Para abril o para mayo

Mirando al sur

El estribillo de un clásico melódico de los 60 parece haber sido adoptado por el gobierno de Mauricio Macri como leit motiv para estos meses. No tanto para que madure y se haga sentir la lenta recuperación de la actividad y del consumo, sino para que no haya que pasar el inverno –ni las PASO– sin un cambio de expectativas económicas.

La inesperada adhesión a las marchas del sábado 1º de abril en Plaza de Mayo y distintas ciudades del país fue, para el gobierno de Cambiemos, una demostración de que parte de la sociedad está más preocupada por la estabilidad política que por la inestabilidad económica, y, por lo tanto, se ve menos apremiado por mostrar resultados. De hecho, la amplia respuesta de la clase media a la convocatoria por redes sociales se produjo luego de que se anunciaran los nuevos aumentos en las tarifas de gas y en vísperas del nuevo paro nacional docente por 48 horas y la huelga de la CGT de mañana, sin movilización pero con un amplio ausentismo asegurado de antemano debido a la paralización de todos los servicios de transporte público. Todo con el telón de fondo de otra suba del orden del 2% en la inflación de marzo y las altas tasas de interés que el Banco Central promete mantener como estrategia antiinflacionaria, aunque le resten impulso a la reactivación de muchos sectores.

Para abril, la Casa Rosada apuesta a mejorar las expectativas económicas con cuanto dato a favor tenga disponible, créditos accesibles y acuerdos sectoriales con sindicatos y cámaras empresarias. Y para mayo, mostrar un descenso de la inflación acompañado por cierta recuperación del alicaído consumo interno, con el cierre de varias paritarias clave del sector privado y mejoras de haberes a jubilados incluidos en el régimen de “reparación histórica”.

Algunos analistas califican este esquema previo a la campaña electoral como un “relato M” para contrarrestar las pálidas económicas que pregona la oposición kirchnerista, el ambivalente discurso de dirigentes de la CGT y el llamativo silencio de dirigentes peronistas anti-K mientras se dilucida la interna por el liderazgo partidario. Pero otros rescatan una serie de hechos y medidas concretas que podrían contribuir a que el oficialismo retome la iniciativa tras la caída de popularidad sufrida en febrero y marzo. Todas ellas tienen más o menos bemoles, pero en conjunto contribuyen a movilizar la actividad económica. Por ejemplo, en los siguientes casos:

• Blanqueo: las cifras récord alcanzadas (116.800 millones de dólares y 167.000 inmuebles) aumenta la base imponible y la recaudación impositiva a futuro. A partir de ahora, además, se liberan u$s 7.000 millones en efectivo que debieron ser depositados e inmovilizados durante seis meses en los bancos. Podrán volcarse al consumo (bienes durables), a inversiones productivas o a activos financieros, pero también a viajes al exterior aprovechando el dólar barato. Y queda abierta la posibilidad de repatriar capitales declarados en el exterior, según lo que ocurra con la presión tributaria.

• Jubilados y pensionados: según datos oficiales, 900.000 ya cobran de oficio el reajuste de haberes previsto en la ley de “reparación histórica”. Pero para mantenerlo deben adherir expresamente a un acuerdo con la Anses y convalidado por la Justicia para desistir de futuros juicios, al igual que quienes tienen sentencias en firme o en trámite para cobrarlas retroactivamente en cuotas.

• Acuerdos sectoriales: el acuerdo tripartito con gremios y empresas petroleras ya permitió anuncios de nuevas inversiones en Vaca Muerta. Luego se sumó otro más voluntarista con la cadena automotriz, que plantea una agenda de reformas a futuro para alcanzar una producción de 750.000 vehículos en el 2019, con más componentes nacionales y 30.000 nuevos empleos. Y antes de otro similar con los sectores textil y calzado, esta semana se suscribió un compromiso con empresas y el gremio de la construcción para edificar 100.000 viviendas por año, con 100.000 nuevos puestos de trabajo. Aquí es clave el aporte del Estado bajo la forma de créditos y subsidios. Y también el de las provincias, con exenciones de Ingresos Brutos como las anunciadas por la CABA y el gobierno bonaerense.

• Créditos hipotecarios: los bancos oficiales (Nación, Provincia, Ciudad) extendieron a 30 años el plazo de los créditos indexados para que familias de ingresos medios puedan acceder a la compra o construcción de vivienda única. También se relanzó el plan Procrear, con un tramo subsidiado para los sectores de bajos ingresos. La oportunidad está en la cuota inicial similar a un alquiler mensual y el riesgo en que el capital (indexado por UVA) se ajusta según la inflación. Si la cuota mensual supera el 25/30% del ingreso familiar se extiende el plazo. Según el BCRA, el sistema (francés) de amortización es similar al de los planes de ahorro para compra de automotores, donde la cuota va subiendo (y el capital amortizando) en función del valor real en pesos de la propiedad. Esto no evita el riesgo cambiario según lo que ocurra con el precio en dólares.

• Compras en cuotas: los planes Ahora 12 y Ahora 18 se extendieron hasta fin de año e incluyen 3 y 6 cuotas fijas sin interés para compras con tarjeta de crédito de ropa, calzado y marroquinería. En las grandes cadenas comerciales se eliminó la exigencia de “precios transparentes” para aclarar la diferencia entre el precio de contado y financiado con la discutible argumentación de no desalentar compras en cuotas fijas con tarjeta. Sólo en los avisos publicitarios y en ofertas por internet deberá especificarse el costo financiero total, que en los últimos días apareció en un cuerpo de letra casi ilegible.

• Paritarias: el gremio mercantil acordó con el gobierno un aumento salarial de 20% fraccionado en dos tramos (abril y julio), con cláusula gatillo de reajuste posterior (octubre) si es superado por la inflación del 2017. Un esquema similar se aplicaría al gremio de la construcción (Uocra). El objetivo oficial es que sirva de pauta para otras paritarias del sector privado, a fin de buscar una recuperación gradual del salario real en base a la inflación futura. En el sector público es más complejo, ante el rechazo de los gremios docentes y estatales y la estrechez presupuestaria.

Con este bagaje de acciones en curso, la Casa Rosada busca demostrar que las soluciones a los problemas económicos no aparecerán de un día para otro, pero mientras tanto pueden surgir medidas de contención para encarrilar las expectativas.


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