“La autoflagelación de las instituciones por el sistema mismo”

Pareciera que el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia y sus delegaciones no han podido realizar un examen de conciencia que les permita diagnosticar por qué a pesar de haber cambiado a varios ministros y delegados continúan produciéndose situaciones recurrentes que en contra de cualquier sentido común y racional se han ido naturalizando e instaurando a través del tiempo, no siendo evidente hasta ahora algún intento de cambio para revertir esto. La situación se asemeja a los teatros ambulantes de antaño resultando trágico y cómico a la vez, por los entretelones y hasta culebrones que se van produciendo en su interior, en donde no falta la comunicación disfuncional, las quejas, amenazas y recriminaciones. Lo grave de todo esto es que se trata de un organismo estatal con una definida responsabilidad social, siendo esto desconocido por la mayoría de la gente común. A esta particularidad se le suma el hecho de que el Ministerio de Desarrollo Social, a diferencia de otros organismos del Estado, sólo sobresale por los conflictos que lo atraviesan.

Resulta inevitable y hasta necesario poder analizar si esto es una característica propia de la institución o se está ante una situación que se ha producido como consecuencia de las particularidades que presentan sus propios empleados y conductores.

Como si todo esto fuera poco, otra peculiaridad que se observa es la no correspondencia entre el presupuesto que se destina para poder afrontar las demandas sociales de aquellos sectores que presentan mayor vulnerabilidad social y el gasto que implica mantener la planta del personal que aparentemente siempre es insuficiente.

Da la impresión que el Ministerio de Desarrollo Social está muy lejos de poder satisfacer las necesidades de sus empleados y mucho más de instaurar instrumentos de medición de calidad de carácter tangible y cuantificable que permitan evaluar la calidad de la prestación de los servicios que se le brindan a las personas más vulneradas que se hallan incorporadas en los distintos programas que posee.

Lo que es indiscutible, y así lo ha demostrado la práctica, es que el cambio de ministro y/o de gobiernos no es garantía de resolución de conflicto y mucho menos de calidad de servicio.

La institución está colapsando desde adentro y esto no es bueno que suceda, porque los perjudicados serían muchos, pero lamentablemente aún no hay ninguna fórmula mágica que lo detenga.

Quienes estamos frente a este espectáculo nos preguntamos: si un organismo no cumple con su razón de ser para lo cual fue creado, ¿tiene algún sentido que continúe funcionando desde la disfuncionalidad? Si tanto se pregona que es necesario atender a las poblaciones que tienen vulnerados sus derechos, entonces ¿qué sanción se les debería aplicar al organismo, funcionarios, profesionales y/o agentes públicos cuando producto de la no atención vulneran indiscriminadamente los derechos de las personas que están en lista de espera o en algún programa estatal?

¿Existe alguna política de Estado para resolver definitivamente el problema que aqueja a las personas que son asistidas? ¿O la resolución del conflicto pasa por darle empleo en el Estado a los mismos beneficiarios? Como toda profecía, mientras el Ministerio de Desarrollo Social continúe siendo una superestructura y no se autoinvente a sí mismo seguirá dando de qué hablar con los mismos conflictos de siempre.

Patricia Sánchez

Especialista en trabajo social forense

DNI 23.220.714

“Lo que es indiscutible, y así lo ha demostrado la práctica, es que el cambio de ministro y/o de gobiernos no es garantía de resolución de conflicto y mucho menos de calidad de servicio”.

Patricia Sánchez

Especialista en trabajo social forense

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“Lo que es indiscutible, y así lo ha demostrado la práctica, es que el cambio de ministro y/o de gobiernos no es garantía de resolución de conflicto y mucho menos de calidad de servicio”.

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