Los senegaleses que encontraron el lugar ideal para trabajar

La juventud y el empuje ayuda a los inmigrantes senegaleses a superar la brecha entre su país y la Patagonia.

“El sol sale para todos”, dice la frase y así fue para Bassirou Ndiaye, un joven senegalés de 29 años que decidió asentarse y formar una familia en Cipolletti. Cuando en diciembre del 2011 pisó suelo argentino probablemente no imaginó que iba a vivir en esta ciudad, un lugar por demás lejano a su país de origen. Allí se dedicaba a comercializar productos alimenticios junto a su familia pero decidió seguir los pasos de su mejor amigo Abdou, que ya residía en este país. “La mayoría de los senegaleses de mi edad les interesa salir de su país y ser inmigrantes”, expresó.

El joven acomoda carteras y al mismo tiempo permanece atento a sus clientes. Pese a que hace varios años llegó a la Argentina, recién en Cipolletti pudo contar con un espacio cerrado, explica, aunque no fue un trámite para nada fácil debido a la cantidad de documentación que solicitan para acceder a un alquiler.

Su primera parada como vendedor fue en Río Cuarto, Córdoba. Allí estaba su mejor amigo. Cuando llegó no entendía el idioma, solo sabía decir “sí y no”, recordó. Estuvo cuatro años en ese lugar y más tarde, gracias a una amiga, llegó al Alto Valle. Al igual que en Kebemer, su pueblo natal, aquí también se dedica al rubro comercial, en Yrigoyen 256, en donde está su local y en donde trabaja de lunes a lunes.

El paso para dejar de ser vendedor ambulante, en Córdoba, fue gracias a la Fiesta Nacional de la Manzana, que se realiza en Roca. Bass instaló un puesto en el predio y así fue como conoció a su compañera de vida y madre de su hija, Florencia Retamal. A partir de ese momento comenzaron a estar en contacto. Ella le avisaba de alguna celebración y fue de esa manera que decidió dejar de vender en la calle porque no podía trabajar tranquilo y además ya estaba cansado, explicó.

Así fue como Bass le dijo a Florencia que le avise de algún lugar para poder asentarse con su local. “Al principio costó porque el dueño no me conocía. La gente no nos tiene mucha confianza pero a nosotros no nos interesa nada más que trabajar”, dijo.

Finalmente, el dueño del local aceptó alquilarles el lugar que hoy les significa su fuente laboral.

El comercio en Cipolletti

Bass y su hermano Billy, cada uno de ellos en su local, se dedican a comercializar esmaltes, zapatillas, anteojos, carteras y la lista puede seguir. Bass, que cuenta con más tiempo en Cipolletti, asegura que trabaja más cómodo, ya que está en un lugar cerrado.

Al principio le costó acostumbrarse al trato con la gente ya que siente que acá es un poco más frío, en comparación con Río Cuarto donde las personas son más abiertas. “Me costó bastante conocer gente, hacer la clientela y al principio no llegaba con el alquiler”, explicó.

Con orgullo y sonriente, Bass explica que acá formó una familia cipoleña. Junto a Florencia tiene una niña de nueve meses de nombre Birima, como su local. Con respecto a su futuro asegura que está buscando quedarse en Cipolletti. En cuanto al estado de la ciudad, Bass opinó que “del año pasado hasta hoy veo que la ciudad se está levantando un poco porque hoy veo edificios que cuando llegué no estaban”.

Bay Diagne tiene 24 años y es oriundo de Dakar, Senegal. El joven asegura que trabaja de lunes a lunes, en su local que está ubicado sobre calle España 191, en pleno centro cipoleño. Pese a que hace solo dos meses vive en la ciudad, Bay explica que llegó a Argentina hace nueve años. “Llegué a Cipolletti por contactos, porque mi hermano tenía una amiga que conoció en Las Grutas. Así nos vinimos con él”, explicó.

Al estar en la localidad hace un corto tiempo, Bay explica que está en pleno proceso de conocer gente. Con respecto a esto asegura que el trato es un poco cerrado y durante el fin de semana no se ve mucho movimiento, en comparación con San Rafael, Mendoza, en donde está asentada su familia.

Hasta el momento Bay recorrió varias partes del país. Vivió en Mendoza y en La Rioja, pero asegura que Cipolletti le parece una ciudad linda, que aún tiene mucho por conocer. “Cuando llegué me llamó la atención que es un lindo lugar en donde se puede trabajar”, expresó sonriente.

¿Sabías que?…

Datos

“A la mayoría de los senegaleses de mi edad les interesa salir de su país y ser inmigrantes. El día del trabajador lo trabajamos, así lo celebramos”,
expresó Bass Ndiagne, quien ya formó familia y tiene una hijita argentina.
En la ciudad hay más de 3.600 comercios habilitados, lo que significa aproximadamente un negocio cada 30 personas.

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