Andahazi hace equilibrio entre la literatura y la política

El escritor saca a relucir en su último trabajo, “El equilibrista”, todas sus facetas: el escritor, el psicólogo y el ciudadano político, y en una entrevista asegura que “dentro de la República todo los debates son saludables y bienvenidos”.

El equilibrista”, el nuevo libro de Federico Andahazi editado por Planeta, se divide en cuatro apartados: “El buscador de historias de la historia”, “Escritor en primera persona”, “El psicólogo” y “El sátiro político”.

Entre sus páginas se pueden conocer detalles íntimos del autor de “El anatomista”, donde relata cómo superó situaciones traumáticas y cómo pudo “reconciliarse” con acontecimientos familiares como el reencuentro con su padre, al que no veía desde muchos años atrás.

Andahazi no deja de lado la ironía para hacer un repaso sobre la vida política de los últimos años y no escapan a sus relatos personajes o instituciones como las Madres de Plaza de Mayo, pasando por la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner y sus ministros, para luego pasar a reflexionar sobre la gestión de Mauricio Macri y hablar de Donald Trump.

P- Escribiste un libro que podríamos considerar íntimo, ya que contás muchas situaciones relacionadas con tu infancia y familia. ¿Por qué?

R- En “El escritor en primera persona” cuento cómo fue mi relación con la literatura desde mi infancia. Hubo un acontecimiento que fue determinante en mi formación como lector primero y como escritor más tarde. Puedo fechar con precisión el momento en que decidí ser escritor: fue el 24 de marzo de 1976, el trágico día del golpe militar. Yo presencié cómo mi abuelo, un editor de toda la vida, tuvo que quemar su biblioteca para que nosotros, su familia, no corriera riesgos. Esa misma madrugada fui testigo de cómo hacía atados con los libros y, a la hora en la que ya no había nadie en la calle, los cruzó a un baldío que estaba frente a su casa y los quemó. Fue como verlo inmolarse. Y, de hecho, sobrevivió poco tiempo a su biblioteca, que era su vida. Cuento, también, mi encuentro fortuito con mi padre, a quien yo no conocía porque mis padres se habían separado cuando yo era muy chico, en la esquina del bar La Paz. Ese hombre que fue poeta y psicoanalista y que, a pesar de haber conocido ya de grande, influyó en mí de tal manera que yo mismo iba terminar siendo también escritor y psicoanalista.

P- ¿Por qué el título “El equilibrista”?

R- Toda mi vida hice equilibrio entre la literatura, el psicoanálisis, la historia y la sátira. Pero además soy motociclista, actividad signada, desde luego, por el equilibrio. Tal vez eso percibió Alfredo Leuco cuando me ofreció formar parte de su equipo en Radio Mitre. Me propuso que hiciera ese mismo equilibrio en el programa y, de hecho, mi espacio se llama “El equilibrista”: los lunes soy el sátiro político; los martes, el psicólogo; los miércoles, el escritor; los jueves, el historiador, y los viernes abrimos el “psicódromo”, donde tomamos el mensaje de algún oyente y lo tratamos en esa suerte de consultorio virtual. De modo que el título llegó solo.

P- ¿Con cuál de las cuatro personalidades te sentís más identificado o más cómodo?

R- Disfruto muchísimo la sátira política, ese tipo de humor por el que había transitado en mi novela “El príncipe”, una sátira del menemismo que hoy los lectores jóvenes interpretan como una alegoría del kirchnerismo. Pero fue escrito mucho antes. Los políticos pueden tolerar cualquier cosa: juicios, denuncias, marchas en su contra, pero no soportan la sátira, el humor. Ellos se perciben a sí mismo cómo próceres contemporáneos y sueñan con la posteridad. Pero cuando los caricaturizás, los confrontás con el espejo, con lo que son realmente: personajes más o menos patéticos que de bronce y mármol no tienen nada.

P- ¿Qué rescatás de cada una de esas facetas que componen el libro?

R- De “El buscador de historias en la historia” rescato el lado humano, conmovedor, de tipos como San Martín, que murió torturado por el recuerdo de la muerte de Cabral; el recuerdo de Illia, las apasionantes historias de espionaje previas a la Independencia. En fin, esas historias que nunca quisieron que supiéramos. “El escritor en primera persona”, permite que el lector conozca los secretos mejor guardados de los escritores, mi encuentro con maestros como García Márquez, Osvaldo Soriano, Fontanarrosa, Milan Kundera. Que la gente conozca cómo es el verdadero mundo de los escritores, a veces tan novelesco como muchos de nuestros propios libros.

P- ¿Los temas que tratás en la parte del psicólogo los elegiste porque son los que nos identifican como sociedad?

R- Son los temas que nos desvelan a los seres humanos en general: el amor, la sexualidad, la comunicación, las relaciones de pareja, pero también las patologías más frecuentes: las obsesiones, las fobias, los miedos, las adicciones. Y, por supuesto, explico las técnicas de lavado de cerebro que ejercen desde las sectas hasta las agrupaciones políticas, los modos de adoctrinamiento no solo en los chicos, sino también en los adultos.

P- Mucha gente comenzó a conocerte un poco más por tus apariciones en la tevé hablando de política y dejando un poco de lado la literatura. ¿Te gusta este rol?

R- Me pareció que era necesario. En determinadas circunstancias históricas muchos escritores han abandonado el confort de las cuatro paredes de su estudio, han renunciado al saludable anonimato para participar del debate político que, por supuesto, no tiene la elegancia de los cenáculos literarios.

P- En tu texto hablás de la política de los últimos años de una manera encarnizada. ¿No creés que tus declaraciones en lugar de cerrar, profundizan la famosa grieta?

R- Yo creo que hay una grieta irreconciliable entre los corruptos y los honestos, entre los que quieren para el país un destino como el de Venezuela y los que queremos una República, entre los que quieren un líder mesiánico que gobierne de manera autocrática y los que queremos el imperio de las instituciones. Dentro de una República todos los debates son saludables y bienvenidos. Pero no se puede discutir con aquellos que, lisa y llanamente no creen en la institucionalidad y desprecian la democracia.

P- ¿Crees que el gobierno anterior pueda “salvarse a sí mismo”, de manera tal que la gente vuelva a “creer” en su plataforma electoral?

R- El gobierno anterior es el pasado, en la acepción más profunda del término. Las utopías quedan en el futuro. El gobierno anterior sostiene utopías muertas, fracasadas y situadas en un pasado muy remoto: la Revolución Bolchevique que quedó sepultada debajo de los restos del muro; el peronismo de los ‘40 y los ‘50; la Revolución Cubana que va a terminar en nada y la mentira “bolivariana” de Venezuela que sumió al país en esa decadencia terminal con cientos de muertos, presos y falta alimentos e insumos básicos. Esa es la propuesta del gobierno anterior.

P- ¿Cómo ves la situación actual de la gestión de Macri, a pocos meses de las nuevas elecciones?

R- Cometieron el imperdonable error de mantener en estado vegetativo a Cristina para confrontar con ese fantasma sin medir las consecuencias de que, cual Frankenstein, el monstruo resucitado termine destruyendo a quien le insufló el aliento vital. La gente quería un cambio de verdad. Vos no podés pretender que lleguen inversores y, al mismo tiempo, agitar los fantasmas del pasado. A los inversores no les gustan los monstruos. Esa estrategia de confrontación y polarización con el kirchnerismo se le volvió en contra.

Federico Andahazi nació el 6 de junio de 1963, en Buenos Aires.

Se graduó como licenciado en psicología en la Universidad de Buenos Aires.

Surgió en el mundo literario con la polémica “El anatomista”, que el primer premio de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat, a pesar de la oposición de la directora de la fundación, la misma Amalita, quien consideró que la novela no contribuía a “exaltar los más altos valores del espíritu humano”.

En 2006 ganó el Premio Planeta por “El conquistador”.

Publicó las novelas “Las piadosas”, “El príncipe”, “El secreto de los flamencos”, “Errante en la sombra”, “La ciudad de los herejes”, “El libro de los placeres prohibidos” y “Los amantes bajo el Danubio”; los libros de cuento “El árbol de las tentaciones” y “El oficio de los Santos” y los ensayos “Historia sexual de los argentinos I, II y III”.


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