Viaje a las historias y leyendas escondidas en las rocas del norte neuquino

Desde Huinganco, el historiador Isidro Belver comparte un apasionante texto con punto de partida en el libro “Tronco de oro” del doctor Gregorio Álvarez.

No tendremos las Torres del Paine, la piedra movediza, los dólmenes franceses o la Intihuatana, pero… ¡tenemos lo nuestro y… ¡a cantarle a Gardel! El historiador, médico y escritor Gregorio Álvarez las consideraba dentro del “Animismo” en el que piedras y rocas dialogan con el hombre rural del Alto Neuquén. Les habla, las respeta, las venera, les tiene miedo, las siente parte de su alma y su ser. “Todo aquello que ve apartado de la órbita común de sus preocupaciones habituales, son para él representaciones de un mundo complejo en el que seres y cosas están revestidos de ciertos atributos o cualidades que habitualmente, son inherentes al ser humano”.

Las cruces de las tumbas ocultas en Los Bolillos. Aquí, entre Los Monjes, esos tótems de 15 metros de altura con capuchas y sotanas esculpidas por el viento y la arena durante miles de años, hay nueve cruces. La historia contada de generación en generación en esta zona del norte neuquino dice que es el cementerio de la peste. ¿Cuál? No hay precisiones ni registros escritos pero sí testimonios orales que aluden a la fiebre tifoidea y otros a la amarilla allá por 1930. “La mayoría habla de la fiebre a secas o la peste”, señala el reconocido historiador Isidro Belver. Foto: Martín Muñoz.

En su preciado libro “Tronco de oro” (publicado originalmente en 1968), Álvarez  describe algunas, las más conocidas de la época;  la principal, “la piedra saltona”. La piedra que cansada de mirar siempre el mismo paisaje sale a caminar, rueda al arroyo, lo cruza y sube hasta la ladera opuesta y ahí queda mirando otros paisajes…

Basado en esta puntita, me tenté de buscar algunas otras, de las que cuentan y habla la gente, y les da nombres o que para muchos pasan desapercibidas y ¡oh sorpresa!  Desde la famosa Piedra Encaramada de “Barbarcó”, (toda una novela escrita para ella), El Paire o El palenque, hasta la piedrita en recuerdo del querido Tino Munk, en Plaza de Mayo.

El Padre Gardín le recordaba al Obispo Nevares: “Esta tierra del norte, es Santa, Monseñor”. Sabía de lo que hablaba y que hasta las piedras, “cuando los hombres callan, cuentan historias”.

“Nuestro paisano y principalmente aquel que viaja por los campos solitarios, lo hace constantemente agitado por un temor ubicado en el subconsciente hacia lo que puede sobrevenir de lo incognoscible. Todo aquello que ve apartado de la órbita común de sus preocupaciones habituales, son para él representaciones de un mundo complejo en el que seres y cosas están revestidos de ciertos atributos o cualidades que habitualmente, son inherentes al ser humano”. (Gregorio Álvarez, “El Tronco de oro”)


Veinte historias, mitos y leyendas del norte neuquino


1.- Piedra saltona de Cajón Grande: Nombrada por Álvarez en el Tronco de Oro. Se deslizó por la falda de un barranco, lo cruzó, trepó la orilla opuesta y se detuvo en lo alto, frente a donde estaba originalmente. Año 1943.

“En uno de mis viajes a caballo por el norte del Neuquén, en los que la mente suele ir solazándose en el recuerdo de gestas aún inéditas cuando no incógnitas, se me informó de una novedad importante que corría en la región. Se trataba de una piedra “que había saltado” desde su ubicación natural en el fondo de una quebrada, hasta el lomo de la sierra adyacente.

En realidad no se trataba de lo que vulgarmente llamamos una piedra; era una gran masa errática o roca de un tamaño aproximado al de una locomotora mediana, cuyo peso podría calcularse, en relación a su masa, en veinte toneladas, más o menos.

 La llamaban piedra porque en la cordillera donde lo común es ver procesiones de riscos gigantescos, que coronan las cumbres a modo de fortalezas, reductos o malales; o bien quebrando la monotonía de las faldas, a modo de farallones, la jerarquía de la geofísica se viene a menos. Las rocas o peñascos solitarios, son para los lugareños, simplemente “piedras”.

Lo cierto es que allá, en el Alto Neuquén, en la alucinante Cordillera del Viento, en aquellas soledades casi macabras por el escenario que forman las cumbres erizadas de riscos,  ocurrió durante un invierno blanco un hecho extraordinario que ha puesto a prueba la ciencia del hombre. Y allí permanecerá muda y misteriosa, la roca de veinte toneladas, apenas sustentada por una calzadura tan insignificante como el saber humano. Pero la intuición sencilla del cordillerano pregunta: ¿Cuándo caerá la piedra que sató p’arriba..?” (Gregorio Alvarez)

2.- Piedra milagrosa de Cochico:  Según Álvarez, se le brindaba gran veneración por milagros y favores concedidos, y venía gente de Mendoza a agradecerle. Se relata la curación de un vecino por los rezos de su esposa a la piedra nombrada, que cuando fue a verla había cambiado de ubicación “caminado” unos 6 metros de su lugar habitual.

“Lo que voy a referir es un hecho que se da como acaecido que fuera primer protagonista un padrino del baqueano Ropágito de las Mercedes Olate, que habitualmente me acompaña en mis viajes por los cerros del Neuquén. Estoy seguro de que conscientemente no falta a la verdad en ninguno de sus relatos ni tampoco que invente. Más aún: me presentó a su padrino, puestero del lugar llamado Cajón del Chadilco, quien le refirió el hecho que comienzo a relatar”. (Gregorio Alvarez)

3.- Piedra santa del arroyo Blanco del Tromen: Ubicada en una angostura muy peligrosa de cruzar, siguiendo el único sendero que había desde antiguo para personas y animales que querían llegar a Chapúa y Tricao Malal. Se la saluda y “pide permiso de paso”.

4.-Piedra partida: Entre arroyo Reñileuvú y Chochoy Mallín que “en antiguo” era una sola mole que fue “partida por un rayo”. Pasar por el medio trae desgracias.

5.-Piedras Bezoar: Cálculos biliares de regular tamaño que se forman en el estómago de algunos rumiantes como guanacos y algunas cabras, muy buscada por sus propiedades curativas y mágicas en muchas civilizaciones antiguas. “En los estudios de cueva Haichol, se encontraron muchas de estas piedras, del estómago de camélidos (guanacos), lo que indica el gran valor que le daban a su posesión los antiguos cazadores del Neuquén”.

6.- Piedra grabada del Curi Leuvú: Roca solitaria que estaba sobre la margen derecha del Curileuvú mostrando petroglifos muy significativos y distintos a los conocidos. “Aquí hay una sola piedra grabada, en una roca aislada con representaciones lineales geométricas, acompañadas por ciertos dibujos considerados por algunos autores como “rastros de avestruz”, enigmáticos círculos en lo que puede verse un punto central y dos formas humanas. No se conoce interpretación alguna al respecto”. (Vuletín)

7.- Piedras con Marcas: Campo de rocas grabadas extendidas por distintos lugares del Departamento minas como Colo Michi Có, Chacay, Butalón, Lumabia, Trohunco y otros lugares, la mayoría sobre la ladera Oeste de la Cordillera del Viento.

Grabados de Colo Michi Có. Foto: Martín Muñoz.

Todas estas rocas o “piedras laboreadas” como las llaman también los nativos, fueron declaradas Patrimonio Cultural e integran el Área natural protegida de Colo Michi Có.

“Son las famosas piedras grabadas de Colo Michi Có, que tuve el honor de hacer conocer, como arte rupestre, en 1945, en un trabajo en colaboración con el profesor Omar Robledo Bruzzone. Un temor supersticioso de la gente del lugar, les ha determinado a desviar la huella para no pasar por su vecindad.

Dicen que hay noches en que se ve “arder la montaña”, en el lugar que ocupan. Un buscador de tesoros llamando Bela Beico, fue castigado por los espíritus que las protegen, volviéndolo demente por haber excavado al pie de la más grande del grupo que forman un dolmen y también por haber destrozado algunas mediante explosiones de dinamita”. (Gregorio Alvarez)

8.- Piedra del Covunco: Roca inmensa caída entre las bardas de granito del arroyo Covunco con una hermosa leyenda: “En tiempos en que el Domuyo escupía fuego y humo, todo era dominio del Cacique Domuco, dueño de las aguas curativas milagrosas del Covunco que nacían de los resuellos de géiseres, olletas y surgentes del propio corazón del más grande cerro de la Meliwitranmapu.

Viendo próximo su final en esta vida, Domuco, con sus brazos extendidos, mirando el gran valle del Malbarcó decidió repartir su tierras de la Pirevutanmapu. Para el hijo Lavkencopicun quedaron las tierras de la derecha, bendecidas por las Gawkupoñi con hermosas veranadas, lagos, bosques, ríos, arroyos y lagunas del Newenken sagrado.

A Mahuilli, le tocaron las tierras de la izquierda, guanacos, llamas, mulitas, huemules, pumas y zorros, los fértiles valles de invernadas, río y arroyos con sus riquezas de oro, plata y minerales diversos, a la vera de la gran Cholloimahuida y bajo la protección del Namunchoyke.

Vivieron en paz hasta que comenzaron a quejarse por la herencia de uno y otro, y sobre todo a discutir y pelearse fieramente por quién se iba a quedar con las aguas sanadoras. Ya era una pelea permanente entre sus hijos avanzando cada vez mas uno contra el otro por ver quién se quedaba con las aguas milagrosas. Junto a Nguenechen desde la Henumapu, veía dolido las eternas peleas de sus hijos y le pidió ayuda y protección. Pero ni Nguenechen con toda su sabiduría y ciencia, pudo encontrar paz entre los hermanos.

Entonces, Domuco, le pidió prestados por un tiempo todos sus grandes poderes a Nguenechen. Y en un gesto extremo de amor supremo de padre, convirtió a sus hijos en profundas bardas de roca y para que no hubiera más diferencias ni peleas, él mismo se convirtió en una roca inmensa, que caída del cielo, se colocó en medio de las ambiciones de los hermanos separándolos eternamente.

Piedra del Covunco. Foto: Martín Muñoz.

Desde entonces, las aguas del Covunco, corrieron libres, milagrosas, cálidas y beneficiosas para todos los pehuenches, bajo la protección de Domuco, que se sacrificó por la paz entre sus hijos”. (IB)

9.- Piedras del Cudío: dos piedras de rara forma tipo hongo o yunque que estaba en cercanías del Cudío, una está en la casa de Lucho Pessino en Chos Malal y la otra en Bahía Blanca, en el Comando del V° Cuerpo de Ejército.

No tiene explicación su presencia en la zona, pero evidentemente su forma no es natural sino trabajada por desconocidos picapedreros indígenas muy antiguos. Hay quienes sostienen que serían las marcas o monumentos límites, hitos, de la extensión del Imperio Inca hacia el sur.

10.- Piedra Olascoaga: gran piedra plana con forma similar a la provincia del Neuquén en el paraje Coya Muelo, con la leyenda “Comisión Científica Olascoaga” grabadas en letras de molde.

En ese lugar el Coronel Olascoaga y equipo, estableció su campamento llevando a cabo sus trabajos de perito de límites entre Chile y Argentina, en el tramo de Mendoza a Copahue. (1882)

11.- Piedra La Puerta: En Huinganco, camino a Charra Ruca, había una angostura del arroyo La Puerta que desapareció con la construcción del camino. Por esta angostura de rocas y bardas a pique, entre el Neuquén y cerros de la Cordillera del Viento, debían cruzar las haciendas y peones del estanciero Méndez Urrejola, en sus caminos de ida y vuelta entre la invernada en Huinganco y las veranada de Ahilinco y Domuyo. Debido a esta particularidad, se usaba este accidente rocoso para contar las haciendas que se arreaban.

12.-  Piedra del Toro: Roca en el pronunciado faldeo de la margen izquierda del Varvarco, entre Pampa del Guanaco y Aguas Calientes. Por allí, como descanso del faldeo empinado, pasaba la antigua huella y arreos de veranda.

Se dice que el nombre viene de un toro que rodó de más arriba y vino a dar contra la roca, sin daños. El lugar, era alojo y descanso de crianceros al reparo de la piedra.

13.- Piedra del Palenque: No es una única piedra, sino un conglomerado sedimentario consolidado que muestra una forma de palenque o poste clavado en un faldeo del cerro, de unos 20 metros de altura y 4-5 m de circunferencia, producto de la erosión, al oeste de la Laguna Varvarco Campos.

El Palenque. Foto: Martín Muñoz.

14.- Piedra de los baños: Agrupación de rocas en la zona termal del Domuyo, que en su centro tiene un pozo de agua termal tibia. Desde tiempos antiguos aprovechaban el lugar los crianceros y visitantes para alojar al reparo durante varios días y darse sus baños. Le decían “el hotel”.

El Padre Carvajal, en su diario de viaje por el Alto Neuquén y que culmina con la primera ascensión al Domuyo en 1903, describe el pozo termal, con una fotografía de los expedicionarios, alojados entre las rocas y disfrutando del baño de sus aguas.

15.- Piedra del sacrificio de Guañacos: Piedra de gran tamaño sobresaliente cerca del río, cruzada por vetas y manchas rojizas que por su aspecto parece corridas de sangre y que dieron lugar a infundadas leyendas de que era el lugar donde los pehuenches sacrificaban personas o a los soldados del Fortín.

“… 200 metros de la casa del Sr. José Matías Herrera hay una piedra de unos dos metros de alto y que según los pobladores más antiguos, los indios martirizaban a los blancos, sobre todo a los niños y echaban luego las víctimas en la cumbre de la piedra, que aún lleva huellas de los chorros de sangre en sus partes laterales”. (P.R.)

16.- Piedra pesada: Piedra que estaba en la huella de bajada de Coyamuelo a Las Lagunas, y que, a pesar de no ser muy grande, se podía abrazar, era imposible mover aún con yuntas de bueyes como se probó en ocasiones.

Hoy es inhallable y se tejen contadas de científicos que la analizaron, que era un meteorito, que se la llevaron en forma clandestina, que rodó hasta el cañadón.

17.- Piedras de molinos: piedras de granito blancuzco, conocidas como “cudi”, trabajadas por antiguos canteadores chilenos en la zona, de forma circular y tamaños variables para ser empleadas en los molinos harineros hidráulicos, una fija, con ranuras y “caminos” y la superior “volante” también con ranuras “muelas”.

Había piedras más chicas para moler trigo tostado para ñaco. En el norte neuquino llegó a haber más de 15 molinos movidos por la caída del agua.

18. Piedra batea de Huaraco: Trapiche excavado en una roca granítica fija, donde se molía material aurífero. La sepultó un alud reciente.

Otra similar había en la Angostura del Neuquén también sepultada por el mismo alud.

19.- Piedra batea de Huinganco: Piedra excavada en una roca mediana que sirvió para molienda de material aurífero del minero Santos Contreras y hoy está como monumento a los pioneros mineros, en la avenida de entrada a Huinganco.

20. Piedras corredizas de Guañacos: Una serie de piedras que se deslizaron junto con el mallín donde estaban, debido a un movimiento sísmico cercano en Chile, año 2013.En su deslizamiento las rocas cruzaron al otro lado del río.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios