina en la edición 2024 de los Best Tourism Villages.

A ellos se suma Trevelin, también en Chubut, que tras un proceso de mejoras luego de presentarse en el 2022 fue invitado en forma directa este año a través del sistema fast track.

Gaimán está a 36 km de Rawson, 17 km de Trelew, 81 km de Puerto Madryn y 20 km de Dolavon. Se llega por la Ruta Nacional 25 y las Rutas Provinciales 7 y 9.


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