¿Vas a emprender la aventura? Así podés homologar tu motorhome y salir a la ruta

Convertir una furgoneta en una casa rodante es mucho más que una tendencia del turismo alternativo: es el sueño de una vida flexible, pero también un desafío técnico y legal. En la Argentina, el proceso exige cumplir con normativas específicas y certificaciones antes de salir a la ruta.

En los últimos años, las rutas argentinas se llenaron de historias que ruedan: parejas jóvenes que venden todo para viajar, jubilados que transforman una vieja combi en hogar y familias que eligen vivir sin domicilio fijo. La “vanlife”, esa filosofía que mezcla libertad, aventura y minimalismo, dejó de ser una moda importada para convertirse en una forma de vida con identidad local. Pero detrás del romanticismo del amanecer frente al lago o la cocina improvisada en medio del bosque, hay una hoja de ruta menos poética: la de los trámites.

Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), tanto los motorhomes como las casas rodantes arrastradas deben estar debidamente homologados para circular por la vía pública. La normativa vigente distingue dos grandes categorías: las casas rodantes autopropulsadas (motorhomes) y las casas rodantes remolcadas. En ambos casos, es obligatorio contar con dos licencias clave: la Licencia de Configuración de Modelo (LCM) y la Licencia de Configuración Ambiental (LCA).

Estas habilitaciones se gestionan ante diferentes organismos, según lo estipula el Decreto 196/2025. La LCM depende del Ministerio de Economía, mientras que la LCA está bajo la órbita de la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes. En algunos casos, también intervienen organismos técnicos públicos o privados certificados.

En el mundo de las casas rodantes hay dos caminos posibles. El primero, más sencillo, es el de las unidades producidas por terminales automotrices reconocidas, que ya vienen con las licencias de fábrica. El comprador solo debe hacer el registro en la Dirección Nacional del Registro de la Propiedad del Automotor (DNRPA) para obtener título, cédula y patente.

El segundo camino es el de los vehículos artesanales, fabricados por pymes o talleres especializados. En ese caso, el proceso se vuelve más personal y más técnico: el propietario debe tramitar el Certificado de Seguridad Vehicular (CSV), un documento indispensable para circular legalmente.

Son muchos los turistas argentinos que salen a las rutas con sus trailers, motorhome y casas rodantes. Foto gentileza.

Para las unidades livianas, hasta 750 kilos, el trámite se realiza ante la ANSV. Si el peso supera ese límite, el control pasa a la Comisión Nacional de Tránsito y Seguridad Vial (CNTySV). El certificado debe estar avalado por un profesional con incumbencias técnicas y evaluar aspectos estructurales, eléctricos y de seguridad del vehículo.

Los motorhomes, por su parte, tienen su propio recorrido burocrático. Todo el proceso de homologación depende de la CNTySV, que verifica que el vehículo cumpla con los estándares exigidos. No se necesita una licencia de conducir profesional, pero sí una habilitación acorde al peso y la categoría del vehículo.

Una disposición reciente de la ANSV (la 53/2025) simplificó los trámites para quienes buscan habilitar casas rodantes pequeñas, mini rodantes o plegables, muy populares entre los viajeros solitarios o las parejas jóvenes. Este modelo de Informe Técnico funciona como una guía práctica con una lista de verificación de parámetros básicos: desde las dimensiones y el peso hasta el estado del chasis, la instalación eléctrica y los neumáticos.

Una vez obtenidas las certificaciones, el paso final es la Verificación Técnica Vehicular (VTV). Aunque no existe una revisión diferenciada para las casas rodantes, sí deben cumplir con las normas de seguridad vigentes para cualquier vehículo autorizado a transitar.

Más allá de los papeles y los permisos, la vida sobre ruedas sigue sumando adeptos. Tal vez porque encierra algo de resistencia y algo de búsqueda: el deseo de moverse sin rumbo fijo, pero con la certeza de que el hogar puede ser, simplemente, donde uno estacione.


En los últimos años, las rutas argentinas se llenaron de historias que ruedan: parejas jóvenes que venden todo para viajar, jubilados que transforman una vieja combi en hogar y familias que eligen vivir sin domicilio fijo. La “vanlife”, esa filosofía que mezcla libertad, aventura y minimalismo, dejó de ser una moda importada para convertirse en una forma de vida con identidad local. Pero detrás del romanticismo del amanecer frente al lago o la cocina improvisada en medio del bosque, hay una hoja de ruta menos poética: la de los trámites.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora